Capital sin democracia

Capital sin democracia
Por:
  • rodolfoh-columnista

Es urgente repensar la manera en que se hace política en la Ciudad de México, porque aquí las campañas electorales transcurren de manera muy distinta al resto del país. Las enormes dimensiones de esta urbe, la complejidad geográfica de los asentamientos humanos y el nulo acceso a los medios masivos de comunicación nos obliga a proponer alternativas que se ajusten a esa realidad.

Políticos locales, académicos, intelectuales, analistas y periodistas han permanecido ajenos y pasivos ante la inusual e injusta situación en la que vivimos millones de  ciudadanos. Los viejos priistas no lo entienden y ya están demasiado cansados; mientras que los de izquierda están muy cómodos con el estatus quo que les ha permitido gobernarnos por décadas.

Por ejemplo, mientras que en el municipio de Cancún (me resisto a llamarle Benito Juárez) o en el de Guadalajara, los candidatos pueden acceder a los canales de televisión locales o a las estaciones regionales de radio para llegar a un mismo electorado, aquí, eso es imposible. Y es que no existen medios de comunicación exclusivos para la gente de Gustavo A. Madero, Álvaro Obregón o Iztapalapa, cuyos padrones electorales, por cierto, son del tamaño de un estado pequeño.

Aquí las limitaciones son enormes para todos, excepto para quienes tienen el apoyo de los que gobiernan. Por ejemplo, es prácticamente imposible recorrer todas las colonias de las demarcaciones mencionadas, en las semanas permitidas de campaña. El elector por eso va a ciegas, no conoce ni el nombre de quienes se postulan ni sus propuestas.

Incluso los debates que organiza el instituto electoral local no los ven ni los parientes más cercanos de los candidatos. Los ciudadanos al final son utilizados y ejercen la vida democrática únicamente el día de las elecciones. El sistema está estructurado para que así sea; por eso los diputados y los delegados (ahora alcaldes) pueden hacer tontería y media impunemente.

Hace unos cuantos meses, cuando se discutía la Constitución de la capital, me atreví a proponer a los santones del PRI que se pensara en un calendario electoral distinto, a efecto de que las campañas en la Ciudad de México no coincidieran con la lucha por la Presidencia. ¡Nunca olvidaré su reacción! Me miraron burlonamente, como si yo requiriera volver a la primaria; pero la verdad es que nunca entendieron el punto.

¡Y es que no importa cuántas leyes haya que cambiar, incluso la propia Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos! Si las cosas no están funcionando, para eso están los legisladores, para modificar el marco legal y hacer que nuestra convivencia funcione mejor.

Incluso, habría que pensar en la pertinencia de calendarios electorales diferenciados por alcaldía o en muchas otras alternativas funcionales. No podemos, ni debemos, continuar igual. Más de siete millones de electores hemos vivido, y seguimos viviendo, en condiciones que distorsionan la vida en democracia a la que tenemos derecho. Por eso viene a cuenta este llamado a sectores más amplios de la sociedad capitalina, para que juntos aportemos ideas que enriquezcan nuestro maltrecho entorno democrático.