La defensa de lo nuestro

La defensa de lo nuestro
Por:
  • pedro_sanchez_rodriguez

Lo ocurrido el fin de semana pasado en Charlottesville, Virginia, Estados Unidos volvió a mostrar un rostro de nuestro vecino del norte marcado por el odio racial y los deseos de volver a un régimen que niega los derechos a ciudadanos no blancos. A su vez, un sector estadounidense ha salido a defender el terreno ganado por distintos grupos, parte de esta sociedad, durante siglos. A pesar de ello, pareciera que las muestras de odio son más enérgicas que las manifestaciones de paz.

La campaña presidencial, así como el mandato del presidente Donald Trump ha sido catalogado, por algunos críticos, como políticamente incorrecto. Se ha reconocido que la irreverencia del presidente de Estados Unidos es atractiva para un sector de la población que en los últimos años ha visto empeorar su situación y que atribuye esta situación a la tibieza y al énfasis que han puesto los últimos gobiernos en programas que intentan beneficiar a sectores sociales históricamente desaventajados.

Pareciera que en ocasiones la defensa de estos programas y los argumentos que los sustentan no cuentan con la suficiente fuerza para poder responder a movimientos racistas que se manifiestan violentamente en las calles. La dificultad recae en el intento por racionalizar los discursos de odio que han salido a las calles de su escondite, en la desilusión que genera que, a pesar de siglos de lucha, de monumentos a la memoria de aquellas personas que sufrieron en carne viva la esclavitud y la discriminación, la lección no haya sido aprehendida.

Estados Unidos necesita de ciudadanos con espíritu republicano, dispuestos a luchar por sus derechos y los de sus vecinos. De ciudadanos creativos, imaginativos y valientes capaces de idear mecanismos, manifestaciones y argumentos que compitan en intensidad en todos los foros de la escena pública con las manifestaciones de odio. De lo contrario, sectores confundidos y poco convencidos de su igualdad con los otros, pueden sumarse a esta ola de racismo y discriminación. Se necesitan, sí, manifestaciones reflexivas, bien pensadas y argumentadas, pero también manifestaciones de amor, de humanidad y empatía, que desborden la irracionalidad típica del amor y la vida misma.

Si para muchos de nosotros el odio por el otro resulta irracional, hay otros a quienes les resulta incomprensible algún parecido con su vecino. Hoy, hay que dar la cara por los otros, aunque creamos que no nos toca, aunque no sea nuestro problema, porque es la única solución que nos queda. Para hacerlo no se necesita de nacionalidad, irreverencia, corrección política, o una razón fundamentada, se necesita un saco de cuero relleno de sangre que dedica sus latidos sin pensar a quien.

Twitter: @hastaelPeter