Darle voz al sin sentido

Darle voz al sin sentido
Por:
  • montserrats-columnista

El paso de Sean Spicer por la administración Trump ha sido corto. Parece mentira que hayan transcurrido sólo seis meses desde aquella primera desastrosa conferencia de prensa en que el portavoz amenazó a los medios con hacerlos responsables de sus reportajes contrarios a la presidencia. Era el inicio de la era de los “hechos alternativos” y de la campaña contra las “noticias falsas”. Un portavoz nunca debe convertirse en la noticia, pero Spicer fue la excepción.

A partir de esa primera semana, Spicer fue uno de los personajes favoritos de los analistas y de la sátira política. Se sabía que no duraría mucho, ya fuera porque le diera un infarto o porque su jefe se cansara de mandarlo ante las cámaras con misiones imposibles para luego dejarlo en evidencia al cambiar caprichosamente de parecer en el siguiente twitt nocturno. Sin embargo, el Presidente lo mantenía en el cargo, en parte por el elevado rating que tenían sus encuentros con la prensa.

Spicer nunca fue del equipo de Trump. El exportavoz trabajaba en el Partido Republicano y fue una de las pocas concesiones que hizo el millonario a la hora de conformar su gabinete. Ahora, con su salida, la presidencia se aleja aún más de sus legisladores.

Sarah Huckabee Sanders sustituye a Spicer y Scaramucci llega como nuevo director de Comunicaciones. Trump busca a gente que haga honor a su estilo y salga ante las cámaras a confrontar y defender su figura —más que a sus políticas— con ferocidad. Lealtad ante todo, sin importar las circunstancias, los hechos o las personas. Si esto los lleva a defender lo indefendible, no importa, la falta de sincronía con la verdad es un arte que se valora en la administración Trump.

Sarah cumple con este perfil y tiene la ventaja de contar con mayor experiencia política y un estilo menos insultante con la prensa. Seguramente le irá mucho mejor que a Spicer. El movimiento es estratégico para ella, ya que, de facto, tendrá que realizar no sólo el trabajo de su antecesor, dándole voz al absurdo, sino que, en buena medida, tendrá que suplir la falta de experiencia de su nuevo jefe. Scaramucci es un financiero amigo de la familia que es bueno para defender a Trump en los medios, al más puro estilo de Kellyann Conway, pero que no cuenta con el músculo político para ser el estratega que avance la agenda política al interior del gobierno y del Congreso.

Esta nueva sacudida a la administración Trump es muestra del caos interno y la falta de dirección de un equipo que vive a merced de los caprichos de un jefe que está acostumbrado a volar solo y a evadir regulaciones para avanzar. La paradoja gira en torno a que su visibilidad complica su acostumbrada forma de hacer las cosas basándose en la fuerza y el insulto.

msalomonf@gmail.com