Alfredo Castillo y Renato Sales

Elisa Alanís.

La primera semana de noviembre escribí en este espacio De Razones y Pasiones que después de conocer la estrategia de Alfredo Castillo al frente de la Profeco no estaba mal que en áreas de seguridad pública tomaran nota.

La columna se llamó: Alfredo Castillo para Gobernación.

“Es claro que no es lo mismo enfrentar a las huestes de Ronald McDonald que a las del Chapo Guzmán, pero luego de escuchar esta semana a Castillo Cervantes y al Doctor Mondragón me quedo con los resultados, la visión, la imaginación y la estrategia del procurador federal de los consumidores”. Tres meses han pasado desde que escribí esas líneas.

Sí, se fue a la Secretaría de Gobernación. No como comisionado nacional de seguridad, sino como Comisionado para la Seguridad y el Desarrollo Integral en Michoacán. No para combatir a El Chapo Guzmán, sino a La Tuta y compañía. Por lo pronto.

Se fue al lugar más importante. A la mayor comisión jamás antes creada, con el mayor apoyo político y económico jamás antes visto. Este martes lo anunciaron. Todas las dependencias federales implementarán un total de 250 acciones y programas que tendrán que coordinar con Castillo a través de un enlace especialmente designado, tal y como lo ordenó el Presidente de la República. Y se inyectarán 45 mil 500 millones de pesos, adicionales a su presupuesto original de 57 mil millones de pesos. Es decir, Alfredo es el hombre fuerte de Enrique Peña. Es el súper comisionado.

Hoy parece que algo quiere lograr el Presidente. A falta de fortaleza institucional la apuesta son las personas, las capacidades y características individuales. Así como acciones excepcionales: la creación de poderes metaconstitucionales y reconocimiento legal a grupos civiles armados.

El Gobierno Federal se empieza a mover. Rompe esquemas. Ante lo evidente: el Estado ausente. las zonas de guerra y la falta de voluntad de los poderes de la unión por llamar a las cosas por su nombre (para suspender garantías o desaparecer los poderes locales), surgen figuras fuera de la Constitución que nadie cuestiona, como la de la súper comisión. La emergencia lo avala. Debe ser temporal. Un Estado federal democrático demandaría su desaparición o transformación.

Por lo pronto, hay dos nombres a los que el Presidente y representantes de la sociedad civil, como María Elena Morera, Alejandro Martí e Isabel Miranda de Wallace, han dado un voto de confianza: Alfredo Castillo y Renato Sales, el nuevo coordinador nacional antisecuestros.

El dúo Castillo-Sales es la apuesta presidencial contra el crimen organizado. Tiene el bono político y social de su lado. Debe aprovecharlo. Pronto porque se acaba.

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