Francisco Ayala

El juego de recrear el lenguaje y la memoria*

Entrevista

Miguel Ángel Muñoz entrevista Francisco Ayala en su casa de Madrid, España.
Miguel Ángel Muñoz entrevista Francisco Ayala en su casa de Madrid, España.Foto: Especial
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Nacido en Granada, España en 1906, y muerto en Madrid en 2009 Francisco Ayala se cuenta entre los grandes escritores en español de la segunda mitad del siglo XX. Su extensa obra que abarca todos los géneros literarios: “ He escrito todos los días, desde la escuela hasta hoy – me dice Ayala - y empece a publicar muy temprano, antes de los 20 años. Sociología, filosofía, crítica y teoría literaria, textos de estricta creación como la novela y el cuento, de todo habido durante este tiempo, y el Quijote ha estado presente en mi espíritu desde el principio”. Su obra ha merecido los más destacados premios literarios, entre ellos el Nacional de la Crítica en 1972, el Nacional de Literatura, 1983, el Nacional de las Letras Españolas, 1988, el Cervantes de literatura, 1991, el Príncipe de Asturias de Letras, 1998, y desde 1983 es miembro de la Real Academia Española de las Letras Españolas. Profesor invitado en múltiples universidades de todo el mundo, como la Universidad de Princeton, y las universidades de Buenos Aires, Río de Janeiro, Puerto Rico y una lista interminable hasta su jubilación en 1976, año en el que regresa a Madrid. Entre sus novelas destacan: Muertes de perro (1958), El fondo del vaso (1962) y los libros de relatos El as de bastos (1936), Historia de macacos (1955) y El jardín de las delicias (1971), entre muchos otros.

Como un homenaje, la Editorial Punto de Lectura acaba de publicar La invención del Quijote, la edición definitiva de sus textos sobre la novela de Cervantes. El volumen se divide en dos partes, “ Indagaciones” e “ Invenciones”. La primera incluye las piezas de carácter más ensayístico; la segunda, los textos más literarios, que concluyen con el que leyó en 1992 al recibir el Premio Cervantes del año anterior y su intervención en el último congreso de la Lengua en 2004. “ En este libro se reúnen todos los tonos literarios, de una variedad enorme, que hay en mi larga obra – dice Ayala -, así que es un poco como una silueta de mi trayectoria como ensayista, como creador, como pensador. Es un libro vivo que me representa en la extensión de esos 99 años que comienzo a celebrar”.

Francisco, tengo entendido que iniciaste formalmente tu carrera literaria en la escuela de derecho y en la sociología, ¿ qué impresiones perduraron en ti para acercarte al proceso de la escritura?

- Lo propio del hombre de letras es estructurar con todo libertad el mundo, preguntarse por los últimos misterios, tratar de descubrir el sentido de la vida humana, el sentido de todo lo existente, y ofrecer sus intuiciones o percepciones análogas. Es claro que esto no puede cumplirse bajo las órdenes de un burócrata, mediante instrucciones y dentro de los márgenes establecidos por un jefe superior. No es que la creación sea libre onnímodante; nunca lo ha sido ni podría serlo, porque, como cualquier actividad humana, está sometida a las presiones del ambiente social. Pero esas presiones son en cierto modo espontáneas, y en momentos te ayudan a descubrir tu destino.

Francisco Ayala
Francisco Ayala

En tu proceso de escritura, ¿ has seguido un método uniforme de trabajo o lo has cambiado conforme vas desarrollando los textos?

- No he tenido ningún método de trabajo, ni mucho menos ha cambiado en el proceso mismo, sino que cada obra se me presenta como un proyecto independiente, a partir de una situación original, y el método como desarrollo la realización del proyecto, varía según me parece que ello lo exige. No suelo, como otros escritores, establecer un plan general, detallado, de la obra que voy a escribir. Una vez decidido esto, es ya cuestión de crear atmósferas. La acumulación y ordenación de particularidades contundentes a ello sería obra de arte o artificios del escritor, en que estoy bastante ejercitado; esto es, claro cuestión de oficio o incluso interés por la literatura.

