Jaime Sabines, poeta de la cotidianidad, aún tiene obra inédita

Jaime Sabines, poeta de la cotidianidad, aún tiene obra inédita
Por:
  • raquel_vargas

En una casa de la colonia Insurgentes Cuicuilco permanece medio centenar de grandes carpetas en cuyo interior existen decenas de poemas inéditos de Jaime Sabines, quien hoy cumpliría 90 años de vida y quien es uno de los autores más leídos por los mexicanos, en especial los jóvenes.

Pilar Jiménez Trejo autora del libro Sabines. Apuntes para una biografía dijo a La Razón: El chiapaneco “escribía en carpetas muy grandes, como las de contabilidad que usaba en sus negocios de venta de telas o de alimento para animales. En algún momento lo fue a visitar Carlos Monsiváis, porque le gustaba juntar manuscritos de sus amigos, Sabines le enseña las carpetas y el escritor se sorprende porque había poemas maravillosos desconocidos”.

A partir de ese momento a Sabines se le ocurre revisar esos documentos y “sacar los poemas rescatados, pero ya no lo pudo hacer, eso se ha quedado para sus herederos, quienes están revisando libros, grabaciones y demás, lo cual ha sido una tarea titánica,”, señaló la también periodista.

Por ello —dijo— es importante “que la familia pueda tener ayuda y las condiciones para sacar a la luz el archivo, además de que se logre establecer la Fundación Sabines para resguardar todos esos materiales, que son parte de nuestro legado cultural”.

“No hay un estimado de la cantidad de poemas inéditos pero son muchos, no sé si son 60 carpetas o un número aproximado, dentro de ellas hay que revisar detenidamente, son poemas que no están tachados porque Sabines era un autor que corregía muy poco”, señaló.

Y es que el autor, nacido en Tuxtla Gutiérrez el 25 de marzo de 1926, siempre se sintió poeta. “Creo que su carácter tenía que ver con su condición y con lo que sentía, era un hombre al que la vida le causaba una gran alegría”, comentó Jiménez quien estuvo cerca de él los últimos 11 años de su vida.

Para el creador de Los Amorosos la vida estaba en la calle, en el contacto con la gente, en las imágenes y los sonidos de los pueblos y las sociedades. “No le molestaría que lo calificaran como un poeta sencillo. Decía que le gustaba ser directo y no estaba de acuerdo con aquellos que escriben con guantes de quirófano para no ensuciarse, para él la poesía es sangre y tierra”, señaló.

“Sabines era un poeta popular en el sentido más amplio de la palabra: llegaba a todos los lectores. Decía Monsiváis que la Orden de los Amorosos iba desde académicos, investigadores, críticos hasta taxistas o boleros”, recordó la biógrafa.

La figura de Julio Sabines, padre del bardo, fue primordial para el desarrollo de su trabajo posterior. “Desde joven tuvo a La Biblia como su libro de cabecera, conocía a poetas, leyó a los escritores rusos, a James Joyce, la literatura árabe”.

Pero al mismo tiempo “fue un escritor con una solidez intelectual y de una cantidad de lecturas detrás de él que sustentan su obra, por ejemplo una parte de Algo sobre la muerte del mayor Sabines está escrita en sonetos y éstos son tan perfectos que pocos críticos han podido darse cuenta de ello. Él decía que el poeta tiene que dominar la técnica de tal forma que la gente no se dé cuenta”.

La permanencia de Sabines entre el gusto del público tiene un elemento clave: “Todos llegamos a él de por los poemas de amor. El grueso de sus lectores está entre los 15 y los 20 años porque es cuando la gente despierta a las pasiones”, declaró.

Expresó que Sabines sigue tan vivo “como cuando yo fui una adolescente y lo conocí. Nada más hay que entrar a las redes sociales y darse cuenta la cantidad de páginas que hay sobre él, de sus poemas, de sus frases. Ahora los jóvenes toman no sólo sus versos, sino también el libro de Cartas a Chepita, postean frases de ese texto como si fueran poemas. Hay una delgada línea entre saber qué es un poema de Sabines y qué no lo es”.

Eso es posible porque “escucharlo hablar era maravilloso, su gran virtud era que hablaba como escribía, lo oías y era casi poesía pura y cotidiana lo que te decía, era filosofía de la vida”, concluyó.

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