El maestro, compañero en el camino del saber para ser y poder hacer

El maestro, compañero en el camino del saber para ser y poder hacer
Por:
  • larazon

Eugenio Lira Rugarcía

Hoy celebramos el Día del Maestro. Aristóteles constataba: “Todos desean saber”. Esto es verdad, ya que de alguna manera todos percibimos que del conocimiento depende el comprendernos a nosotros mismos y a los demás; tener claro cómo relacionarnos con todo, y el camino que debemos seguir para dirigirnos hacia nuestra plena y

definitiva realización.

Por eso, deseosa de “saber”, la humanidad ha desarrollado diversos caminos para alcanzarlo. Así han nacido la filosofía, las ciencias naturales, las matemáticas, la psicología, la sociología y otras disciplinas que conducen a diferentes niveles de conocimiento: físico, matemático y metafísico.

Estos conocimientos, adquiridos y acrecentados a lo largo de los siglos, se han ido transmitiendo y sistematizando de generación en generación, a fin de avanzar hacia el auténtico progreso.

En este proceso los maestros y las maestras han tenido y tienen un papel fundamental, ya que, habiendo recibido parte importante de esos conocimientos, acompañan a los alumnos en el camino del saber; un saber que no puede reducirse sólo a indagar la manera de hacer funcionar las cosas, sino que debe buscar algo más grande: la verdad propia de la persona, para que pueda realizarse y contribuir a un progreso que haga posible a todos una vida auténticamente humana.

Para cumplir esta misión humanizadora la educación debe fundamentarse en la verdad sobre la persona; complejo unitario eco-bio-psico-social-trascendente, conformado por cuerpo, sexualidad, emotividad, inteligencia, voluntad, libertad y un alma inmortal, capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente para entrar en comunión con otros.

La Iglesia siempre ha valorado la educación, convencida de que su fin es la causa de la verdad, valor fundamental sin el cual desaparecen la libertad, la justicia y la dignidad de la persona. Ésta fue la motivación que impulsó a Fray Juan de Zumárraga a la fundación de la Universidad de México en el siglo XVI, y a varios clérigos y religiosos a empeñarse en la educación de los indígenas, estableciendo, por ejemplo, el colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco en 1533.

En la actualidad la educación tiene diversas vertientes; pero su fin es formar integralmente a hombres y mujeres, como un servicio a la sociedad. Ante los retos de hoy y de mañana debemos responder con una educación integral y de calidad para todos.

Para contribuir a ello, las y los maestros, inspirados en el ejemplo de grandes docentes, como Estefanía Castañeda (1872-1937) y José Vasconcelos (1881-1959), han de procurar su formación continua y testimoniar con su vida aquello que es auténticamente humano. Así estarán contribuyendo a la construcción de un México mejor para todos.

*Obispo auxiliar de Puebla y secretario general de la CEM

Twitter: @MonsLira