La alternancia y el centro

La alternancia y el centro
Por:
  • larazon

El estudioso de la política latinoamericana, Daniel Zovatto, ha hecho un análisis pertinente sobre las elecciones presidenciales de la región en los dos últimos años y sobre las que tendrán lugar en el año en curso. A partir de ese ejercicio Zovatto concluye que podrían afirmarse dos tendencias en la democracia regional, que marcarían algunas diferencias con la pasada década. Esas dos tendencias serían un incremento de la alternancia y un desplazamiento ideológico de líderes y partidos —de derecha o izquierda— hacia el centro.

En efecto, en las últimas elecciones presidenciales de la pasada década, en Uruguay, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Colombia, Costa Rica, e incluso, en las más recientes brasileñas, ganó el partido oficial o se reeligió el propio presidente. Sólo en tres países centroamericanos (Honduras, Panamá y El Salvador) y en Chile se produjo la alternancia. En las cinco elecciones presidenciales que habrá este año (Haití, Perú, Guatemala, Argentina y Nicaragua), a excepción de estos dos últimos, lo más probable es que gane la oposición.

Este ascenso de la alternancia ha provocado, a su vez, una notable moderación de las políticas públicas de la izquierda latinoamericana y un rebajamiento del protagonismo de Hugo Chávez y la corriente bolivariana. Las sutiles distancias que Dilma Rousseff ha marcado en relación con la agenda internacional de Lula o la superación de las crisis diplomáticas de Argentina con Chile o con Uruguay han fortalecido la interlocución en el Cono Sur, limitando las intervenciones de Chávez en ese espacio.

Si hubiera que encontrar una explicación histórica de mayor calado a esta tendencia a la alternancia y al centro en la política latinoamericana no podría eludirse el efecto benéfico que, a pesar de la timidez de su estrategia hemisférica o del escándalo de Wikileaks, ha tenido la administración de Barack Obama en las relaciones interamericanas. Tan sólo el abandono de la agresividad antiterrorista y del lenguaje hegemónico de George W. Bush ha contribuido mucho a la distensión en el área y ha mantenido a flote la expectativa de un mejoramiento de las relaciones entre América Latina y Estados Unidos.

Otro elemento a tener en cuenta es la concentración de Chávez, Correa, Morales y Ortega en los asuntos domésticos de sus respectivos países, determinada, en buena medida, por el fortalecimiento de sus oposiciones.

Ninguno de esos líderes puede descuidar el frente doméstico y derrochar recursos y energías en la polarización regional, ya que la permanencia de los mismos en el poder, gracias a la maduración de la estrategia opositora, no está asegurada.

Por último habría que ponderar la influencia que sobre las propuestas más radicales de la izquierda regional tiene el actual proceso de lenta aproximación del socialismo cubano a la economía de mercado. Aun cuando Fidel y Raúl Castro logren mantener a flote su aparato de promoción simbólica del “socialismo del siglo XXI”, la realidad de una economía insular que se desestataliza y de una naciente sociedad civil que se independiza de los controles gubernamentales, refuerza esa corriente moderada dentro de la izquierda latinoamericana.

rafael.rojas@3.80.3.65