Conmemoran 325 años de la muerte de Sor Juana, en tiempos de pandemia

Conmemoran 325 años de la muerte de Sor Juana, en tiempos de pandemia
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  • carlos_olivares_baro

Hoy 17 de abril, se cumplen 325 años de la desaparición física de Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, conocida como Sor Juana Inés de la Cruz (San Miguel Nepantla, Nueva España, 12 de noviembre, 1648 – México, Nueva España, 17 de abril, 1695): religiosa jerónima y figura clave de las letras novohispanas del siglo XVII (última exponente de los Siglos de Oro de la Literatura en español). Tanto su fecha de nacimiento como los datos de su muerte han sido muy discutidos; lo que sí se afirma categóricamente es que su defunción se produjo a causa de una epidemia de tifus que azotaba a la entonces, Intendencia de la Ciudad de México.

De trayectoria intelectual intensa, Sor Juana se hizo presente en todos los espacios culturales de su tiempo: escribió cientos de textos líricos, cortesanos y filosóficos: romances, sonetos, liras, endechas, redondillas, décimas, villancicos, obras de teatro, prosa y piezas de corte religioso. Dicen que aprendió a leer a los tres años, y que a los ochos escribió sus primeros versos.

A los 15 años de edad, Sor Juana fue aceptada en la corte tras un embarazoso examen supervisado por 40 doctores en teología, filosofía y humanidades. Dama de honor de la esposa del virrey, Antonio Sebastian de Toledo, marqués de Mancera, destaca en la corte de la Nueva España y consigue el apoyo incondicional de los marqueses; no obstante, cuando cumple 17 años, resuelve que dentro de sus pretensiones vitales no estaba contemplado el matrimonio: ingresa al convento de la Orden de las Jerónimas. Recompensada con una amplia habitación, la transforma en biblioteca y laboratorio científico, donde escribía y experimentaba con la física, biología, matemáticas y química.

La autora de Romances filosóficos y amorosos gozó de gran popularidad: sigue con creatividad los esquemas literarios de la época y hasta alcanza superarlos de manera muy original. Editada en España y leída con admiración, junto con Juan Ruiz de Alarcón y Carlos de Sigüenza y Góngora, ocupa un apreciable lugar en la literatura novohispana, suscrita al barroco español (conceptismo: Quevedo/Calderón; culteranismo: Góngora).

Sus versos, ataviados de complejas figuras del lenguaje (retruécanos, sustantivos verbalizados, hipérbaton, inversión, yuxtaposición, alegoría, elipsis, sarcasmo, ironía, aliteración, oxímoron, antítesis, iteración...), conceptos ingeniosos y referencias a la mitología grecolatina, sobresalen por la seductora belleza prosódica, perspicacia elegante y calado filosófico, lo cual se evidencia en su poema más transcendental y extenso (975 versos), Primero sueño (1692).

En los espacio del teatro irrumpe con las comedias Festejo de Los empeños de una casa y Festejo de Amor es más laberinto; tres actos sacramentales: San Hermenegildo, El cetro de San José y El divino Narciso (incluye villancicos de impresionante lirismo). Prosa brillante en la célebre Carta atenagórica y en la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (uno de los textos en prosa más significativos de toda la literatura novohispana).

Primero Sueño

“El sueño todo, en fin, lo poseía: /todo en fin, el silencio lo ocupaba; / aun el ladrón dormía; / aun el amante no se desvelaba”: versos de “El Sueño”. El poema más extenso de la autora de Laberinto endecasílabo. “Poema del conocimiento” (Octavio Paz), concebido alrededor de 1685. Conjetura del alma despierta, mientras el cuerpo duerme. “La poetisa mexicana se propone describir una realidad que, por definición, no es visible. Su tema es la experiencia de un mundo que está más allá de los sentidos. Es un discurso sobre una realidad vista no por los sentidos sino por el alma”, acota Paz.

La noche silenciosa conmina al cuerpo al letargo del sueño; el alma se libera e intenta tomar las rutas del conocimiento: búsqueda de la luz como destino. El alma fracasa en los primeros intentos: ascenso/frustración. Convertida en Ícaro conquista el resplandor. El día, opuesto a la noche, estimula el yo lírico, que acosado por la decepción no puede conseguir la sapiencia: “Y en el modo posible / que concebirse puede todo lo invisible / en sí, mañosa la representaba / y al alma las mostraba”.

