Gómez Mont: la honra a tiempo

Gómez Mont: la honra a tiempo
Por:
  • larazon

Un político con pudor no podía permanecer militando en un partido del que cree que hace alianzas “antidemocráticas” que significan “un fraude a la ley” y “empobrecen una relación seria entre los políticos y la sociedad”.

Gómez Mont renunció al PAN por estar contra las coaliciones pactadas en Quintana Roo, Oaxaca, Hidalgo, Puebla y Durango con el PRD, un partido que a tres años de las elecciones se resiste a reconocer a su jefe, el Presidente de la República.

Sin embargo, político aseado si lo hubiese y hombre de un recato moral evidente, su decisión es más profunda mirada en dos aristas: una que comprende a su ética política y otra a su filosofía de vida.

Relacionado a la primera, deja de ser panista por cuestión de honor, pues durante la discusión del Presupuesto 2010 negoció personalmente el voto a favor de los priistas a cambio de impedir la alianza PAN-PRD.

Ya con la coalición firmada, con qué vergüenza miraba a los ojos de los priistas con quienes se comprometió, como el gobernador oaxaqueño, Ulises Ruiz, quien encabezó la lista de los que jalaron con él públicamente para incrementar los impuestos que planteó Hacienda.

Con su palabra en juego, y en su condición de valedor de la política interna, Gómez Mont actuó como caballero: abandonó la organización en la que había depositado sus esperanzas políticas.

Hace poco realizó el examen on line para reelegirse consejero del PAN, lo que le permitía compartir hasta 2013 un espacio con los 300 hombres fuertes del Consejo Nacional y llevar mano en la elección del candidato presidencial.

La otra parte de su renuncia toca a sus convicciones: le resultaba una carga moral insoportable aprobar la coalición del PAN, un partido que considera inalienable “el derecho a la vida” y que “el embrión humano es persona” con el PRD, que promueve el aborto y la eutanasia.

De ahí su inapelable declaración de que la alianza “empobrece una relación seria entre los políticos y la sociedad”. Para entenderlo basta con leer a vuelo de pájaro la declaración de principios de ambos.

PAN: “La vida y la dignidad del ser humano deben protegerse y respetarse desde el momento de su concepción hasta su muerte natural. El derecho a la vida es inviolable y debe ser respetado, garantizado y protegido por el Estado. Nadie es dueño de la vida, ni de la muerte”.

PRD: “No intentamos imponer una moral pública ni sancionar la vida privada de las personas y respetamos su libertad, autonomía y dignidad sin importar género, edad, raza, orientación sexual, expresión e identidad sexogenérica o condición social”.

Gómez Mont no tuvo hígado para resistir ese engendro.

Por eso es, desde ayer, un cadáver político.

ruben.cortes@3.80.3.65

fdm