Mancera no tiene los controles

Mancera no tiene los controles
Por:
  • larazon

A 14 meses de ocupar el puesto de Procurador General de Justicia del DF, Miguel Ángel Mancera, no tiene los controles, su modelo no funciona y no ha sometido a ningún tipo de verificación a tres mil 400 policías.

No lo dice un adversario suyo, sino él mismo, ayer, en una entrevista a La Jornada, en la que agregó: “Han seguido las mismas estructuras, los comandantes con las mismas prácticas. Se necesita restablecer el orden”.

Con base en sus palabras, es imperativo que explique entonces qué ha hecho durante este tiempo, que no sea algo sabido, como los desaciertos en los casos “Casitas del Sur”, “Alejandro Martí” o “Cevallos Coppel”.

Porque su decisión de sustituir a mandos del fallido rescate de Yolanda Cevallos Coppel, no sólo fue tomada casi dos meses después, sino que respondió a la presión ejercida por lo que él llama “filtraciones”.

Porque ese caso flotaba en el limbo hasta que una exhaustiva investigación periodística de La Razón (que no “filtraciones”) aireó tantas irregularidades que obligaron a Mancera a tomar cartas en el asunto.

Y destituyó al MP Juan Maya y al comandante Erasmo Castillo de la Rosa, ex Fiscal Antisecuestros y ex Jefe de la Fuerza Antisecuestros (FAS). Porque la salida, ayer, del Jefe de la Judicial, Jesús Jiménez Granados, es diferente.

Ya éste hacía días que había presentado su renuncia y Mancera la rechazó… ya sabemos por qué: quería correrlo y poder alzar su cabeza como trofeo de la “limpia” de la que le contó ayer a La Jornada.

Como sea, Mancera confesó en esa entrevista una gran verdad: las irregularidades del caso Cevallos Coppel se debieron a “una pelea de dos grupos de la policía”.

Pues claro que sí, hombre: justamente los dos enviados al rescate: el Grupo Especial de Reacción e Intervención (GERI) y la FAS. Mandar un contingente de combate y el otro de investigación provocó una falta de coordinación monumental.

Según Mancera, hubo “un policía que no obedeció a nadie”. Bueno, no fue sólo uno: nadie sabía a quién hacerle caso, pues no había un jefe específico, tratándose de dos fuerzas distintas. Al frente de operación tan importante debió estar, por lo menos, un subprocurador.

Finalmente, Mancera dice a La Jornada que en todo esto “hay una cuestión política”. Tiene razón si él es de quienes piensan que la política es el último refugio del pícaro y la primera vocación del vivo.

Pero se trata de algo más importante: de una razón de humanidad: allí perdió la vida una mujer.

Porque, esa noche, la policía no funcionó.

ruben.cortes@3.80.3.65

fdm