Tránsito hacia la verdad y experiencia íntima (limitaciones de la mujer para llegar al conocimiento). Luz-conocimiento. Tiniebla-ignorancia. Sor Juana abre, con esta ambigüedad/dualidad la posible presencia de una mujer en el campo del conocimiento, que en esa época estaba reservado para el hombre. Poema reflexivo/filosófico, que profundiza en el “problema gnoseológico jugando con los dualismos del cosmos, y que incide en la poética barroca del desengaño, usando su retórica”, puntualiza Gerónimo Santillán. . Uno de las piezas líricas más enigmáticas y sugerentes de la poesía barroca: “desbaratado/ ejército de sombras, acosado/ de la luz que el alcance le seguía”.

Conocida como ‘El fénix de América’ o ‘La décima musa’, la autora de Decimas de Amor y Discreción’ tuvo la protección de varios virreyes; pero, también sobrellevó el rechazo de las autoridades eclesiásticas. En 1693 abandonó la escritura: se deshizo de su magnífica biblioteca personal, de sus instrumentos musicales y científicos, ordenó que el dinero de la licitación de sus bienes fuera destinado a los pobres,

“El escribir nunca ha sido por dictamen propio, sino por fuerza ajena; que les pudiera decir con verdad, lo que sí es verdad que no negaré [...] es que desde que me rayó la primera luz

de la razón, fue tan vehemente y poderosa la inclinación a las letras, que ni ajenas reprensiones ni propias reflejas han bastado a que deje de seguir este natural impulso que Dios puso en mí". (De Respuesta a Sor Filotea dela Cruz).

Poemas de Sor Juana Inés de la cruz

Amor empieza por desasosiego

Amor empieza por desasosiego,

solicitud, ardores y desvelos;

crece con riesgos, lances y recelos;

susténtase de llantos y de ruego.

 

Doctrínanle tibiezas y despego,

conserva el ser entre engañosos velos,

hasta que con agravios o con celos

apaga con sus lágrimas su fuego.

 

Su principio, su medio y fin es éste:

¿pues por qué, Alcino, sientes el desvío

de Celia, que otro tiempo bien te quiso?

¿Qué razón hay de que dolor te cueste?

Pues no te engañó amor, Alcino mío,

sino que llegó el término preciso.

 

Con el dolor de la mortal herida

Con el dolor de la mortal herida,

de un agravio de amor me lamentaba,

y por ver si la muerte se llegaba

procuraba que fuese más crecida.

 

Toda en el mal el alma divertida,

pena por pena su dolor sumaba,

y en cada circunstancia ponderaba

que sobraban mil muertes a una vida.

 

Y cuando, al golpe de uno y otro tiro

rendido el corazón, daba penoso

señas de dar el último suspiro,

 

No sé con qué destino prodigioso

volví a mi acuerdo y dije: qué me admiro?

Quién en amor ha sido más dichoso?

 

En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas?

En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas?

¿En qué te ofendo, cuando sólo intento

poner bellezas en mi entendimiento

y no mi entendimiento en las bellezas?

 

Yo no estimo tesoros ni riquezas;

y así, siempre me causa más contento

poner riquezas en mi pensamiento

que no mi pensamiento en las riquezas.

 

Y no estimo hermosura que, vencida,

es despojo civil de las edades,

ni riqueza me agrada fementida,

 

teniendo por mejor, en mis verdades,

consumir vanidades de la vida

que consumir la vida en vanidades.

 

Éste que ves, engaño colorido

Éste que ves, engaño colorido,

que, del arte ostentando los primores,

con falsos silogismos de colores

es cauteloso engaño del sentido;

 

éste, en quien la lisonja ha pretendido

excusar de los años los horrores,

y venciendo del tiempo los rigores

triunfar de la vejez y del olvido,

 

es un vano artificio del cuidado,

es una flor al viento delicada,

es un resguardo inútil para el hado:

es una necia diligencia errada,

 

es un afán caduco y, bien mirado,

es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.

 

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba

como en tu rostro y en tus acciones vía

que con palabras no te persuadía,

que el corazón me vieses deseaba;

 

y Amor, que mis intentos ayudaba,

venció lo que imposible parecía,

pues entre el llanto que el dolor vertía,

el corazón deshecho destilaba.

 

Baste ya de rigores, mi bien, baste,

no te atormenten más celos tiranos,

ni el vil recelo tu quietud contraste

 

con sombras necias, con indicios vanos:

pues ya en líquido humor viste y tocaste

mi corazón deshecho entre tus manos.

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