¿ Qué opinas de la sociología que se plantea para canalizar esas presiones de la creación?, ¿ te agrada desbordarlas en la hoja en blanco aún cuyo sentido no comprendieras en ese instante?

- Esas presiones no son equiparables nunca a la camisa de fuerza de un orden oficial. Rara vez las explicaciones del artista acerca de su arte resultan de verdad aclaratorias para los demás. En ese hecho, siempre repetido, se ha querido ver una comprobación de la tesis que proclama inconsciente el genio creador; frente a sus frutos, el individuo que le sirve de soporte se hallaría, después del rapto, en el mismo estado de atónito desconcierto que el más ajeno de los espectadores; de ahí su inhabilidad para dar cuenta cabal de su propio obra.

Francisco Ayala
Francisco Ayala

Esta idea, si no me equivoco, la expusiste en el ensayo “ Para una semblanza de Quevedo”. Pero ahora después de tantos años, ¿ qué piensas sobre lo intuitivo en el arte y la literatura, tu literatura?

- El momento de hallazgo, el tino de la elección, depende de sutilísimas condiciones de sensibilidad que ni son razonables ni admiten ser teorizadas. Pero, en general, la insuficiencia de las explicaciones que el artista suministra acerca de su arte no derivan de inconsciencia con respecto de su creación, sino más bien de la falta de un instrumento discursivo adecuado a las formulaciones racionales. El artista sabe muy bien lo que hace, porque sabe muy bien lo que intenta. Pero lo intenta y lo hace a través de sus medios naturales de expresión, que están constituidos por la técnica de su arte, y cuando quiere ponerlo en palabras, no las halla apropiadas y balbucea.

Te has referido al proceso de creación, ¿ cuáles serían entonces los balbuceos de la técnica?

- El músico sólo es elocuente cuando se expresa en notas, el pintor cuando se expresa en líneas y colores; si lo son, además de otra manera, eso ni quita ni pone a su arte, es circunstancial. De ahí ese lenguaje arcano, y en gran parte mímico, que suelen emplear los pintores al expresarse y crear un mundo propio, universal. De ahí también que sean los creadores literarios – y sobre todo, cierto tipo de escritores de los que Goethe podría erigirse en ejemplo excelente- quienes, cuando se lo proponen, hacen explícito su arte con mayor destreza; como que la técnica del mismo es una técnica del lenguaje, vehículo de la expresión estética, pero también de la expresión racional. En tales casos, la explicación ilumina y aclara la obra de arte hasta el límite de la intuición originaria. Es decir, pone al descubierto la técnica del arte, entendida en un sentido amplio. Aunque la parcelación de los saberes, la especialización contra la que alertó Ortega, se ha producido, es ya inevitable, y cada vez se estudian cosas más pequeñas. Lo cual resulta fabuloso, porque uno no entiende nada.

En libros como Muertes de perro, El fondo del vaso o Los usurpadores, hay una creación y una técnica literaria espléndidas en el manejo del lenguaje, ¿ cómo defines ese: oficio o sentido de entender la realidad?

- Cierto es que la técnica, nacida de aquel impulso creador originario que arraiga en la intuición estética, tiene, sin embargo, la común tendencia de todas las estructuras a consolidarse, mecanizarse, convertirse en oficio y, paralelamente, vaciarse de espíritu. Este último, deberá, pues, ser afirmado siempre de nuevo contra las escuelas y las tradiciones, en una tensión constante, que es la que promueve la evolución artística. Pero su reacción conduce inexorablemente a nuevas concreciones, a otras estructuras que tienden a consolidarse, a cerrarse sobre sí mismas.

