Administrando los riesgos cambiarios

Administrando los riesgos cambiarios
Por:
  • larazon

Joel Virgen Rojano

El Banco de México ha venido profundizando en un discurso cada vez más relajado respecto a la inflación y consciente de la presencia de cierta debilidad en algunos sectores de la economía local.

Este contexto, cada vez queda más claro que la renuencia del banco central a comenzar un ciclo de alzas en la tasa de interés de referencia se apoya en un enfoque que mira hacia atrás y no uno que reconozca la probabilidad de presiones inflacionarias futuras, a la luz del hecho de que las acciones de política monetaria toman cuando menos año y medio en tener efectos significativos en los precios locales.

En su más reciente comunicado, publicado el pasado viernes 27 de mayo, el Banco de México afirmó que el balance de riesgos para la inflación es ahora más benévolo y, en el mismo sentido, apoyó la idea de que la recuperación económica se ha desacelerado. Con esto, reforzó aún más nuestra lectura de que no hay un sentido de urgencia en la autoridad monetaria por comenzar un ciclo de alzas en la tasa de interés de política monetaria.

 Congruente con esta evaluación, no hace mucho el mismo Gobernador del Banco de México llegó a afirmar que el actual nivel de la tasa de fondeo era el adecuado. A lo que muy probablemente se refirió es que la conjunción de la dinámica del nivel real de la tasa de interés de referencia (relativamente baja) y del tipo de cambio (que ha mostrado un proceso de fortalecimiento frente al dólar en lo que va del año) han llevado a que las condiciones monetarias se ubiquen cerca de una zona neutral; es decir, estas condiciones no serían actualmente ni estimulantes para el crecimiento ni restrictivas.

Lo anterior parecería ser congruente con una brecha de producto (diferencia entre el desempeño económico observado y su trayectoria de largo plazo o potencial) que está muy cerca de cerrarse (ubicarse en cero).

En este sentido, vemos a lo que se refiere el Gobernador Carstens con “apropiado”. No obstante, nos cuestionamos si un nivel “apropiado” no sería uno con una tasa de fondeo más alta que el actual, pues para cuando las condiciones monetarias actuales tengan un efecto sobre la economía, las presiones inflacionarias serás probablemente más importantes que hoy.

De hecho, desde nuestro punto de vista, el Banco de México se encuentra en un periodo de “manejo de riesgos cambiarios”.

En este escenario, la preocupación respecto a cómo se comportarán los flujos de capitales una vez que la Reserva Federal en EU opte por desmantelar el andamiaje de apoyos monetarios sería central en el criterio de toma de decisiones del Banco de México.

Lo anterior debido a que, de darse un movimiento brusco en los flujos, podría presentarse una depreciación significativa del peso que presionara al banco central a elevar la tasa de fondeo para acotar las presiones inflacionarias asociadas.

En otro escenario, de darse un reordenamiento gradual y ordenado de flujos que no llevaran a fluctuaciones significativas en el tipo de cambio, Banxico bien podría darle más prioridad a perspectivas del ciclo económico local que a la influencia del tipo de cambio sobre las condiciones monetarias.

El nombre del juego es “administración de riesgos cambiarios” y reconocemos su relevancia a la luz de la experiencia histórica, donde episodios de “booms” en flujos de capitales hacia el mercado local no han concluido en buenos términos, por lo menos no ha sido el caso en los últimos treinta años.

¿Esta vez es diferente? Si algo debimos de haber aprendido los economistas de la última Gran Recesión del 2008-2009 es que la respuesta a esta pregunta no debe ser respondida a la ligera...

jvirgenroj@banamex.com