Leonardo Núñez González

El cierre del gobierno y la amenaza de Trump

EL ESPEJO

Leonardo Núñez González*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Leonardo Núñez González
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El sábado pasado, Estados Unidos estuvo a punto de sufrir por 23ª vez en su historia un cierre del gobierno, que habría supuesto la suspensión temporal de numerosos servicios públicos esenciales y del pago de los salarios de millones de trabajadores federales debido a la falta de acuerdo entre el Ejecutivo y el Legislativo sobre el gasto público.

El cierre se evitó gracias a una negociación de última hora entre líderes demócratas y republicanos del Congreso, que aprobaron una medida temporal que mantiene el financiamiento del gobierno hasta noviembre. Sin embargo, este acuerdo no resuelve los problemas de fondo que han provocado esta crisis.

La clave de esta situación se encuentra en la polarización y el extremismo que afectan al Partido Republicano, que controla la Cámara de Representantes. Un grupo minoritario pero poderoso, de 21 republicanos radicales leales al expresidente Donald Trump, se ha opuesto a cualquier acuerdo que no incluyera recortes drásticos de hasta 30% en el gasto público y condiciones, como la eliminación de la ayuda a Ucrania o el rechazo al plan de infraestructuras impulsado por el presidente Joe Biden.

Estos legisladores extremistas han actuado movidos por un cálculo político: al bloquear el financiamiento del gobierno, buscaban debilitar a Biden y al líder republicano de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, a quien consideran demasiado moderado y conciliador.

McCarthy logró convencer a la mayoría de su bancada para apoyar una solución pragmática y evitar el cierre. Además, McCarthy consiguió el compromiso del líder demócrata del Senado, Chuck Schumer, para aprobar pronto una ley que garantice la ayuda a Ucrania. Pero este fracaso de los republicanos radicales no significa que hayan renunciado a su agenda. Al contrario, han amenazado con volver a bloquear el financiamiento del gobierno si no se cumplen sus demandas. Además, han iniciado un proceso para destituir a McCarthy como líder de su partido en la Cámara de Representantes, acusándolo de traicionar a Trump y a sus votantes.

Los republicanos radicales siguen siendo una amenaza para la estabilidad política en Estados Unidos. Su lealtad ciega a Trump y su rechazo al diálogo y al consenso los convierten en un obstáculo infranqueable, que se maximiza en escenarios donde sus votos pueden ser la diferencia.

Si alguien se beneficia de esta situación, sin duda es el propio Trump. El expresidente ha aprovechado la crisis para reafirmar su liderazgo e influencia en el Partido Republicano en camino a su intención de regresar a la Casa Blanca en 2024. Trump ha apoyado públicamente a los republicanos radicales que han bloqueado el financiamiento del gobierno y ha criticado duramente a McCarthy por ceder ante los demócratas. Trump ha demostrado una vez más que tiene el control sobre la base más fiel y movilizada del partido, lo que le da una ventaja sobre sus posibles rivales internos.

Así, mientras Biden se enfrenta a una oposición cada vez más hostil e irracional, Trump se prepara para volver al poder con un discurso populista y autoritario. Ésta es la verdadera amenaza que se cierne sobre Estados Unidos: un Trump más radicalizado y vengativo que nunca, acompañado de cada vez más legisladores radicales dispuestos a dinamitar todos los puentes.