El torbellino de la gasolina y la tortilla

El torbellino de la gasolina y la tortilla
Por:
  • eduardon-columnista

México arranca 2018 —año mundialista y electoral— con turbulencia económica, tras los anuncios, casi simultáneos, tanto de la Unión Nacional de Industriales de Molinos y Tortillas (Unimtac), como de la Asociación Mexicana de Empresarios Gasolineros (Amegas), acerca del posible incremento en los precios de la tortilla y la gasolina, respectivamente, que se pronostican para este año.

Estos hechos generaron un efecto especulativo a lo largo de la semana, lo cual provocó un aumento súbito en el precio de ambos productos, sin que existiera claridad en su justificación.

Por lo que respecta a la tortilla, las razones esgrimidas se relacionan con el aumento de precios de otros insumos a lo largo del año pasado —maíz, gas LP y la propia gasolina, entre otros—, lo cual elevó el costo de producción de este producto, mismo que ahora resultaría insostenible. De mantenerse el abrupto incremento en el precio de la tortilla, representaría un duro golpe para la economía de los sectores más vulnerables de la población, pues forma parte de la alimentación básica de millones de mexicanos.

En el caso de la gasolina, debemos hacernos a la idea de la nueva forma en que se establecen los precios de este hidrocarburo, tras la Reforma Energética de 2013. Luego de que el año pasado se eliminara el subsidio del que era objeto, entraran nuevas empresas al mercado y comenzara la liberalización de precios —con lo cual se eliminaron topes máximos controlados por el gobierno—, el precio de los combustibles quedó en función de la oferta y la demanda, lo que depende de la libre competencia entre empresas, los precios internacionales de hidrocarburos y los costos de transportación, entre otros factores. Si bien, teóricamente, este esquema podría traer beneficios al consumidor, la realidad es que difícilmente los precios se ajustarán a la baja, pues durante años vivimos bajo un modelo en el que el precio de la gasolina era fijado de forma artificial y con condiciones en el mercado petrolero completamente distintas.

Llama la atención que tanto la Secretaría de Economía —en el caso de la tortilla—, como la Comisión Reguladora de Energía —en el caso de la gasolina—, hicieron pronunciamientos en el sentido de que los aumentos anunciados por ambas asociaciones gremiales resultan injustificados, pues los precios de insumos de los que depende la producción y venta de ambos productos, no han variado. Incluso, dieron pie a la intervención de la Profeco y la Cofece para prevenir abusos en contra de los consumidores y evitar prácticas monopólicas, respectivamente.

Sin embargo, el hecho es que estamos inmersos en un torbellino inflacionario en el que éstos y otros aumentos se están dando de manera sostenida, perceptibles de forma instantánea e inequívoca en el bolsillo de los ciudadanos de a pie, que conforman la amplia mayoría de este país. La realidad para millones de mexicanos es muy diferente y resultan innecesarios complejos razonamientos que justifiquen por qué sí o por qué no deben incrementarse los precios.