Las bondades de la segunda vuelta electoral

Las bondades de la segunda vuelta electoral
Por:
  • juan_ramon_moreno

Son bien conocidos los beneficios de la segunda vuelta electoral en las elecciones presidenciales, método cada vez más extendido en países latinoamericanos con sistemas políticos y de partidos similares a los mexicanos.

En términos muy amplios, si ningún candidato presidencial logra más de 50 por ciento de los votos efectivos, se hace una segunda elección en la que sólo contienden primero y segundo lugar, por lo que el ganador de la Presidencia necesariamente obtiene la mayoría absoluta de los votos. De alguna manera, lo que la segunda vuelta logra es generar en sistemas multipartidistas resultados tan estables como los que se tienen en sistemas bipartidistas. ¿Cómo se estarían desarrollando estas campañas si existiera en México la segunda vuelta electoral? De mejor manera, sin duda.

Primero, habría menos incertidumbre en torno a cómo hará para gobernar quien resulte vencedor. Al momento de enviar iniciativas de ley al Congreso, negociar con otros actores políticos relevantes e implementar su programa de gobierno, el apoyo de los ciudadanos con el que el Presidente cuenta sí importa y puede convertirse en una de sus cartas más fuertes. En México el último Presidente que tuvo más votantes a su favor que en su contra fue Carlos Salinas de Gortari, y quien sea que gane este 1 de julio no obtendrá más de 40 por ciento de apoyo. Pintaría distinto el panorama si, con una segunda vuelta, el ganador llegara, por aritmética pura, con una mayoría absoluta de votos a su favor.

Segundo, se desharía el nudo en el Congreso. Nuestras leyes electorales fueron diseñadas para favorecer la pluralidad en el Poder Legislativo —y creo que eso no debe cambiar—. Como efecto colateral, a veces se genera parálisis porque ningún partido es capaz de construir mayorías para impulsar su agenda. Lo que ocurre con la segunda vuelta electoral es que todos los partidos negocian con los dos finalistas para decidir a quién apoyarán en la elección final. Entonces, se generan coaliciones de gobierno implícitas o explícitas que se traducen en sillas en el gabinete, alianzas legislativas o impulso de agendas conjuntas. El Pacto por México es una experiencia similar a lo que ocurriría en el Congreso si hubiera segunda vuelta electoral para la Presidencia: los partidos de la coalición vencedora se unirían para impulsar acuerdos basados en sus puntos compartidos.

Tercero, no es sólo un buen deseo pensar que la calidad del debate se elevaría. Los candidatos con menor posibilidad trabajarían por posicionar su imagen y propuestas, que son el capital político que tienen para la negociación de la ronda final. Los candidatos con mayor posibilidad trabajarían por llegar a la segunda vuelta y construir la coalición ganadora. Menos señalamientos personales porque uno no sabe con quién se acabará aliando… Una historia completamente distinta, pues.