Estos días sin agua

Estos días sin agua
Por:
  • larazon

Nada es veneno y todo es veneno: depende de la dosis. Estos atardeceres amarillos, y de lluvias esmirriadas de agosto, han venido a decirnos que la vida en la capital se ha emponzoñado definitivamente por tanta agua malgastada… y por la poca que va a haber hasta que se acabe en febrero.

Porque es oficial, al menos lo afirma el GDF en su propaganda: en seis meses la capital se seca. Sólo que nadie se quiere dar por enterado, pues 20 años de campañas de ahorro acabaron como la fábula del pastor que gritaba “ahí viene el lobo” y, de tanto repetirlo, nadie le creyó.

Hasta que un día el lobo llegó y se comió el rebaño. Igual de drástico es lo que viene, no sólo en el DF y en México, sino en todo el mundo: la disputa por el agua, con guerras más encarnizadas que las del petróleo.

Poco ayudaron los populismos que gobiernan la capital desde hace más de 10 años, toda vez que, convencidos de que el dinero gastado debajo de la tierra no aporta votos, fueron reacios a invertir en reparar o construir cañerías de manera suficiente.

Ello provocó que, únicamente por fugas, en estos momentos se pierda más de la tercera parte del agua potable, a un ritmo de 24 mil litros por segundo, una cantidad con la cual podrían vivir de manera holgada ocho millones de personas.

Mucho peor, ni siquiera han sido capaces de recolectar el agua que les cae del cielo: durante la última década se registró el más alto promedio de precipitaciones e inundaciones en el Valle de México.

Sin embargo, no existe infraestructura para reutilizar esa agua, como tampoco para cobrar deudas millonarias, públicas y privadas, ya que los mecanismos de cobro no funcionan por lo mismo: eso no da votos.

El panorama se empeora —será más todavía en la sequía del invierno próximo— porque el paisaje urbano de pipas de barrio que antes parecía exclusivo de Iztapalapa empieza a llegar a colonias de clase media alta y residencial.

Y no es mera anécdota, sobre todo si se toma en cuenta que, mientras en Iztapalapa, por ejemplo, cada persona consume 128 litros; en las colonias Del Valle y Narvarte son 169; en tanto que en el área restaurantera de La Condesa o las Lomas de Chapultepec son 567.

Hogares sin agua corriente hasta por cinco días, pipas que van y vienen, cobertizos en la colonia Buenos Aires donde falsifican botes de Electropura con aguas albañales… un panorama que va camino a ser apocalíptico.

Lo concluyó mejor hace poco Pablo Hiriart:

“Y sólo había que cuidarla”.

fdm