Los reclusorios: tierra de oportunidades

Los reclusorios: tierra de oportunidades
Por:
  • larazon

Bibiana Belsasso

¿A quién no le interesa controlar los penales? Este fin de semana se dio un nuevo motín en cárceles mexicanas. Por lo menos 20 reos murieron en el Centro de Readaptación Social de Apodaca en Nuevo León. La razón: se dice que se gestó un “complot” por parte de internos y celadores que generó un enfrentamiento entre los reos de las zonas E y D del penal donde se encuentran los reos de baja y mediana peligrosidad.

Durante el enfrentamiento se generaron varios incendios por la quema de pertenencias de los internos como colchones. Los internos aumentaron la desestabilización del penal para mostrar quiénes son los que mandan. ¿Qué pasó en el penal de Apodaca? Lo mismo que sucede en todos los demás penales como en Chihuahua, Veracruz, Tamaulipas y Tijuana entre otros.

Los penales locales se utilizan como mecanismos de corrupción e instrumentos incluso de financiamiento de funcionarios y fuerzas políticas.

En estos centros, las fugas y motines son la norma. Los propios internos son los que ponen sus reglas y gobiernan el lugar. Con dinero se logra todo, tener celulares, comida y celdas especiales. Desde ahí se operan la mayoría de las extorsiones y negociaciones de secuestros. Se consiguen mujeres y se maneja la droga dentro y fuera del lugar.

La sobrepoblación es uno de los principales desafíos. Con el sistema penal inquisitorio, las cárceles se saturan de personas detenidas. El promedio de superpoblación es del 140 por ciento, pero en lugares donde se han dado con mayor frecuencia los motines como en Tijuana la sobrepoblación puede llegar al 200 por ciento.

El noventa por ciento de la población en los penales no es de alta peligrosidad, pero comparte espacio con delincuentes profesionales. La mitad de los presos purgan penas por haber cometido robos menores, el 80% nunca conoció al juez que los juzgó y el 70% no tuvieron defensa legal. Menos del 10% de las personas en las prisiones realizan un trabajo.

En los reclusorios mexicanos se encuentran los presos más pobres que, literalmente, están siendo puestos a disposición de los verdaderos criminales para poder subsistir en esos lugares. Una vez que salen de ese lugar se habrán ya convertido en delincuentes profesionales, traficantes de droga y mujeres, extorsionadores y secuestros.

Pero los reclusorios locales son una mina de oro para muchos, por eso no importa si los propios internos los manejan, siempre y cuando a los que deberían de ser la “autoridad”, les pasen su parte.

Los penales federales han podido ser controlados de una mejor manera. La última fuga que se tuvo en los reclusorios federales fue la de Joaquín El Chapo Guzmán. Desde entonces las medidas que se han tomado han sido distintas a aquellas que se emplean bajo los mandatos estatales. Hay funcionarios de carrera, el numero de reclusos es manejable, y no se depende de las vicisitudes políticas, no hay hacinamiento y el control lo tienen las autoridades carcelarias. Aun así hacen falta leyes, y voluntad para que los reclusorios dejen de ser tierra de oportunidades para los delincuentes.

bibibelsasso@hotmail.com

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