¿Vernos en el espejo de Estados Unidos?

EL ESPEJO

Leonardo Núñez González
Leonardo Núñez GonzálezLa Razón de México
Por:

Seguir desde México todo el proceso político de Estados Unidos, desde la llegada al poder de Donald Trump en 2016, hasta su derrota en el 2020, se ha convertido en un continuo juego de espejos en el que, a veces de manera forzada, a veces de manera muy clara, las similitudes y diferencias afloran y se utilizan como un parámetro crítico para entendernos mutuamente.

Cuando el discurso simplista, violento, populista y nativista de Donald Trump logró conquistar el abigarrado sistema del Colegio Electoral estadounidense, las alarmas se prendieron en todas las latitudes que estaban observando el ascenso de personajes políticos con retóricas similares, pues había quedado demostrado que su potencia electoral no era trivial. Como si se tratara de fichas de dominó, un país tras otro comenzó a ver el triunfo de personajes con algunas características similares a las de Donald Trump.

Cuando le negativa a creer en la realidad objetiva, la fuga a un universo paralelo de hechos alternativos, noticias falsas, otros datos y el señalamiento de los medios de comunicación como los enemigos del pueblo se convirtieron en la manera de ejercer el poder en Estados Unidos, vimos cómo ese mismo patrón comenzó a ser identificable en otros regímenes.

Cuando la pandemia del coronavirus atacó, la incapacidad de Trump para tomarse en serio la amenaza y tomar acciones efectivas se tradujo en miles de muertes innecesarias como producto de la incapacidad gubernamental. Lo mismo en forma de recomendaciones para tomar remedios cuestionables, la negativa a usar un simple tapabocas que en la repetición de que estábamos ante una enfermedad casi como cualquier otra, el ejemplo de Trump se reflejó lo mismo en México, que en Brasil o hasta Hungría.

La caída electoral de Donald Trump difícilmente puede ser leída en la misma clave. Para muchos, la derrota de Trump ejemplifica cómo el autoritarismo y el populismo pueden ser echados a la calle por la vía de las urnas, lo que significa que pasará lo mismo en todos los países que han seguido el paralelismo trumpista. Sin embargo, aquí es necesario recordar que el ejercicio de la política comparada puede darnos claves para tratar de entender de una mejor manera una situación específica en otro país, pero no va a hacer que dos países tengan los mismos resultados. Si Trump logró ser derrotado, fue porque su embate a las instituciones estadounidenses fue intenso, pero no siempre efectivo, al punto que las elecciones pudieron realizarse sin una injerencia gubernamental decisiva. Igualmente, la oposición política que logró articular el Partido Demócrata lo enfrentó con un discurso claro que se le plantó y ofreció un futuro diferente. Si bien Trump logró movilizar de manera impresionante a más de 71 millones de votantes, Biden hizo lo propio con 75 millones. Trump intentó presionar a los medios una y otra vez, pero al final decidieron ejercer un espacio de autonomía que difícilmente podría verse en otros países. Aun cuando el populismo haya perdido en Estados Unidos, en el resto de los países aún resta un largo camino por andar, pues si hoy fueran a las urnas, tal vez volverían a ganar.