Los egos literarios
Elmer Mendoza en “Fiesta”, de Firmado con un klínex, reúne en un convite a varios de los más prestigiosos escritores iberoamericanos contemporáneos. El narrador hace una disección de las manías de los asistentes: gestos íntimos, señas exclusivas, gozos y promesas. Cada personaje del relato de Mendoza está bosquejado por un índice que lo descubre íntegro, sin máscara ni pose. El novelista cubano Jesús Díaz en Las palabras perdidas glosa un retrato hilarante y exacto de la literatura cubana de los últimos 50 años a través de sus escritores más emblemáticos.
Otra vez muecas que delatan un universo marcado por el egocentrismo: Reinaldo Arenas decía: “¿Y de qué me sirven los premios y el reconocimiento en el extranjero, si lo muchachos de esta isla no leen y no saben nada de mí? Cuando digo que soy escritor ni caso me hacen, sólo les importa mi cuerpo”. El autor de El mundo alucinante quería utilizar su oficio para conquistar mancebos. Una vez le preguntaron a García Márquez para qué servía el Nobel y el colombiano contestó: “Para no hacer colas en los aeropuertos”.
Los escritores se creen mejores que los zapateros, más importantes que los pilotos y más necesarios que los maestros de primaria. Siempre están soñando, pero fantasean con ellos mismos: “Me veo rodeado de lectores de todo el mundo con ejemplares de mis novelas en diferentes lenguas, me piden una dedicatoria, quieren tocarme, me sonríen… Despierto, esa mañana escribo páginas maravillosas”, me contaba invariable cada vez que venía a México, el narrador Carlos Victoria. Egos y literatura en un diálogo interminable. Oficio de tiniebla y soledades. El escritor se nutre de admiraciones, se sienta frente a la hoja en blanco con la esperanza del reconocimiento exterior.
[caption id="attachment_667515" align="alignleft" width="206"] Egos Revueltos Autor: Juan Cruz Género: Memorias Editorial: Tusquets[/caption]
Egos Revueltos. Una memoria personal de la vida literaria (XXII Premio Comillas de Historia, Biografía y Memoria), del periodista, editor y novelista Juan Cruz Ruiz (Puerto Cruz, Tenerife, 1948), aborda las vanidades del mundo literario contemporáneo. Conversé muchas veces con Eliseo Alberto sobre un texto de este escritor español: Retrato de un hombre desnudo, que yo recomendaba a todo el mundo. “Juan Cruz es el hombre más bondadoso del mundo, él es así, regala ternuras donde quiera que pone sus ojos”, me dijo el autor de Caracol Beach. “Mi vida ha sido una especie de confabulación para hacer que la gente sea feliz, y seguramente no lo he conseguido nunca”, confiesa el autor de este libro indulgente y compasivo que es un mapa para entender los avíos escondidos de los quehaceres editoriales de los últimos 50 años. Juan Cruz sabe de lo que habla, comenzó en el periodismo cultural a los 13 años: sus ojos atentos y desnudos han sido testigos de muchos modales y cabalgatas de célebres escritores modernos. Confesiones de un acompañante que ha sabido cargar las maletas de los invitados al banquete. Ha visto cómo el sueño invade al fantasioso. Ha tenido la perspicacia de dejar una rendija en la mochila del convidado para que las camisas respiren. Preguntar para construir vidas. Memoria que se cruza con la admiración y hace pausa en la amistad. Egos Revueltos, retrato de estaciones literarias. La palabra protagoniza la peregrinación.
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