Macron, el monarca

Macron, el monarca
Por:
  • gabrielm-columnista

La semana pasada escribí en esta columna sobre el inminente fin del mandato de Merkel en Alemania y las consecuencias que esto podría tener para Europa y Occidente.

Si Merkel dejase el poder, el candidato natural para ocupar su puesto como el líder de Europa es el presidente francés, Emmanuel Macron; sin embargo, la situación de Macron no es mucho mejor que la de su par alemán.

La victoria de Macron le dio un nuevo respiro a Europa y Occidente. No obstante, el presidente francés se vio envuelto rápidamente en una serie de escándalos y crisis que han puesto en duda su supervivencia política y debilitan su posición en la esfera internacional. Gran parte de la pérdida de popularidad tiene que ver con su estilo casi aristocrático de gobernar. Muchos recordarán la caminata triunfal al ritmo del Himno a la Alegría después de su victoria electoral; una ceremonia que más que un rally con sus seguidores se asemejó a una coronación.

Desde el momento en que tomó el poder, Macron ha continuado con este estilo monárquico al que los franceses se habían desacostumbrado. Macron así aparece cada vez más alejado del “pueblo”, cosa que sus opositores no se cansan en remarcar. En las manifestaciones en contra del presidente por las reformas a las leyes laborales, la semana pasada, se podían observar carteles con Macron retratado como Luis XVI. Sin embargo, esta crítica no tendría verdadera relevancia si no tuviera un contenido práctico, además del estético.

Las elecciones a la cámara de representantes, pocas semanas después de la elección presidencial, le dieron a Macron una aplastante victoria. Por primera vez en muchos años, el presidente francés cuenta con una mayoría para pasar reformas estructurales importantes. El presidente, desafiando un consenso de décadas en Francia, ha hecho importantes modificaciones a las leyes laborales; de pensiones; al contrato con los trabajadores de la línea de trenes pública; y reducido impuestos a los más ricos. Parte de estas reformas son necesarias para reactivar la economía francesa, que tiene un nivel de desempleo estrepitoso del diez por cierto.

Contratar y despedir trabajadores es enormemente difícil en Francia y algunos contratos colectivos ofrecen beneficios a los trabajadores fuera de lo normal —por ejemplo, pases de tren gratis para los familiares de los trabajadores de tren. Sectores laborales y de la izquierda entienden que una reforma laboral es necesaria; sin embargo, el estilo de Macron ha hecho cada vez más difícil para ellos salir a defender al presidente.

En una época donde el populismo de derecha avanza, el estilo monárquico y alejado de la gente de Macron pone en peligro su permanencia. Si a esto le agregamos no sólo una reforma nacional necesaria, sino un corte de impuestos innecesario a los más ricos, no es difícil entender por qué la popularidad de Macron está por los suelos. Hace unas semanas un niño se acercó a Macron y le llamó por su apodo, Manu; en lugar de hacer una broma o ignorar al niño, Macron se paró para darle una lección de “respeto”. Estas lecciones le pueden costar a Macron la presidencia y a Europa el respiro que tanto necesita.