¿Quién fue Caroline Blackwood?

¿Quién fue Caroline Blackwood?
Por:
  • juliot-columnista

¿Haré como el querido José Emilio Pacheco, quien decía que era nefasto chismear sobre la vida de un autor y entonces procedía a chismear sabrosamente sobre la vida de un autor? Con Caroline Blackwood es fácil, y ella así lo procuró, pero antes hay que hacerle justicia como escritora.

Lady Caroline Maureen Hamilton-Temple-Blackwood (1931-1996), aristócrata irlandesa y heredera del imperio cervecero Guinness, fue una reconocida novelista, cuentista y periodista, autora de nueve libros, con un estilo seco y algo macabro, con inclinaciones hacia lo gótico, y un sentido del humor tan afilado como negro. Su mejor libro, Great Granny Webster, fue finalista del Premio Booker en 1977 y elogiado por autores como Philip Larkin. Su estilo ha sido descrito como una mezcla de Evelyn Waugh con Francis Bacon (amigo suyo), y también como una mezcla de Beckett con Bram Stoker. Sobre su sentido del humor, se le cita diciendo que si hay una luz al final del túnel, es la luz del tren que viene hacia ti. Lamentablemente, la ignoramos casi por completo en el mundo hispanoparlante, pero en Gran Bretaña sigue siendo leída con admiración.

Tenía una gran belleza, de figura delicada y comentarios arteros, esa voz grave y rasposa de quienes fuman y beben mucho, y una penetrante mirada de ojos claros difícil de sostener. Se casó tres veces, con el pintor Lucian Freud (quien, no obstante de presumir haber estado con 500 mujeres, casi se suicida cuando ella lo dejó), con el compositor Israel Citkovitz (quien, ya divorciados, le cuidaba a los hijos mientras ella estaba con otros hombres) y con el poeta Robert Lowell, su gran amor (quien perdió parcialmente la cordura estando con ella). La boda de Lowell y Blackwood, en Santo Domingo en 1972, fue un combo de divorcio de ambos de sus previas parejas y su propio matrimonio. Ella la describe así: “Nadie entendió los sermones porque eran en español. Fue en dos chozas, con gallinas que iban y venían. En una choza te decían ‘está divorciada’, en otra ‘está casada’. Resonaban las máquinas de escribir. Tan romántico”.

En este breve espacio, una anécdota más debe bastar para pintar la época y los personajes: en París, a principios de los 50, Caroline y Lucian fueron invitados al estudio de Picasso. Mientras Freud se distrajo viendo cuadros, Picasso llevó a Blackwood al techo a ver sus palomas. “Era la mejor vista de París —cuenta ella—. Inmediatamente, en ese reducido espacio, Picasso se me abalanzó. Yo lo rechacé, todo era tan absurdo, y para mí él era tan viejo como los cerros, un viejo sátiro, genio o no. ¿Cuántas mujeres habrán subido ahí, y qué habrán podido hacer con tantas palomas?” Poco después, una amante de Picasso buscó a Freud para que le hiciera un retrato, buscando darle celos a Picasso. Él se negó, diciéndole que justamente estaba haciendo un retrato de su esposa. Dicho retrato resultó ser Girl in Bed, hoy muy conocido y en el que los ojos de ella parecen dos planetas. Años después, en 1977, Robert Lowell fue hallado muerto en un taxi en Nueva York: entre sus manos estaba el cuadro pintado por Lucian Freud de la mujer que ambos amaron. En su libro de poemas El delfín, dedicado a ella, Lowell había escrito: “Te quiero cerca para decirme cuándo moriré”. Y sí, la tuvo cerca, muy cerca.