Un mal necesario

Un mal necesario
Por:
  • rodolfoh-columnista

Leyendo una nota acerca de los candidatos a puestos de elección popular que rehúyen a debatir con sus contrincantes, me hace reflexionar mucho sobre la madurez de nuestra democracia. Evidentemente, quien está en una posición de franca competencia, rechaza exponer y confrontar sus ideas, de cara a su electorado, no es un demócrata y se aprovecha de las debilidades del sistema.

En un mundo ideal, no se debería siquiera obligarles a debatir, ya que por pura conciencia cívica, compromiso y responsabilidad lo harían. Pero en nuestro México no sucede esto. Por ejemplo, Cuauhtémoc Blanco se negó a acudir a un debate con quienes disputa la gubernatura, porque dijo que sus contrincantes le tenían urdida una trampa.

Supongo que la emboscada habría consistido en preguntarle quién había sido José María Morelos y Pavón. Desde luego que exhibirlo en su ignorancia pudiera considerarse una especie de celada para él y sus asesores de Morena y el PES; pero es tan aberrante como imaginar a un futbolista que se niega a entrar a la cancha por miedo a una patada.

Obviamente no es el único, aunque los de Morena constantemente le sacan la vuelta a esos ejercicios democráticos. Su amado líder puso el ejemplo una vez y evidentemente hizo escuela. Bueno, en realidad López Obrador ha transformado la vida política–electoral del país en muchos sentidos negativos.

Primero, falseando los requisitos de residencia legal, trampa que fue imitada muchas veces después por otros, como en su momento lo hizo también Cuauhtémoc Blanco. Fue de igual forma el precursor de las noticias falsas, con su cuento de los fraudes electorales y urdiendo de infamia de que “el Estado” había sido responsable de la matanza de los normalistas de Guerrero.

También fue el creador del fenómeno de los “Juanitos”; y es quien tiene en su palmarés la autoría de la simulación de programas sociales para la compra de votos, las campañas anticipadas y el altísimo costo de nuestros procesos electorales.

Ante este incesante ataque a las instituciones democráticas, era de esperarse que hoy día, muchos vean al electorado como un instrumento con el que pueden jugar a su antojo; y a quien utilizan cada tres o seis años para vivir del erario y alcanzar poder y dinero.

Que un candidato de Nueva Alianza o del Partido Humanista no acuda a un debate, indica claramente que nada más están ahí para hacerle al tonto; pero el problema es que nos cuestan un dineral. Y aunque sus partidos están de más, por puro pudor debieran presentarse. Por eso deseo de todo corazón que para la próxima, les suban los requisitos y pierdan el registro.

Pero cuando el candidato de Morena a la alcaldía de Benito Juárez, Fadlala Akabani, se acobarda ante la idea de confrontarse con sus adversarios, eso ya es un síntoma de que el daño a nuestra vida pública es profundo; y de que para esa izquierda, la democracia es un mal necesario que debe transformarse. ¿Así o más claro el peligro que representan?