Rodrigo de la Sierra, el escultor que hizo del 2015 su mejor año

Rodrigo de la Sierra, el escultor que hizo del 2015 su mejor año
Por:
  • martha_cotoret

Para el maestro Rodrigo de la Sierra el año 2015 fue exitoso: Presentó exposiciones individuales —en los museos más importantes de la Ciudad de México— y colectivas con excelentes resultados, publicó su libro Timoteo, un catálogo de lujo que reúne 150 imágenes de su personaje más conocido y se sumó a causas benéficas, a favor de los más necesitados.

“Ha sido de los años más latosos. En cuanto a producción, de obra de lo cual no he podido encargarme como yo quisiera por asuntos personales. Toda la obra que salió en 2015 representa las dos terceras partes de lo que hago normalmente. Tuve que atender muchos compromisos, pero no me arrepiento. Estuvo muy padre. Asistí a ferias internacionales, presenté exposiciones colectivas en galerías privadas, tuve una exposición en Jardines de México, en donde se quedó una pieza… Además tuve exposiciones individuales en el Museo de Arte Moderno, en la Universidad de Puebla”, resume el escultor mexicano a La Razón.

Uno de sus grandes logros resultó la presentación de su libro. Fue un pequeño logro porque fue un proyecto de mucho trabajo: había artículos muy padres y un cuidado de la fotografía. Rafael Pérez y Pérez, subdirector del Museo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, mencionó que es uno de los mejores libros de escultura que ha visto editado, fue muy halagador.

También ha sido el año de las causas sociales. Se me acercaron muchas fundaciones para sumarme a causas altruistas y estuvimos trabajando mucho con ellos, más que otros años. Uno de los que me gustaron mucho es el voluntariado del IMSS con el que trabajé todo el año. Soy embajador de esta iniciativa, participé cada mes en sus campañas, con bocetos: se reunieron 12 que van a salir el próximo año en una agenda muy bonita que van a producir y ahí va a quedar Timo como viñeta. Aparte les di unos reconocimientos para quienes pertenezcan al voluntariado.

También soy embajador del riñón. Este año y el año pasado doné la pieza que dan a nefrólogos o a médicos que han contribuido de manera significativa en avances o ayuda para el transplante de riñón principalmente. Tuve una subasta en Nueva York de Aids for Aids y la gala Mi héroe en la Ciudad de México, en el Museo Jumex.

También participé en una de sida y cáncer de arte vivo, grupo de los 16, que es una asociación de señoras que atienden una casa hogar, una de la Fundación Todo por el Cine y una muy especial con la que cerré: La de Aids for Aids, en el Museo Soumaya.

Allí Aids for Aids le dio un reconocimiento para reconocer su labor. No es sólo la cuestión altruista, sino que quisieron darme el reconocimiento por una propuesta artística de valor

y por la trayectoria.

¿Diría que 2015 fue el año de las causas sociales? Coincidió, no fue una búsqueda. Este año me buscaron muchas fundaciones y muchas me convencieron; me gustaron las propuestas que tenían, cómo trabajan y decidí involucrarme. Antes de ser una persona con un sentido filantrópico, soy artista. Podría ser artista sin ser altruista, pero no ser altruista sin ser artista. Por muy buen corazón que tenga no podría apoyar en tantas causas si no fuera por mi trabajo como artista, que es el que me trae seguidores.

Puedo decidir apoyar con la donación de una pieza y eso se convierte en una ayuda de peso o Timoteo se convierte en una especie de símbolo que reconoce la gente… Son causas de las que estoy convencido. Hay rostros reales detrás de todo esto, te platican lo que están haciendo en qué quieren ayudar y sí es muy enriquecedor.

No siempre se dedicó al arte, antes estudió arquitectura. ¿Cómo y cuándo decidió que quería ser escultor? El deseo de dedicarme a la escultura y al arte siempre lo tuve. Por diferentes situaciones y causas decido dedicarme a la carrera de arquitectura, ejerzo cerca de 12 años y se juntan varios factores en mi vida. Nunca dejé el arte, nunca lo abandoné, pero lo hacía de hobby. Era desgastante, tenía que atender otras obligaciones, yo estaba casado, era otra rutina mi vida.

