Comercio exterior: regreso a las bases

Comercio exterior: regreso a las bases
Por:
  • arturov-columnista

No fue bien recibida en ningún lugar del mundo la decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de imponer aranceles de 25% a las importaciones de acero y el 10% sobre las compras foráneas de aluminio. México y Canadá fueron países que en un inicio y temporalmente fueron excluidos de la medida proteccionista por encontrarse en medio de las negociaciones del TLCAN.

No obstante, la medida en sí misma representa un enorme riesgo para la estabilidad y el fortalecimiento del libre comercio mundial. No se trata de una medida que afecte de manera considerable los volúmenes de comercio mundial —los bienes afectados representan sólo el 2.0% de las importaciones y el 0.2% del PIB de los Estados Unidos.

Lo importante de la medida y de toda una serie de declaraciones y acciones, es que quebrantan el actual paradigma económico mundial, basado en lo fundamental, en el libre comercio entre las naciones.  El presidente Trump se ha manifestado en contra del libre comercio desde principios de su administración, cuando decidió que los Estados Unidos no participarían en el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP). A ello se suma la reciente renuncia de Gary Cohn, ahora exasesor económico principal del presidente Trump, y que representaba uno de los partidarios del libre comercio en la actual administración.

¿Por qué  no se exagera cuando se afirma que la actual actitud del presidente de Estados Unidos altera el orden económico mundial? Mucho se ha usado el término “Globalización” para caracterizar la actual fase del capitalismo, que principalmente hace referencia a un poderoso proceso de integración a escala global de las economías nacionales a través del comercio, la tecnología y la inversión. Mucho se avanzó en los procesos de apertura económica, donde México es un claro ejemplo de integración a este esquema globalizador al ser una de las naciones más abiertas del mundo y con una gran cantidad de tratados comerciales.

La consolidación de este proceso globalizador se ubica en la Organización Mundial de Comercio (OMC), que es el pilar fundamental sobre el cual descansan las relaciones comerciales de casi todo el orbe. La OMC garantiza el orden en materia comercial haciendo más fluido y libre el comercio entre las naciones.

Si continúa esta tendencia hacia un mayor proteccionismo impuesta por el presidente Trump, la economía global puede verse afectada en su capacidad productiva y su dinámica de crecimiento. Es un peligro real no visto en décadas. La mayor tensión en las relaciones comerciales puede llevar a la economía mundial un desenlace poco favorable. Medidas como la imposición de aranceles al acero y al aluminio podrían desencadenar una respuesta de las economías afectadas equivalente a la medida norteamericana, es decir, imponiendo aranceles que frenen la exportación de productos de Estados Unidos que sean competitivos en el mercado internacional.

Además, otro elemento que quebranta el orden económico global se refiere a las razones que da Trump para imponer los aranceles, es decir, alude a la “seguridad nacional”, hecho que de igual forma cualquier otro país podría responder alterando de nueva cuenta el acuerdo global. En consecuencia, hay muchas probabilidades de que respuestas de este tipo desencadenen una escalada proteccionista sin sentido, sometiendo a la OMC a una verdadera encrucijada.

Bajo ninguna circunstancia hoy en día el halo proteccionista puede brindar mayor crecimiento y bienestar a la economía mundial, una guerra comercial sólo limita las capacidades productivas globales. Quizá sea hora de recordar lo que aprendimos de los economistas clásicos: no necesariamente el signo positivo de la balanza comercial es la ventaja que genera el comercio exterior,  sino más bien el aprovechamiento de las ventajas que cada nación tiene, lo que expande las fronteras de producción.