La violencia que viene

La violencia que viene
Por:
  • larazon

Luciano Pascoe

En las sociedades inculpas, pequeñas y temerosas, pocas cosas son tan exitosas como apelar a un gran enemigo que viene por nosotros. El miedo y el odio se vuelven gasolina política y electoral.

Y es que nada justifica los crímenes de odio. No importa si son por género, sexualidad, religión o, en este caso, color de piel. Que no quede duda: los discursos que los promueven no están

libres de culpa.

Hace unos días los hermanos Scott y Steve Leader salieron de un juego de beisbol en Boston, caminando, encontraron a un hombre dormido afuera de una estación del subterráneo.

Los Leader le orinaron la cara, le arrebataron las cobijas y su bolsa de dormir. Pero no pararon ahí. Con los puños y un tubo lo golpearon hasta romperle la nariz y dejarlo herido en la cabeza y el torso.

Algunos testigos pidieron apoyo a la policía y fueron arrestados. Ya bajo custodia, el hermano mayor, Scott, justificó el ataque porque el hombre era hispano e indigente.

Scott Leader tiene antecedentes penales; pasó un año en prisión por otro crimen de odio, ya que días después del 11 de septiembre de 2001 atacó a un hombre marroquí, a quien insultó y golpeó llamándolo terrorista.

El caso de los Leader no es novedad; en 2001 hubo reportes de agresiones en contra de personas que parecían musulmanes, pasó también tras el atentado del maratón de Boston en 2013. El nuevo objeto de odio son los latinos o, más precisamente, quienes parecen latinos.

Según versiones de la policía, Scott dijo que Donald Trump estaba en lo correcto y que todos los inmigrantes ilegales deben ser deportados.

Cuando Trump arrancó su campaña para la nominación del Partido Republicano, pintó un cuadro para apelar al estadounidense profundo y pintó a los latinos como criminales que trafican drogas y violan. Llamó a terminar con esos delincuentes que se llevan los trabajos y la tranquilidad. Trump juega con un monstruo de mil cabezas. Uno que ha tomado años empezar a domar y que ni él controla.

En Estados Unidos de hoy, ignorante y egocéntrico, el discurso de odio corre y se esparce entre fanáticos como fuego en pastizales secos.

No sorprende que Trump, al ser cuestionado por el ataque, dijo que no había oído nada al respecto y que sería una pena, pero respaldó a sus seguidores al decir que son muy apasionados, que aman a su país y que quieren que vuelva a ser grande. Pasión le llamó.

Trump, como tantas voces que engendran odio, no condenó un ataque ni reprochó la violencia. El puntero en las encuestas republicanas prefirió respaldar la pasión de sus seguidores antes que señalar como inexcusable un

acto de barbarie.

El crimen contra el hombre de Boston sucedió el miércoles y Trump cambió hasta el viernes su versión para, a través de un tuit, decir que no respaldaría la violencia, que nos debemos tratar con respeto. El daño estaba hecho.

La inspiración de Trump es una llamada de atención para quienes llaman a odiar. Los hermanos Leader cometieron un crimen de odio y lo hicieron inspirados en el discurso de Trump.

El político no es una figura alejada de la realidad estadounidense; no es un hombre predicando en la lejanía, sino parte integral del debate Republicano. Él lleva la agenda, es quien marca el ritmo de la contienda.

Trump, primero en las encuestas, está orillando a los otros precandidatos a girar a la derecha en el tema migratorio, a endurecer posiciones contra latinos y musulmanes, a no rechazar la construcción del muro fronterizo o a hablar de confiscar los recursos que inmigrantes mandan como remesas.

Esa parte de Estados Unidos se aleja cada vez más de la moderación y se radicaliza; la sociedad racista y prejuiciosa escucha atenta la voz de quienes, como Trump, llaman a cerrar las fronteras y despreciar todo lo que viene de afuera.

La violencia y segregación son parte de su historia y, lamentablemente, sigue latente. A esa nación le ha costado muchas vidas cambiar el pensamiento para que acepte, por ejemplo, que la población negra tiene derechos. Que las mujeres merecen trato equitativo y que los hispanos son parte de su país, les

guste o no.

Quienes creen que Trump y su violencia está lejos y es cosmética, están profundamente equivocados.

Y, precisamente por eso, es preciso llamarlos por su nombre y señalarlos como incitadores de la violencia. Ellos son quienes incendian para sacar raja con un discurso maniqueo, quienes llaman a odiar para crecer y, ahora, mejorar sus aspiraciones de gobernar.

Y si no, preparemos a México y a los latinos para la violencia que viene.

luciano.pascoe@gmail.com

Twitter: @lucianopascoe