De nada, Tuca…

De nada, Tuca…
Por:
  • jorgeernestow-columnista

Hace sólo tres semanas agradecíamos, en este mismo espacio, lo que considerábamos un gesto honesto y franco de Ricardo Ferretti, que se negaba abiertamente, y por enésima vez, a asumir el cargo de seleccionador nacional. El brasileño fue tan tajante en aquella oportunidad, que parecía imposible retroceder. Hoy, penosamente, debo escribir “De nada, Tuca”.

Todo ser humano puede cambiar de opinión, y eso no necesariamente implica falta de convicción. Esa variación de parecer también puede ser sinónimo de crecimiento y aprendizaje; pero en este caso queda en evidencia la total incongruencia de un personaje que, ciertamente, ofrece constantemente discursos contradictorios.

Ya alguna vez Ricardo había dicho –grosería innecesaria de su parte- que prefería ser barrendero que técnico de la selección mexicana, y acabó aceptando un interinato hace cuatro años, en el que al menos había un objetivo deportivo: obtener el boleto a la Copa Confederaciones, para lo cual había que derrotar a Estados Unidos en duelo por la Copa Concacaf; como finalmente se logró.

“Nunca más”, dijo entonces Ferretti. Palabras que también se llevó el viento. Cuatro años más tarde, acá vamos otra vez. El iracundo bigotón dice que no quiere compromisos largos, que no le interesa, que busquen un técnico en serio y que él sólo acepta el cargo por un ratito. Se presta como figura decorativa para encarar seis partidos que estaban en la agenda, con la única intención de generar recursos. Se confabula así con esos mismos intereses que solía criticar.

En todo caso debíamos estar acostumbrados. Ferretti es así. Suele asumir, cuando le es conveniente, la defensa global de todo “el futbol mexicano” y luego es el primero que mira únicamente por sus intereses. Un día es el primero que pide respeto en una conferencia de prensa y al siguiente es el primero que insulta a quien le pregunta algo que no le agrada. Un día es capaz de pedir fair play a los futbolistas rivales, como lo hizo con Triverio, hace tres semanas; y luego se queda callado cuando uno de sus futbolistas fingió una falta que derivó en el penalti que le permitió empatar en Aguascalientes.

Un día dice que la regla 20/11 es una “pendejada” y al otro habla maravillas de los jóvenes canteranos del futbol mexicano; los mismos a los que en sus equipos les suele otorgar mínimas posibilidades.

Un día califica los partidos amistosos de la selección en EU como “moleros” y después no tiene empacho en convertirse en el “rey del mole”, volviéndose cómplice de la misma industria que dice criticar.