Endeudamiento exorbitante y rendición de cuentas

Endeudamiento exorbitante y rendición de cuentas
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Derrotero Económico

Por Gustavo Rivera Loret de Mola

El secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray, fue contundente: “de ninguna manera podemos hacer un rescate (…), tiene que ponerse orden en el tema de las deudas”. Esto en respuesta a una pregunta sobre el incremento dramático de las deudas estatales y municipales durante 2012.

Al inicio de 2013 la deuda municipal ascendía a 43 mil 646 millones de pesos, y de los 2 mil 456 ayuntamientos que existen 10 concentraban el 33.5% de la deuda. Tres alcaldías jaliscienses (Guadalajara, Zapopan y Tlaquepaque), dos neoleonesas (Monterrey y San Nicolás de los Garza) y dos bajacalifornianas (Tijuana y Mexicali) acompañaban a León, Benito Juárez (Cancún) y Nuevo Laredo entre las 10 más endeudadas.

Además, también destacaban entre las de mayor incremento en su deuda de junio de 2011 al igual mes de 2012: Zapopan (240%), Guadalajara (69.6%), León (56.7%), Tlaquepaque (53.5%), Tijuana (25.1%), Mexicali (19.2%) y Monterrey (18.7%). Morelia (113.8%), Aguascalientes (65.9%), Centro (Villahermosa) (60.2%), Tlajomulco (48%), Hermosillo (43.5%), Guadalupe (22.7%), Cuernavaca (22.5%) y Puebla (19.3%) completaban la lista.

¿En qué se parece la mayoría de estas alcaldías? A falta de más evidencia, se parecen en que fueron pieza clave de las estrategias electorales de los ediles que las ocuparon en los últimos años. Por ejemplo, en 2012, Jalisco, Guanajuato, Morelos y Tabasco celebraron elecciones para gobernador, y los ediles de los municipios más endeudados (Enrique Alfaro, de Tlajomulco; Aristóteles Sandoval, de Guadalajara; Manuel Martínez, de Cuernavaca; Ricardo Sheffield, de León, y Jesús Alí, de Villahermosa) aspiraron a ser o fueron candidatos a la gubernatura.

 De ser cierta esta hipótesis, el despilfarro de los ediles aspirantes a gobernador sería posible por la ausencia o escasez de mecanismos horizontales y verticales de rendición de cuentas. Entre los horizontales destacan la autonomía judicial, las leyes de transparencia y la fiscalización —todos mucho más débiles a nivel local que federal. Entre los verticales el voto es el mecanismo más importante, sobre todo si aspiramos a fortalecer la representatividad de nuestra democracia.

El problema con el voto es que, ante la imposibilidad de reelegir a nuestros gobernantes, se pierde buena parte de su efectividad como método de premio y castigo. Mientras no podamos premiar o castigar una gestión a través del voto, la transparencia seguirá dependiendo de la buena voluntad de los gobernantes.

Por estas razones, y a pocas semanas de que se discuta una reforma sobre transparencia en municipios y estados, vale la pena pensar en herramientas institucionales que contribuyan a materializar nuestros objetivos. Si estamos de acuerdo en que urge profundizar la transparencia, la reelección de ediles e inclusive de gobernadores debería figurar entre las opciones más atractivas.

Aunque en el fondo el endeudamiento exorbitante es un tema de finanzas públicas, no está de más ajustar los incentivos institucionales para cambiar, aunque sea un poco, la conducta de los gobernantes. Y es que los principales perjudicados del endeudamiento somos los contribuyentes, que terminamos pagando por las aspiraciones políticas de unos cuantos.

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