El cerco y El Chapo

El cerco y El Chapo
Por:
  • larazon

Julián Andrade

Joaquín El Chapo Guzmán es uno de los narcotraficantes más relevantes. Su captura, por ello, significaría un triunfo rotundo del gobierno federal y la reparación de una cuenta pendiente, ya que el líder del cártel de Sinaloa escapó del penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco, justo en el debut de la primera administración panista.

Desde hace al menos unos meses hay señales claras de que se va cerrando un círculo y que los golpes, propinados por autoridades y rivales, son cada día más cercanos.

Es como un tablero de ajedrez en el que van quedando cada vez menos movimientos.

También se agota el tiempo, porque los personajes criminales que se hacen tan populares dejan de ser funcionales, tarde o temprano, para sus propios socios.

La libertad se va haciendo más cara y los riesgos van en aumento.

Hay dos datos por demás interesantes. El primero es el anuncio de la orden de captura, en Estados Unidos, en contra de Guzmán Loera, lo que indica, sin duda, que buscarán la extradición en el momento en que sea detenido.

La orden data de abril, pero la Oficina para el Control de Bienes del Tesoro lo anunció hace sólo unos días.

Guzmán Loera y su socio Ismael El Mayo Zambada están acusados de 14 cargos, entre ellos los de tráfico de cocaína y mariguana.

La DEA ofrece 5 millones de dólares por información que lleve a su captura y lo tiene colocado como uno de los más importantes fugitivos a nivel internacional.

El otro es que sus hijos, Iván Archibaldo y Ovidio Guzmán, son ya un objetivo del gobierno de EU, por lo que sus cuentas, en aquel país, pueden ser congeladas.

Pero ésos no son los únicos problemas. El pleito con los remanentes de lo que fue la organización de los hermanos Beltrán Leyva, y que sufrió un duro revés con la muerte de Arturo y la captura de Alfredo, sigue presente.

La muerte de Ignacio Coronel también significó un golpe de proporciones mayores y en el centro de las operaciones y la estrategia del cártel, porque perdió capacidad de anticipación y uno de sus liderazgos más importantes.

Hay, además, una labor persistente de las policías y los militares mexicanos para dar con el capo por medio de grupos que analizan información y hacen trabajo de campo de modo permanente.

La urgencia de atraparlo, más allá de los motivos electorales y que al final del día serán sólo coyunturales, tiene que ver con el mensaje que se mandaría y el que podría significar una clara victoria, cuando menos mediática.

Si se logra el objetivo, será como las detenciones de los enemigos públicos que realizó el FBI para consolidar su prestigio.

Lo otro, menos esperanzador, es que Guzmán Loera tendrá sustituto inmediato, quien continuará la guerra contra los Zetas, hoy por hoy el grupo criminal más peligroso y violento.

Es la lógica del negocio y sus círculos perpetuos, que hacen que cada victoria sea tan necesaria como pasajera.

julian.andrade@3.80.3.65

Twitter: @jandradej