Ser mujer en el Estado de México y morir en el intento

Ser mujer en el Estado de México y morir en el intento
Por:
  • monica-garza

Indolente, incompetente, ignorante, omiso, cínico, inescrupuloso, absurdo… y así me podría seguir las 700 palabras que llenan esta columna, descalificando el actuar de la fiscalía del Estado de México al integrar muchas de sus “investigaciones” cuando se trata de un feminicidio.

Ese término que persigue al estado gobernado por Alfredo del Mazo Maza, como un estigma de vergüenza, de burla, de sin sentidos; donde la alerta de género, que ya cumple tres años, no le ha servido de mucho a tantas familias que simplemente tuvieron que tragarse el dolor de ver a sus hijas muertas, violadas, estranguladas y sus cuerpos en la calle como un despojo, en una entidad donde la justicia parece estar de vacaciones permanentes.

El caso de la joven asesinada en Chimalhuacán hace un año, Diana Velázquez Florencio, ha indignado a su comunidad y a todo México, sobre todo después de darse a conocer más detalles del trato que se le dio a este crimen, luego de que su madre se acercara al Observatorio Nacional del Feminicidio con todo el expediente.

Se sabe que el cuerpo de la joven de 24 años fue encontrado cuatro horas después de haber sido asesinada y, por increíble que suene, fue “confundido” con el de un hombre travesti.

Entonces uno se pregunta: ¿de verdad los peritos que son enviados a la escena de un crimen, tienen tan poco nivel de profesionalización como para confundir el cuerpo de una mujer con el de un hombre?

¿Incluso si están a la vista huellas de violencia sexual? ¿Es posible que ni siquiera se hayan tomado la molestia de hacer pruebas de ADN, ni toxicológicas, ni de ninguna?

¿Y que la propia fiscalía no tenga la capacidad, el cuidado y la debida diligencia para integrar una carpeta de investigación?¿En manos de quién estamos?

La madre de Diana no supo nada de ella hasta una semana después y eso porque a su otra hija se le ocurrió buscarla en el Semefo, donde encontró el cuerpo de su hermana —según sus declaraciones— en estado de descomposición y en el suelo, “como si estuvieran en la calle”, dijo.

[caption id="attachment_780394" align="aligncenter" width="1417"] El Edomex, una de las entidades afectadas por este delito a nivel nacional.[/caption]

Doce meses después la fiscalía mexiquense ha brillado por sus omisiones y por supuesto que, en este caso, como en tantos, no hay detenidos.

El Estado de México ocupa el primer lugar en feminicidios a nivel nacional. Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, de enero a diciembre de 2017 se contabilizaron 301 presuntas víctimas de “homicidios dolosos”, así nombra el documento a este delito. Se llama ¡feminicidio!, señores.

Y es que al parecer las autoridades del Estado de México tienen una resistencia a tipificar los casos de feminicidio como tal, lo cual es otra manifestación de su violencia de género.

En los tres años que lleva la alerta de género en esa entidad, el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio ha documentado 1,413 casos de asesinatos de mujeres, de los cuales solamente 236, es decir el 16%, fueron reconocidos como feminicidios.

Obviamente la cifra que maneja la autoridad puede ser mucho menor de lo que realmente es, donde dicha organización reporta los asesinatos de mujeres con extrema violencia, mediante el uso de la fuerza, con golpes, estrangulamientos o con armas punzocortantes.

“La mayoría de los asesinatos de mujeres en el Estado de México en particular se comete en el ámbito público y esto también responde a un contexto de alta criminalidad que la Secretaría de Gobernación, con la alerta de género, reconoce al Estado de México como una de las entidades que tienen índices de alta criminalidad que no es la delincuencia común”, me dijo esta semana en entrevista Ana Yeli Pérez Garrido, directora jurídica del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio.

Una vez más el llamado es a combatir la impunidad de esos servidores públicos que ante semejantes tragedias son omisos y negligentes, porque pueden, porque saben que no tienen consecuencias, porque ¡no les pasa nada!

Esos que siguen operando dentro de las instituciones y siguen obstaculizando el acceso a la justicia para las mujeres, y haciendo posible que la violencia de género en el Estado de México se incremente, porque ésta no se va a esperar a que capaciten a sus servidores públicos. Y, mientras tanto, les seguimos contando las muertas…