Hay una frase que me gusta mucho: “Tarde o temprano la vocación te alcanza”. A mí me alcanza la vocación y digo “ah caray, de verdad si quieres hacer las cosas, aviéntate”. Yo tenía un muy buen puesto en una coordinación importante en una empresa que se dedica al manejo del agua, en el Distrito Federal, pero llegó el momento de decir ahí muere. Y me digo: “Ya no soy de aquí, no me siento de aquí ¿qué es lo que

quiero? Un cambio”.

Era un muy buen puesto, buen sueldo, no cómodo porque era una friega porque tenía muchas responsabilidades, con empleados a cargo, y había que dar un doble esfuerzo. Tenía un puesto bueno, pero estaba muy joven y era pesado poder cumplir con las expectativas de lo que pedían, tenía que trabajar mucho.

Tomo una de las decisiones más fuertes de mi vida, pero la que menos trabajo me costó. Renuncio, me meto a estudiar arte, durante casi cinco años. Me eché otra carrera, principalmente enfocado en talle en madera, en la universidad. También hice unos cursos y

recibí clases particulares.

¿Cuándo nace Timoteo, su principal personaje? En ese camino había unos bocetos de lo que más o menos es Timoteo, pero no estaba muy claro. Eran dibujos. Durante ese tiempo abro un despacho de diseño junto con mi hermano. No era exactamente lo que yo buscaba, pero estaba más cerca del arte. Toda mi formación como arquitecto estuve de una u otra forma relacionado con la parte creativa y el diseño.

¿Qué pasa? Tenía mi propuesta de figura humana, principalmente, que se empezaba a vender; estaba expuesto en galerías. Críticos de arte y galeristas ven a Timo y me dicen que les interesa el personaje. Les digo: “Tengo poco, cuando tenga tiempo me pongo a hacerlo”.

En 2007 mando una pieza a la Toyamura International Sculpture Biennale y queda seleccionada entre 600 propuestas de todo el mundo —quedamos 50—. Eso me dio ánimo para presentar el proyecto de Timoteo de manera sólida y lanzarme al vacío, cerrar el despacho del diseño y abrirme camino

como escultor.

En su página web hay una frase que reza “la vida es demasiado seria para tomárnola tan en serio” ¿Ésa es su filosofía de vida? De vida, sí; de trabajo, no. En el trabajo soy una persona aprensiva, intento ser muy perfeccionista y si una pieza escultórica no da lo que debe, va para atrás. Cada vez que pasa el tiempo, la vida te va enseñando y te pone los pies en la tierra, para que no le des tanta importancia a lo que no lo merece.

Esa frase nace de la filosofía de vida de Timoteo. Después de ser una crítica personal atrapada en los clichés y en ciertas actitudes que tomaba ante la vida, vi que mucha gente armonizaba con este personaje y se volvió más social. Es hacer notar los pequeños detalles de la vida que tienen importancia, luego vienen la ironía, el sarcasmo, la crítica, pero parte de esa esencia.

Y para el 2016… la consolidación

Las metas del maestro Rodrigo de la Sierra para el año que viene están claras: “Tengo que salir de algunos proyectos personales, como la construcción de mi estudio: lo estoy cambiando de acuerdo a las nuevas necesidades, quiero hacer proyectos de talle en madera”.

El escultor también espera presentar a Timo en madera y hacer una exposición individual con estas figuras; cerrar unos proyectos de figura humana: darle un giro al concepto y hacer unas nuevas, pero, sobre todo, no olvidar que la escultura es un placer. “Tengo unos proyectos en gran formato de 17 metros de altura”, adelanta.

“En cuanto a exposiciones hay dos propuestas muy interesantes, una en Chicago y otra en Nueva York, y muy probablemente en Corea, donde llevo dos años exponiendo y he obtenido buenos resultados y buena crítica. En 2016 se van a consolidar varias cosas: proyectos personales como el estudio y darle más fuerza a Corea y Estados Unidos; es difícil entrar, es un mercado celoso, son más cautelosos”, explica. Las figuras humanas no están olvidadas: “Las pienso retomar para 2016”, concluye el escultor mexicano.