Buenas prácticas y ética de negocios

Buenas prácticas y ética de negocios
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Por Angélica Morales y Enrique Ortiz

El Código de Conducta de una empresa conforma su identidad y toque de distinción a través de los valores que son reconocidos por la organización, así como las pautas de conducta que se esperan de todos sus integrantes, además de su compromiso con los stake holders como son accionistas, trabajadores, socios comerciales, proveedores, autoridades, la sociedad y el medio ambiente.

La necesidad de unificar un código para la organización, responde a que existen conductas de diversa jerarquía o rango moral: en un extremo las que se consideran obligatorias e imprescindibles; en medio, las óptimas o deseables, y en el otro extremo, las prohibidas o reprobables porque degradan o perjudican a la persona, a la organización o al conjunto de la sociedad.

Por lo general, su implementación representa un profundo cambio debido a una “nueva” cultura organizacional que forja identidad, lo cual puede ser motivación para muchos colaboradores y resistencia al cambio para otros; por ello, la importancia de contar con una base sólida de normas éticas y estándares de comportamiento que apliquen dentro y fuera de la organización.

Honestidad, honradez, integridad, respeto, son algunos de los conceptos más comunes en los códigos de ética, reflejados en seis áreas de responsabilidad: cumplimiento legal, relación con clientes y proveedores, relaciones intra-laborales, responsabilidad ambiental, responsabilidad social y sostenibilidad, generados por la empresa a través del tiempo.

En este reto organizacional participa el Oficial de Cumplimiento ( Compliance Officer) apoyando a la alta dirección para consolidar la gobernanza y conducción honesta y responsable de la organización, mediante un Programa de Compliance que va desde el diseño del código de conducta y su implementación, capacitación y autoevaluación, así como políticas, controles, mecanismos de transparencia, antifraude y anticorrupción, además de un atractivo retorno de inversión.

La ética, el cumplimiento y la transparencia no son tarea de una sola persona o departamento, todos y cada uno de los empleados son responsables, sin importar el puesto que ocupen, y es primordial que desde “la alta gerencia” se promueva la responsabilidad de vivir la cultura de Compliance (Tone-from-the-Top) y asegurarse de que baje en cascada a todos los niveles de la compañía. De no ser así, difícilmente funcionará un sistema de controles para mitigar el riesgo reputacional y de fraude, causados por una potencial falta de comportamiento ético.

En el IMEF, nuestro Código de Conducta y Ética Empresarial está alineado al del Consejo Coordinador Empresarial, así como a conceptos promulgados por la OCDE y el Pacto Mundial de la ONU, en el sentido de contribuir al progreso económico y sostenible, asumiendo la responsabilidad de impulsar los derechos humanos, los estándares laborales, el medio ambiente y la lucha contra la corrupción.

Por todo ello, exhortamos al gremio a adoptar esta buena práctica corporativa. Las empresas deben implementar un código de conducta, tomando modelos ya existentes como el del IMEF y hacerlo vivencial.

angelica.morales@phss.mx y eortiz@fermaca.com.mx

Twitter: @IMEFOficial