Populismo descartado

Populismo descartado
Por:
  • arturov-columnista

Finalmente, una absoluta mayoría de los mexicanos en la reciente elección presidencial se decidió por un proyecto económico diferente. A diferencia de otras ocasiones, en las que ha habido alternancia de partidos, en esta ocasión la izquierda ha resultado ganadora por primera vez. Ello seguramente implicará un cambio en el quehacer en muchos ámbitos de las políticas públicas respecto la experiencia vivida en administraciones anteriores, y, en especial, de la política económica.

Incluso antes de la elección, y ahora ya, con el resultado de las votaciones,  los cambios esperados -algunos de ellos ya anunciados- involucraban ciertos temores en torno a la aplicación de medidas económicas “populistas” que pudieran llevar a la economía a una inestabilidad macroeconómica.

Por fortuna, estos temores parecen disiparse; el candidato ganador, Andrés Manuel López Obrador, al momento de conocer su victoria, se apresuró de manera responsable a mandar una señal clara y precisa de que su gobierno mantendrá la disciplina fiscal, que no habrá aumento de impuestos e incluso, anunció una disminución del gasto corriente y evitará el crecimiento de la deuda pública. En paralelo, se compromete a mantener la autonomía del Banco de México. Si bien es mucho lo que todavía falta por conocer acerca de la estrategia de política económica del próximo gobierno, con estos compromisos se garantiza que las políticas fiscal y monetaria puedan ser compatibles y complementarias, apoyando así de manera sustancial a la estabilidad macroeconómica.

Asimismo, el candidato ganador garantizó el respeto a la propiedad privada en la medida que anunció que no habrá expropiación ni confiscación de bienes. Además, se ha reunido con los principales empresarios del país, comprometiéndose a fortalecer el crecimiento económico.

La base principal para lograr, a través del gasto público, un efecto favorable en el bienestar social y el impulso a la creación de infraestructura, estará fincado en la obtención de recursos derivados de la abolición de la corrupción. Para ello se han dado los primeros anuncios, en particular, la centralización de las compras del gobierno federal en la Secretaría de Hacienda. Se estiman fuertes ahorros con esta medida, que junto con otros controles y apoyos a la producción nacional se fortalecerá la hacienda pública, a la vez que se promoverá el mercado interno, y por tanto, el crecimiento económico.

En el ámbito de los mercados financieros, las señales del próximo presidente han sido positivas, lo que se refleja en la trayectoria del tipo de cambio, el cual se ha mantenido en niveles cercanos a los 19 pesos por dólar en los últimos días, después de haber estado cerca de los 21 pesos por dólar, a mediados de junio.

Con la información y compromisos hasta ahora conocidos es evidente que no habrá ese temido sesgo “populista” en el quehacer económico el próximo gobierno. Es decir, que de ser exitosa la lucha contra la corrupción, los recursos que se requieren (por ejemplo para los programas sociales ya anunciados), tendrán una base sustentable de ingresos y, por tanto, será mucho más factible obtener los resultados esperados en términos de crecimiento económico, disminución de la desigualdad y abatimiento de la pobreza.