Gana Premio Alfaguara historia de abandono y vejez

El escritor peruano Gustavo Rodríguez (Lima, 1968) fue galardonado ayer con el Premio Alfaguara de Novela 2023 por Cien cuyes, una historia “tragicómica, situada en la Lima de hoy, que refleja uno de los grandes conflictos de nuestro tiempo: somos sociedades cada vez más longevas y cada vez más hostiles con la gente mayor. Paradoja que Gustavo Rodríguez aborda con destreza y humor. Un libro conmovedor cuyos protagonistas cuidan, son cuidados y defienden la dignidad hasta sus últimas consecuencias”, suscribe el acta dictaminadora.

El jurado presidido por la escritora argentina Claudia Piñeiro y conformado por el periodista y escritor español Javier Rodríguez Marcos; la editora y traductora argentina Carolina Orloff; el librero de Letras Corsarias, en Salamanca, Rafael Arias García; el escritor español Juan Tallón y la directora editorial de Alfaguara, Pilar Reyes (con voz, pero sin voto) decidió por mayoría otorgar la distinción al autor también de la celebrada fábula Madrugada (2018).

“He recibido la mejor noticia que se podía tener en un día que no se augura muy bueno: mi país atraviesa por una situación política muy compleja”, dijo Rodríguez desde su casa en Lima en la conferencia de prensa, vía satélite, con los medios españoles y latinoamericanos.

Su declaración aludía a la manifestación convocada en su país natal desde el martes para “protestar por lo que consideran una vida de inequidad y ninguneo, hartos de políticos y poderosos que solo ven sus propios intereses”, aseveró.

Sobre su obra, el galardonado señaló: “Ya pasé la mitad de la vida y uno empieza a cuestionarse en lo que viene y ves el deterioro en tus mentores y la gente mayor y eso influye más de lo que uno piensa. También se debe a la muerte de gente mayor que tengo cercana, principalmente mi suegro. De la muerte se habla menos que del sexo. Usamos eufemismos: esquivamos totalmente a la muerte. Hay que hablar más y con más humor de la muerte. Sin humor no se puede entrar en estos temas”.

Novela protagonizada por Frasia, quien desanda por las calles de Lima en la búsqueda de la sobrevivencia; se encarga del cuidado de varios ancianos en un barrio residencial y establece con ellos un vínculo íntimo que la llevará a una encrucijada en su rol de amiga y confidente de estos seres inmersos en un abandono total. El autor explora en el abismo existente entre las clases sociales: “Frasia es racialmente distinta, pero pone todo su empeño al servicio de quienes cuida y lo hace a pesar de los prejuicios que la sociedad tiene sobre ella, víctima de una violencia soterrada y clasista”, abundó el premiado.

En esta convocatoria se recibieron 706 manuscritos: 296, España; 112, Argentina; 99, México; 81, Colombia, 43, Estados Unidos, 28, Chile, 27, Perú; y 20, Uruguay.  Gustavo Rodríguez se convierte en el segundo peruano en ganar el Premio Alfaguara: el primero en alcanzarlo fue Santiago Roncagliolo en la edición de 2006 con Abril rojo. “Este garabato, convertido en manuscrito durante los últimos meses, acaba de ganar el Premio Alfaguara de Novela 2023. Me he quedado sin palabras”, fueron las primeras palabras pronunciadas por el narrador limeño después de enterarse de la notificación.

Gustavo Rodríguez ha publicado novelas (La furia de Aquiles, 2001; Cocinero en su tinta, 2012; Madrugada, 2018; Treinta kilómetros a la medianoche, 2022...), un volumen de relatos (Trece mentiras cortas, 2006), libros infantiles y el cuaderno de textos periodísticos Traducciones peruanas (2008). “Rodríguez es una de esas voces que sorprenden, justamente porque no se jacta de alimentarse sólo de la literatura. También cree en la calle y en su mirada y en sí mismo. Más que escribir, a veces da la impresión de que lo que hace es conversar”, ha dicho el escritor chileno Alberto Fuguet.

Rodríguez recibe 175 mil dólares (aproximadamente, 3 millones 320 mil pesos mexicanos), una escultura de Martín Chirino y la publicación simultánea en todo el territorio de habla castellana y Estados Unidos, la cual estará disponible en librerías, para más de 500 millones de lectores hispanos, el próximo 23 de marzo.

Así comienza Cien cuyes

Cuando el metro elevado fue inaugurado por fin luego de veinticinco años de construcción, los aplausos ocultaron las críticas de que su larguísima verruga marcaría para siempre a la ciudad. Es lo que ocurre ante la desesperación: poco interesa en una sala de emergencia cómo quedará la cicatriz de una cirugía. Sin embargo, aquel ciempiés de concreto que los visitantes de metrópolis más amables observaban incrédulos por encima de sus cabezas tenía en Eufrasia Vela a una pasajera especialmente agradecida con esos fotogramas vivos que le enriquecían el trayecto: hacía un rato había pescado en una azotea a una mujer de su edad, rechoncha como ella, dando vueltas sobre su eje mientras hacía girar un sostén rojo; y ahora, en plena curva antes del óvalo Los Cabitos, había descubierto el grafiti de una pinga azul, relumbrante y retorcida como un neón: sabía que la acababan de pintar en ese muro, esa misma noche quizá, pero la asociación entre el vandalismo y el tren la hizo a retroceder a una viejísima película ambientada en Nueva York (...)

Fragmento del libro.

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