Crecimiento bajo riesgo y sin sorpresas

Crecimiento bajo riesgo y sin sorpresas
Por:
  • arturov-columnista

Cifras del Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) correspondientes a febrero, corroboraron un crecimiento económico de México de 2.4% respecto al mismo mes del año anterior. En el promedio de los primeros dos meses del año, la economía ha crecido a una tasa anual del 2.2%. ¿Cómo calificar el avance económico de este principio de año? Al parecer no hay nada que presumir, e incluso, hay tendencias preocupantes que ponen en riesgo la actual dinámica de crecimiento.

Para empezar, revisemos los pronósticos que tienen los especialistas sobre el tema. De acuerdo con la última Encuesta Citibanamex de Expectativas, el consenso de crecimiento del PIB para todo este año es de 2.2%, justo el avance que se tuvo en el primer bimestre del año. Por tanto, no es una sorpresa en la medida en que la economía en el corto plazo avanza conforme a lo esperado. Sin embargo, hacia adelante, la lectura del dato se complica a la luz de las tendencias recientes de algunos motores del crecimiento.

En particular, llama la atención el hecho de que el avance logrado hasta el segundo mes del año se fincó principalmente por un impulso muy importante de las exportaciones, en tanto que el avance de la demanda interna continúa dando claras señales de desaceleración. Así lo corroboran por ejemplo, las ventas minoristas reportadas por el Inegi, las ventas de automóviles y de la ANTAD. Más importante aún es la desaceleración del indicador de consumo privado en su conjunto.

De continuar así, con mayor debilidad en el consumo y otros elementos como el derrumbe de la inversión pública, y de la producción de petróleo y de la inversión productiva, el crecimiento económico en el corto plazo podría verse seriamente amenazado. Una aceleración adicional de las exportaciones para compensar estos efectos se ve complicada a pesar de la expansión productiva de Estados Unidos. En el primer bimestre los envíos manufactureros crecieron a una tasa anual de 10%, se ve difícil una expansión a un mayor ritmo.

Son en este sentido, mayores los riesgos a la baja sobre el crecimiento, ya de por sí atado al 2.0%, que en promedio hemos visto durante varias décadas. En el corto plazo, las decisiones de inversión están prácticamente estancadas por la tremenda incertidumbre que rodea a nuestra economía. Las amenazas sobre una posible disolución del TLCAN y el nerviosismo derivado del proceso electoral, obstaculizan un ambiente propicio para la inversión productiva.

Respecto a las primeras no podemos hacer mucho, y por fortuna, parece haber ya una posible solución y acuerdo para seguir con el TLCAN en las próximas semanas. Respecto a lo segundo, resultaría muy oportuno que las distintas opciones de política económica que se presentan en la arena política, fueran lo más explícitas posibles, tratando de dar certidumbre a las decisiones de inversión. Nadie quiere ir en contra de la estabilidad macroeconómica y el crecimiento. Sin embargo, los caminos para lograrlo pueden diferir, claridad es lo que se requiere. Esperemos que las propuestas avancen en este sentido, dando lugar a menos ataques viscerales que sólo confunden, y a una mayor reflexión sobre las distintas opciones políticas en materia económica.