Liberales de Hoy y Conservadores de Siempre

Liberales de Hoy y Conservadores de Siempre
Por:
  • rodolfoh-columnista

La historia de México con la Iglesia ha sido sin duda muy compleja. Desde un principio entró con la fuerza de la espada en el corazón de los pueblos originarios. Claro está que, visto franqueza, la religión católica vino a sustituir a cultos religiosos bastante primitivos. De entrada nadie puede negar la práctica de sacrificios humanos y antropofagia, que eran parte esencial de los rituales indígenas.

Si bien el catolicismo de esa época —apoyado en la salvaje inquisición española— no era muy piadoso que digamos, tuvo la habilidad de utilizar también a la persuasión como una herramienta para que los pueblos conquistados cambiaran a sus deidades por otras; al grado de que al final se mezclaron ritos indígenas con católicos y hasta una virgen morena hizo su aparición. Así, acompañando el paso de los siglos, la autoridad virreinal y la Iglesia compartieron el gobierno y el poder. Lo mismo por cierto ocurría también en Europa, en donde el papado fue uno más entre la constelación de reinos y principados.

Iniciamos la lucha por la independencia liderados por “hombres de Dios” : los curas Hidalgo y Morelos. Aunque medio siglo después volvimos a las armas por una lucha intestina entre liberales y conservadores. Hoy en día, con la amplia perspectiva que nos regala el tiempo transcurrido, es más fácil discernir quienes de entre ellos eran más o menos patriotas que los otros. La verdad de las cosas es que en ambos bandos había hombres y mujeres dispuestos a morir por su joven patria. Fueron como siempre los intereses, las creencias y los anhelos diversos lo que los separó (así es la naturaleza humana). Ahí está por ejemplo Miguel Miramón —católico acérrimo— quien cayó preso durante la invasión norteamericana defendiendo a su tierra; pero que después volvería arriesgar su vida para defender al México que deseaba; aunque fuera uno entregado a la religión.

En el bando contrario estaba Benito Juárez —el gran artífice de la separación Iglesia-Estado— y cuyo legado es más amplio que eso; quien sin embargo comprometió la integridad de la nación a cambio de la victoria, con la firma del infame tratado McLane –Ocampo. Pero al final el gran logro de dejarle a Dios lo que es de Dios y al Estado lo suyo no puede regatearse ni tampoco ponerse en riesgo. La guerra cristera, 76 años después de las leyes de Reforma, es un triste recordatorio de posiciones antagónicas llevadas al extremo; y del cuidado que siempre debemos de tener respecto a las aspiraciones conservadoras trasnochadas (de izquierda y de derecha).

Pero trasnochado también es rasgarse las vestiduras por la visita del Papa. Ni el Obispo de Roma despachará en Gobernación; ni tampoco se va a prohibir la venta de anticonceptivos y condones. Los moteles seguirán tendiendo sus mejores días los lunes y los jueves; y los políticos corruptos seguirán siéndolo aunque se persignen y besen anillos santos. Nuestra moneda seguirá su curso (estoy seguro que se apreciará); y ningún resultado electoral se verá alterado.

Lo que es cierto es que millones de personas se sintieron felices y reconfortadas. Eso a quienes no somos practicantes o creyentes no nos debe de generar más que respeto a sus creencias, —y quizás mucha molestia por los cierres absurdos de vialidades— porque al final el respeto al derecho ajeno es la paz.