Francisco Ayala
Francisco Ayala

Parte importante de tu trabajo narrativo es ficción, libros como Cazador en el alba, Historia de un amanecer o La cabeza del cordero, son referencias obligadas en diversas universidades del mundo, ¿ dónde localizas la raíz de este género?

- Todos mis escritos de ficción están redactados sin prisa. Tengo demasiado respeto por la ficción literaria para someterla a las condiciones del profesionalismo, y nunca me he sentido acicateado por las urgencias que suelen angustiar al escritor, forzándolo a explotar sus propias facultades. He vivido grandes dificultades, pero todas han pasado, y hoy puedo decir que mi tranquilidad ha valido la pena. También me cabe la satisfacción de no haberme plagiado a mí mismo, ni haber torcido en nada mis concepciones por atender a demandas editoriales, aunque más no fuera las solicitaciones del éxito. Cuando desarrollo mis ficciones literarias, yo, que tengo gran facilidad y puedo hasta dictar de corrido un artículo, me paso semanas a veces, y siempre varias horas, en la redacción de un párrafo narrativo. Eso es una exigencia o un código de ética que tengo desde siempre.

¿ Crees que esa exigencia cotidiana te ha llevado con los años a dejar de escribir ensayo, artículos en prensa…?

- De alguna forma, aunque casi no escriba en prensa, no es porque no tenga mucho que decir, sino porque no quiero. Quizás la realidad es demasiado dura, y no quiero interferir sin tener la energía suficiente para estar en una pelea que no es que sea peligrosa, sino que puede llegar a ser infame. Creo tener derecho a hacer mis reflexiones en solitario. Me dicen que escriba, pero yo siento la necesidad de callar. Las cosas que se pueden decir hoy son demasiado difíciles de expresar, hay tanta confusión que desanima. Y hay gran desilusión en la poesía, la pintura, la novela, ya no sólo en la política.

Francisco Ayala
Francisco AyalaFoto: Especial

¿ Sigues escribiendo diario…?

- Me sigue gustando escribir, la expresión imaginativa es una necesidad interior, no importa el receptor. Y como a la literatura novelesca no le veo atadero, escribo cuentos; y el que desee entender, pues que entienda, y desde luego, que lo lea.

Pero, ¿ crees que ya has cumplido lo suficiente?

- Desde luego, yo creo que ya cumplí con mi momento histórico, pero si creyera que puedo hacer algo que pudiera ayudar a la gente, lo haría. Lo que pasa es que han entrado en juego prácticas sociales que antes no había. Antes la gente sabía lo que deseaba y lo que pensaba, ahora navegamos en un mar de confusiones.

¿ Hablas de una confusión mundial o sólo de España?

- Creo que es mundial. Y en España esa confusión o cambio ha sido mucho más radical que en otros sitios. El español de ahora es distinto al de hace veinte años, no digamos ya al de los años cuarenta o al de los sesenta, cuando volví del exilio. Ahora, no sé si es mejor o peor. Es preferible en muchas cosas: en el nivel de la economía, en las facilidades de la vida moderna… Ya no hay pobres, sino marginales, porque el que quiere estar en la sociedad tiene más medios que antes. Pero la desorientación intelectual y moral de la gente es aterradora, y se refleja en todo. En el deterioro de la palabra, por ejemplo. Ya no se entiende el sentido de las palabras, hay una caída general, un abandono, una apatía intelectual.

¿ Sigues leyendo novela, poesía y viendo pintura…?

- En cuanto la lectura me llega mucho, de todo el mundo, pero no termino casi nada. La experiencia me permite saber si lo tengo que dejar en la página uno. Y lo dejo. La pintura me sigue gustando, y siempre que hay algo interesante lo voy a ver.

*Esta entrevista forma parte del libro La vida constante ( Conversaciones en el tránsito del milenio) de Miguel Ángel Muñoz. El volumen lo publica La Junta de Extremadura en España y en México Editorial Praxis.