Trump, México y Cuba

Trump, México y Cuba
Por:
  • rafaelr-columnista

La nominación del magnate Donald Trump y el gobernador de Indiana Michael Pence, como líderes de la fórmula republicana para las elecciones presidenciales en Estados Unidos, ha esclarecido el programa de la derecha de ese país hacia América Latina. Como en la rancia tradición heredada del siglo XIX, el punto de partida son los dos países más claramente ubicados en la frontera sur de Washington: México y Cuba.

De llegar a la presidencia y la vicepresidencia de Estados Unidos y adoptar como hoja de ruta lo dicho en la convención de Cleveland, Trump y Pence podrían hacer involucionar las relaciones interamericanas a un punto de mayor conflictividad que el de la Guerra Fría. Al escepticismo de Trump con el libre comercio se suma una visión de América Latina y, específicamente, de su frontera mexicana como raíz de los males de Estados Unidos. La traducción política de esa doctrina será una fábrica de errores.

Desde los tiempos de Ronald Reagan y George Bush padre el racismo antilatino de los conservadores se ha visto compensado por la apuesta al libre comercio de los años anteriores y posteriores a la caída del Muro de Berlín. Además de aquella agenda de integración, que en los 90 propició el TLCAN y continuó en tiempos de Bush hijo con el proyecto del ALCA, la colocación del tema de los derechos humanos en el centro de la política exterior de Estados Unidos obligó al diálogo y a la negociación permanente con los gobiernos del área.

Con Trump y Pence se daría un abandono, por ahora retórico pero eventualmente práctico, de ese doble marco de la política latinoamericana de Washington. Según ellos, el libre comercio, tanto en el formato del TLCAN como en el del TPP, refuerza a los enemigos externos, así como la inmigración suramericana —sobre todo, mexicana— hace crecer la masa demográfica de potenciales enemigos domésticos. El reforzamiento de la frontera con México se presenta como parte de una estrategia aislacionista, que criminaliza los migrantes al tiempo que incentiva el proteccionismo económico.

Si la nueva dirigencia republicana puede rebajar el perfil de las relaciones entre Estados Unidos y México a un nivel nunca visto desde los tiempos de Lázaro Cárdenas, con Cuba propone, ya no un regreso al momento anterior al restablecimiento de relaciones impulsado por Barack Obama, sino a los expedientes más burdos de la Guerra Fría. La plataforma presentada hace unos días en Cleveland llama a “desalojar del poder a los corruptos gobernantes cubanos y llevarlos a rendir cuentas por sus crímenes contra la humanidad”.

No queda muy claro cómo lograría ese objetivo una nueva administración republicana, encabezada por un político que apenas dos meses atrás decía que la normalización diplomática con Cuba era correcta pero había que convertirla en un mejor negocio. Por lo pronto, la idea es revocar toda la política hacia la Isla emprendida por Barack Obama por medio de la vuelta al respeto a la Ley Helms-Burton (1996) del congreso de Estados Unidos.

rafael.rojas@3.80.3.65