Ódiense los unos a los otros

Ódiense los unos a los otros
Por:
  • raul_sales

No sé si alguien llegue a leer estas líneas, en realidad es indistinto si lo hacen o no, en nada cambiará lo sucedido, de nada sirve lamentarnos, ni siquiera para evitar caer en el mismo error pues no creo que quede nada después de este.

Soy Julián Decker, hijo de padres estadounidenses, nieto de abuela mexicana y abuelo alemán por parte de madre, y estadounidense y saudita por parte de padre. Soy una mezcla de sangre inmigrante que prueba que todas las "razas" de la especie son compatibles entre sí y en cuestiones de religión aunque la mayoría de mi familia era atea, mi abuela materna era ferviente católica y mi abuelo paterno rezaba 5 veces al día, al amanecer, al medio día, por la tarde, a la puesta de sol y en la noche. Nunca les presté mucha atención, aunque, por respeto a mi abuela, le llevaba rosas a la Virgen María cada 12 de diciembre y acompañé a mi Abu a su peregrinación a la Meca. Soy de esas personas que tienen tantas raíces enmarañadas que sólo hay de dos, o floreces fuerte y radiante o te marchitas. No tiene caso que les cuente mi historia, ni si florecí o marchité, baste decir que las cosas me iban bastante bien hasta que en mi infortunio pisé la arena política en el Partido Republicano y me fue bien, claro, mientras era un sistema abierto y medianamente meritorio pues, con la llegada del candidato improbable que se convirtió en presidente de los Estados Unidos de América, todo empezó a ir de mal en peor para los que tenemos genes "non gratos", para algunos, era musulmán, para otros, era inmigrante a pesar de ser tercera generación nacida en EE.UU. y aunque mi primera lengua fuera el inglés, me gritaban consignas xenófobas en lo que para ellos, pasaba como español.

Algunos autores dicen que la política es el arte de decirle a unos lo que quieren oír mientras haces lo que quieres hacer y culpas a otros de lo que hiciste mal. Sin embargo, en ocasiones, cuando no se es político, decirle a unos lo que quieren oír se sale de las manos y se limita la capacidad de hacer lo que se quiere hacer. Hablar por hablar en un discurso emocional sin, el control emocional.

Dicen algunos que para cambiar las cosas hay que llegar primero y que el fin justificará los medios, pareciera no importar que los medios perversos perviertan cualquier fin, que el discurso de odio genere odio y que el odio, por su misma cualidad, derive en violencia.

El punto aquí, es que el 45th president of the United States tomó posesión de un país dividido, en una división alentada por él, odiándose los unos a los otros en un odio generado por él y provocando resquemor más que justificado en los países aliados y un temor en los conflictivos, nada nuevo quizá, excepto, que para legitimar su derecho ganado en las urnas, se montó en su discurso y obligó a México a construir el muro con el dinero de las remesas sumiéndolo en una crisis aún mayor desatando una escalada de violencia en el país del sur, obligándolo a mandar a las fuerzas armadas a cuidar la frontera y solo fue cuestión de tiempo el encontrar un pretexto "válido" para invadir, no era la primera vez, el armamento era muy superior, los efectivos superaban en mucho al otro ejército y sin embargo, había algo distinto, en esta ocasión, la tercera parte de nuestro ejército tenía raíces latinas y no es lo mismo pelear en Medio Oriente donde no conoces ni el lugar, ni el lenguaje, ni las personas, a hacerlo en la tierra de la que tus abuelos te contaban historias y que si tuviste suerte, te llevaron a conocer, en un idioma que escuchaste hablar desde pequeño y la duda de no saber si estás disparando contra parientes tuyos.

Y mientras la tercera parte del ejercito desertaba, los "non gratos" fuimos unidos por la circunstancia de no ser tolerados y acusados injustamente y ¿Cómo amar la tierra de la libertad en la que lo primero que hacen es quitártela basándolo en tu origen, en tu religión, en tu apariencia?

Así que aquí estamos, inmersos en una guerra civil con armas de destrucción masiva y en la que el liderazgo de nuestro país exigió pago de favores arrastrando a otros países para defender "nuestro" modo de vida. Nuestra guerra civil se peleó desde los salones de Moctezuma hasta las playas de Trípoli, en las nieves del norte y bajo el sol tropical. El himno de los Marines se hizo realidad en una guerra civil de odio indistinto por lo distinto.

Y cuando el ego de un hombre egocéntrico se pone en entredicho, es peligroso, pero, cuando ese hombre tiene al alcance el botón de disparo de un arma nuclear... es un cataclismo global.

Soy Julián Decker, hijo de padres estadounidenses, nieto de abuela mexicana y abuelo alemán por parte de madre, y estadounidense y saudita por parte de padre; soy católico, musulmán, agnóstico, ateo, soy uno más de los que le reza a lo que pueda para sobrevivir en un erial nuclear mientras hermanos se matan entre sí... odiándose los unos a los otros.