DEUS EX MACHINA

DEUS EX MACHINA
Por:
  • raul_sales

La alarma sonó y me desconectó de manera automática. La realidad era silenciosa al grado de sentirse abrumadora. Moví el cuello de lado a lado para liberar tensión, malditas vértebras, no sólo me provocaban dolor, eran la razón por la que tenía que desconectarme tres veces por noche impidiéndome subir en el rango de productividad. Mi mujer seguía conectada plácidamente. Prendí la pantalla en el canal institucional más para generar ruido que para ver algo. Según la restricción médica tenía que estar, por lo menos, una hora fuera de la red, algo que ver con sobrecarga sináptica e intermitencia del sistema límbico en afectación de la corteza. Palabrería médica que para mí, sólo significaba que mientras todos estaban en la red onírica generando ingresos, yo tenía que ajustarme a pequeñas misiones que por el tiempo necesario de conexión eran apenas remuneradas.

Pasada la hora pensé en conectarme otra vez pero no tenía caso, apenas me daría tiempo de navegar buscando algo que pudiera realizar en 25 minutos y a lo más que podría aspirar era a servir de enlace de buscador personalizado lo que significaba tratar con niños que aún no sabían escribir o con ancianos que no veían las letras del teclado. No, mejor le prepararía un desayuno a mi esposa, era lo mínimo que podía hacer ya que desde mi restricción, la mayor aportación de tiempo online provenía de ella.

Le preparé unos huevos a la mexicana, tosté el pan pero al llegar a la cafetera me di cuenta de que no había ninguna cápsula de capuchino y ella, por mucho que le insistiera, no aceptaría otra cosa y seguro conseguiría su capuchino en su trabajo despierto. Abro mi cuenta y tecleo furiosamente el pedido, mis minutos online cada día son menos y sólo pensar en reducir mi interacción al espacio físico me provoca angustia y tener que caminar cuadras enteras para hacer las compras me da una flojera supina pero, disminuye a tal ritmo, que ver una película se me hace un derroche y hace días que no me atrevo a entrar a la página por lo que solo cuando a mi mujer se le antoja las vemos y ella dice que ver películas en un mundo en el que puedes vivirlas desde la inmersión online es algo tan absurdo como ponerse un traje de baño para ver la foto de la playa. No entiende que prefiero ser espectador a actor y que no es lo mismo ver  un clásico que estar metido en un "spin-off" de la trama.

Olvidé mi necesidad de cine al escuchar el timbre. El userbot llegó rápido, el cilindro en la puerta me extendió el paquete de capuchinos y se quedó esperando, por el horario debería de estar siendo manejado por algún adolescente en Europa, lo que me obligaba a darle una propina de al menos un minuto o me exponía a una mala calificación de cliente. Suspiré resignado, un minuto era un minuto cuando no puedes generar lo suficiente ni para tu vida diaria.

Mi mujer salió de bañarse, bajó, me dio un beso, se tomó el capuchino recién preparado y se despidió diciendo que tenía prisa y como cada día, me preguntó si necesitaba minutos "No", siempre contestaba que no, aún no estaba tan desesperado como para mendigar minutos. Me sonrió y se despidió con un ademán. Me senté a comer los huevos a la mexicana y el pan tostado, ambos, ya fríos.

