El mundo de ayer

El mundo de ayer
Por:
  • Martin-Vivanco

Termino de leer El mundo de ayer. Memorias de un europeo de Stefan Zweig y me embargan sentimientos encontrados. Es un libro bellísimo y tristísimo a la vez. Por un lado, sus páginas envuelven una belleza sublime, aquella que emerge de la pluma de un autor que logra captar el espíritu de sus tiempos y que vivió una vida envidiable llena de arte y cultura. Por el otro, Zweig, describe las transformaciones del mundo europeo a lo largo de la primera mitad del siglo XX. Logra captar magistralmente las coordenadas del mundo en el que nació y la destrucción del mismo por las dos guerras mundiales. Ese mundo anclado en la certidumbre, la seguridad, y la libertad se torna

– en un santiamén – en uno de irracionalidad, dogmatismo y violencia. Lo más sorprendente es que sus reflexiones son tan actuales que parecen escritas para nosotros. Les dejo dos:

Sobre Hitler dice lo siguiente:

“Este orgullo basado en la formación académica indujo a los intelectuales alemanes, más que cualquier otra cosa, a seguir viendo en Hitler al agitador de las cervecerías que nunca podría llegar a constituir un peligro serio […] E incluso aquel mismo día de enero de 1933 en que se convirtió en canciller, la gran masa y los mismos que lo habían empujado al cargo lo consideraban un simple depositario provisional del puesto y veían el gobierno del nacionalsocialismo como un mero episodio” (p. 456)

Y con una nostalgia que cala hondo, dice lo siguiente:

“Resulta difícil desprenderse en pocas semanas de treinta o cuarenta años de fe profunda en el mundo. Anclados en nuestras ideas del derecho, creíamos en la existencia de una conciencia alemana, europea, mundial, y estábamos convencidos de que la inhumanidad tenía una medida que acabaría de una vez para siempre ante la presencia de la humanidad. Puesto que intento ser tan sincero como puedo, tengo que confesar que en 1933 y todavía en 1934 nadie creía que fuera posible una centésima, ni una milésima parte de lo que sobrevendría al cabo de pocas semanas”. (p. 459)

Creo que muchos nos podemos reconocer en esos párrafos. Todas nuestras certezas parecen diluirse cual terrones de azúcar. Y no deja de sorprenderme cómo pudimos pasar por alto, como si fuera un agitador de cervezas más, a Trump y a otros líderes que aparecen en la nueva normalidad mundial. Una nueva normalidad que no acabamos de asimilar porque creemos –como en su época lo hizo Zweig– que nuestra idea de humanidad triunfará sobre la inhumanidad que nos rodea. Sin embargo, si algo nos dicen esos dos párrafos es que nuestra realidad está en serio peligro porque se sostiene tan sólo por ideas, por concepciones. Estas ideas conllevan actitudes y acciones mutuamente dependientes: al cambiar unas, se modifican las otras. Y ambas se encuentran en proceso de cambio a nivel mundial. Nuevas ideas y actitudes que no cuadran con el canon que se instaló entre nosotros después de la Segunda Guerra Mundial. Ese canon de humanidad común, de solidaridad, de igualdad y de derechos humanos, sufrió este 2016 una embestida que hará que este año pase a la historia como un antes y un después en nuestro entendimiento del mundo.

Zweig termina sus memorias con una profunda nostalgia por ese mundo. Yo termino este año no con nostalgia –todavía no sé cuál es el alcance de lo perdido– pero sí con un profundo desencanto ante nuestro presente. Porque sé que se fue un mundo, pero todavía no alcanzo a vislumbrarlo. Lo que queda es hacer una revisión profunda de nuestras ideas, de nuestros modelos de entendimiento de la realidad. No hay futuro posible si no logramos entender las razones subyacentes a estos fenómenos. Lo peor que nos podría pasar es encerrarnos en nuestra torre de marfil y seguir explicando la realidad con categorías empolvadas y rústicas. Los que creemos en los derechos y en las libertades fundamentales de todos los seres humanos debemos repensar todo lo que hemos aprendido. Debemos de dotar al movimiento ilustrado, al humanismo, de un nuevo lenguaje. De ese tamaño es el reto. Feliz 2017.

1 Zweig, Stefan, “El mundo de Ayer. Memorias de un europeo”, Acantilado, Barcelona, 2011

Twitter:

@MartinVivanco