La sociedad abierta

La sociedad abierta
Por:
  • Valeria-Martija

El filósofo Karl Popper publicó, en 1945, el influyente libro La sociedad abierta y sus enemigos; en él, hace un repaso sobre las formas de organización política que han delineado grandes pensadores —Platón, Marx, Hegel—para concluir que debemos optar por sociedades abiertas por encima de las sociedades cerradas.

Las sociedades abiertas son aquellas cuyos gobiernos son tolerantes a las diferencias entre los ciudadanos, con gestiones transparentes y receptivas a las necesidades y demandas de la sociedad. Además, los ciudadanos pueden sustituir al gobierno sin necesidad de recurrir a la violencia mediante mecanismos previamente establecidos. Así, la democracia, la libertad y los derechos humanos se vuelven los pilares que sostienen dichas sociedades.

Por su parte, las sociedades cerradas están basadas en el pensamiento mágico, desprecian a la ciencia y son intolerantes a la crítica. El vínculo entre los ciudadanos descansa en cuestiones biológicas —parentesco, raza— y se rigen por la fuerza de las costumbres. Así, se vuelven intolerantes y estáticas. Suelen traducirse en dictaduras y regímenes militares.

Desde la mitad del siglo xx, la mayoría de los países occidentales tuvieron como horizonte político, como meta, el modelo de las sociedades abiertas.

Así se construyeron las reglas del juego democrático y se definieron los elementos de las democracias sustantivas.

Desde hace un mes, el presidente Trump ha utilizado el marco de la sociedad abierta para gobernar con los principios de una sociedad cerrada. Esta contradicción conceptual es lo que hace especialmente complicado predecir sus movimientos y calcular sus intereses.

Trump se aprovecha de los beneficios de la democracia y los derechos humanos para pervertirlos; en estos treinta días ha polarizado a la sociedad norteamericana, amenzado a la comunidad internacional y ha revivido el antiamericanismo del siglo pasado. Y nada de esto abona a la paz.

El Presidente ha utilizado la libertad de expresión para sembrar discursos de odio; descalifica a los críticos y cuestiona la veracidad de su información. La amenaza se ha vuelto la marca de la casa y, el desconcierto, el humor nacional.

Con este doble discurso de gobierno perdemos todos pues, más allá de la circunstancia histórica, esta gestión de la Casa Blanca debilita a la democracia, a la comunidad internacional, a la economía y, naturalmente, a las sociedades abiertas.

Y aunque el capitán quiera cambiar el destino no debemos abandonar el barco sino de remar con más fuerza, con el viento en contra pero sin perder el rumbo: vayamos adonde queremos llegar.

Si algo bueno puede salir de esto, que sea un reforzamiento en las ideas de tolerancia, paz, libertad y derechos; no dejemos que nuestros principios sean trastocados por los delirios de los intereses

de nadie.

valeria.lopez@anahuac.mx

Twitter:@ValHumanrighter