Revisé mi contador, 1449 minutos, un poco más de un día y eso si me quedaba en velocidad estándar y no utilizaba streaming alguno. Entrar a redes sociales seguro me haría divagar y lo único que necesitaba era saber que sucedía en el mundo hoy así que tomé el último pedazo de tostada, me hice una cápsula de americano y me senté en el borde de la cama a ver el canal institucional, el único gratuito y debido a eso, era más propaganda corporativa que noticias. Odiaba tener que estar anclado a esa bazofia, sin poder saltar de vídeo a video o hacer una búsqueda de mi interés. El canal institucional mostraba lo mismo de siempre, la apología a las grandes corporaciones tecnológicas que evitaron la recesión económica al desaparecer las monedas de lo países y unificar las criptomonedas en una que todos entendíamos, el tiempo online. Fue la panacea de todos los males hasta que los algoritmos lo embrollaron todo y nos dejaron a un click de una cruenta guerra que solo se evitó por la aparición de la "red onírica", no más inteligencia artificial, no más algoritmos, solo usuarios operando maquinas a distancia, trabajo asegurado para una economía totalmente novedosa. Curioso que esté pensando en esto solo por ver los anuncios de la "La más nueva y mejorada conexión, mientras su cuerpo reposa, trabaje en el otro extremo del mundo ¡Gané minutos las 24 horas del día!" No, no todos podemos ganar minutos las 24 hrs del día, el 12% de la población tiene alguna complicación neurológica y si bien podemos trabajar en nuestro tiempo despierto, estamos muy por debajo de la cuota de productividad, en otras palabras, en un mundo donde todo se hace vía online, somos la clase más baja de todas. En mi caso algo pasó, los médicos no saben que fue pero ya me es imposible conectarme eficientemente, tengo prohibido el uso de userbots desde que destruí el anterior y solo puedo hacer pequeñas labores dentro del universo virtual, soy como el barrendero que aunque es indispensable, ni lo ves, ni lo escuchas y mucho menos, le pagas lo que debería. De unos meses para acá mi vida se fue al garete, en lugar de ser un proveedor de la economía me convertí en sanguijuela y el tiempo, literal, se me acaba.

Voy a la máquina por otro americano y no hay más, no quiero hacer otro pedido así que me preparo un capuchino, los odio, pero necesito cafeína, a diferencia de las conexiones exitosas a la red onírica que suple el tiempo de descanso, las fallidas, como la mía, nos deja por el contrario, como una noche de "sueño interruptus" agotados física y mentalmente. Quizá debería dormir de manera normal pero, me aterra quedarme sin minutos.

Hago una mueca, es inútil quedarme aquí, enloqueciendo, sintiéndome como una carga. Me visto y salgo, la calle, como siempre está vacía, solo se ven decenas de userbots, en jardinería, mantenimiento y los userbus que se trasladan sobre rieles. Sólo salir me provoca un lapso de ansiedad agorafóbica pero, eso es mejor a sentirse inútil.

Mientras camino por las inmaculadas calles veo un anuncio de neón que me devuelve el ánimo "Conexión intradérmica: usa el órgano más extenso de tu cuerpo para solventar la sobrecarga neuronal. ¡No seas parte de una minoría! ¡Conviértete en pionero de la nueva tecnología!" Pionero, eso significa que apenas se está probando y como ahora era legal la experimentación en humanos, era aventurarse en territorio ignoto. Sin embargo, una esperanza era mejor que ninguna.

Me encaminé y una bella mujer estaba en recepción, me la quedé viendo boquiabierto, no tanto por su belleza sino por el hecho de que una persona de carne y hueso atendiera algo tan común como un mostrador, eso era generalmente un trabajo onírico.

Su sonrisa me hizo cerrar el hocico de golpe "¿Viene por el anuncio?". Asentí, pregunta necia, claro que venía por el anuncio. Me señaló una puerta al final de un estrecho pasillo. Agradecí y me encaminé. Dudé por un instante pero, qué más podía perder, prácticamente estaba en la bancarrota y mi mujer, estaba seguro, no tardaría en cansarse de mantener el hogar.

En la habitación estábamos tres personas y dos de ellos mendigos por la ropa que llevaban. Estaba escandalizado, se suponía que no había mendigos en la ciudad, que estaban en un tipo de reserva o algo así, luego recordé que yo estaba a 24 hrs de estar igual que ellos pero, a mí me dolería más pues tendría mucho más, que perder.

[caption id="attachment_690417" align="aligncenter" width="696"] Ilustración: Norberto Carrasco[/caption]

Las paredes se iluminaron y un proyector de inmersión descendió. Sólo eran luces, si no tenías conexión, era lo único que veías. Pensé que era una pérdida de tiempo pero al levantarme vi a un hombrecillo parado en la puerta.

-¿No quisiera ver cuál fue la proyección?-

-No estoy conectado.- Mi respuesta sonó más amarga de lo que esperaba.

