Proselitismo religioso ¿desde la ignorancia?...

Proselitismo religioso ¿desde la ignorancia?...
Por:
  • monica-garza

Luego de 22 años de una polémica y cuestionada administración por parte de Norberto Rivera Carrera al frente de la Arquidiócesis Primada de México, el lunes pasado quedó como su sucesor el cardenal Carlos Aguiar Retes.

Éste es por muchos considerado el hombre de todas las confianzas del Papa Francisco en México, quien en 2016, durante su visita a nuestro país, no perdió oportunidad para recordarle al clero mexicano la necesidad de corregir el rumbo, luego de haberse visto en no pocas ocasiones envuelto en escándalos administrativos y sexuales, sin dejar de lado especial mención para aquellos que han caído en la tentación de las generosas “limosnas” del crimen organizado.

Así que no es pequeño el encargo para Aguiar Retes, de cara a una extensa comunidad de creyentes católicos que en este país, que si bien no ha perdido su fe religiosa, sí la confianza en una institución que observa cada vez más lugares vacíos en las bancas de sus templos.

Según el Inegi hay una caída de hasta un 60 por ciento en servicios sacramentales como el bautismo, la primera comunión y el matrimonio. Actualmente sólo 53 por ciento de los matrimonios registrados ante autoridades civiles en el país realizó una ceremonia religiosa.

“La buena voluntad y la disposición de generar los proyectos para superarlos, harán viables los caminos de reconciliación y justicia que nos conduzcan a la anhelada equidad social y tenga como fruto la paz y seguridad” afirmó en su primer mensaje oficial el nuevo arzobispo primado de México.

Sin embargo, el discurso —diplomático y correcto— contrasta con lo que el mismo Aguiar Retes dijera hace un par de meses, refiriéndose a uno de los flagelos más dolorosos que enfrenta la sociedad mexicana: el embarazo en adolescentes.

“Nadie dice cuál es el factor que está originando el embarazo de las adolescentes, que es la pornografía en las redes”, dijo el prelado con firmeza, pero con una buena dosis de ignorancia.

Es verdad que la pornografía infantil es uno de los negocios criminales más lucrativos en el mundo y ciertamente México es uno de los principales socios, incluso señalado en 2014 por la ONU como el primer país a nivel mundial en difusión de pornografía infantil.

Pero dentro del fenómeno de los embarazos adolescentes tampoco es el factor más determinante. Señalarlo así resulta una salida fácil ante una compleja cruzada social y de salud contra una manifestación de violencia de género y en muchos casos de abuso sexual intrafamiliar, que es un tema todavía tabú y tremendamente lastimoso de nuestra sociedad.

En mayo de 2016 la UNAM reportó que se registraron 400 mil embarazos en menores de edad, lo que representa el 20% del total de nacimientos de niños en México. Entre los países de la OCDE, el nuestro encabeza la lista con el mayor índice de embarazos, con 64 por cada mil adolescentes, y es la cuarta causa de deserción escolar entre 15 y 19 años.

Desafortunadamente las leyes que tienen que ver con el aborto en la mayor parte de nuestro país fueron aprobadas hace más de 70 años y actualmente sólo siete entidades han tocado el tema para modificar sus códigos penales al respecto y evitar que muchas adolescentes o sus padres sean señalados penalmente por recurrir al término de un embarazo no deseado.

Y la verdad sea dicha, tanto retraso en muchas ocasiones ha sido producto de los manotazos que ponen encima de la mesa de muchos gobernantes mochos y miedosos, los representantes de la políticamente influyente Iglesia católica. Aunque se trate de rescatar la vida de miles de niñas, en un país constitucionalmente laico.

Si para el arzobispo primado de México, Carlos Aguiar Retes, ver pornografía en Internet es el principal motivo por el cual las adolescentes se embarazan, desconoce entonces el grueso del problema, y claro, omite mencionar la prohibición que tiene la iglesia católica de los métodos anticonceptivos que no sean por ella considerados “naturales”.

El argumento es “defender la dignidad de la vida y no interrumpir la voluntad de Dios” y está muy bien, siempre y cuando no se trate de niñas menores de doce años, violadas y embarazadas en una situación que inevitablemente pone su vida en riesgo.

México ha cambiado mucho en pocos años y la Iglesia católica ha ido perdiendo terreno. ¿Será que en su intento por un nuevo proselitismo religioso, ni sus más cupulares representantes se salven del dicho que reza que “el pez por su boca muere”?...