-A diferencia de los otros caballeros presentes, usted se desconectó recientemente.-

-Y puedo seguir conectándome.- Por alguna razón me estaba alterando.

-¡Ah! Lo suyo es sobrecarga sináptica.-

Me sobresalté, ¿cómo podía saber eso? ¿Acaso me habían escaneado al entrar? No, eso estaba prohibido desde la demanda contra la extinta compañía Gugle.

-No señor, no fue escaneado.-

¡Mierda! ¿Estaba leyéndome la mente? Eso era imposible. Embestí contra la puerta, si no se quitaba de en medio, lo empujaría. No sé que pensé al entrar.

-¡ALTO!- Su tono fue tan perentorio que me detuve al instante. -No se asuste amigo, es sólo simple deducción. Sus ropas están en buen estado, lo que habla de que vive en la ciudad y no en la reserva, huele a café así que seguro se tomó uno en casa o compró uno que para el caso es lo mismo y el hecho de estar aquí, junto con las ojeras de media cara, significa que no puede conectarse correctamente al dispositivo onírico ergo, padece sobrecarga sináptica.-

El argumento era impecable, eso me tranquilizó un poco aunque seguía estando nervioso. -¿Ahora qué? ¿Me reparará?-

-Jajajajajajaja mi estimado amigo, usted no está dañado. Nuestra sociedad sí, pero esa es otra historia. Pero tiene razón, esto nos tocó bailar, aunque no sepamos los pasos y música apeste. Así que sí... Saldrá "reparado".-

Los otros dos dentro del cuarto seguían sentados, inmóviles, silenciosos, como userbots sin conexión -¿Y ellos?- pregunté.

-Ellos están fritos.-

Seguí al hombrecillo mientras me hablaba de la complejidad de la investigación independiente en un mundo corporativista y de otros temas que ni entendía ni me importaban, solo saber que podría conectarme ya era suficiente para animarme. El hombrecillo me llevó a una camilla y me dio tantos tecnicismos que opté por no hacer caso, no lo entendía, no pretendía hacerlo, yo solo quería ser normal.

Un líquido ardiente empezó a correrme por el brazo, intenté arrancarme la sonda pero no podía moverme, sentía que me quemaba de dentro para fuera, cada terminación nerviosa de mi piel estaba al rojo vivo, el dolor no me deja pensar, es un martirio...

Me vi acostado, desde una perspectiva imposible, como si estuviera conectado a las cámaras.

-¿Me escucha? ¿Amigo? ¿Está bien? ¡Mierda! Otro que se me fríe. Algo está fallando y no sé qué es. Todo los cálculos son correctos.-

Estoy en una habitación, estoy solo. No, solo no, hay otros acá, los siento, no me ven, no me escuchan, me doy cuenta que son ecos. La habitación no tiene puertas, un terror me recorre ¿me habrá enterrado vivo? No, es muy grande para ser un ataúd. Me obligó a serenarme, debo pensar con claridad. Debo soltarme... No estoy amarrado, no puedo estarlo ¡no tengo cuerpo! Empiezo a gritar y no hay sonido alguno excepto el de los ecos que escucho. Una rendija de luz, sigo la luz y... exploto.

Algo pasó en la conexión intradérmica, debo estar muerto pues veo todo desde un punto de vista imposible... Lo veo desde arriba, personas que van y vienen pero, no son personas, son reflejos, son conexiones, son millones de personas, no me ven pero yo sí, los veo a todos, sé a donde van, de donde vienen, a que userbot se conectan, conozco sus sueños dejados de lado, sueños que no son soñados, no estoy muerto, estoy conectado de una forma completa, aparte, extraña, única. Veo como la red onírica se alimenta de ellos, de nosotros. Creímos que lo que hacíamos era para evitar las inteligencias artificiales y solo somos ganado para ella. No sé, como lo sé, solo lo sé.

Veo a mi mujer, es sencillo concentrarme en ella, la conozco bien. La desconecto. Seguro debe estarse preguntando que pasó pero mientras no esté dentro de la red, todo estará bien... Algo haré... Aún no sé qué pero, ahora... soy dueño de todo el tiempo del mundo.