Vivir con miedo

Vivir con miedo
Por:
  • alejandro_de_la_garza

Comienza el año y el escorpión vuelve a su resquicio en la pared tras una decepcionante gira por el estado de Morelos. A su provecta edad, el ya abuelo había proyectado para este 2016 su pacífico retiro a un modesto chaletito en el bosque de la zona conocida como María Candelaria. El tranquilo y ecológico sitio es vecino del fraccionamiento Real Montecassino y se ubica cinco kilómetros antes de la ciudad de Cuernavaca, sobre la carretera vieja o “libre”, como también se le conoce.

El rastrero recuperó sueños y esperanzas, hizo cuentas, planes, estaba dispuesto a endrogarse con tal de trasladar su biblioteca al chalet, sentarse en el porche a observar el atardecer y encender la chimenea con un trago en la mano. Un nido ideal con internet y comunicación por celular donde poder trabajar, leer, escribir... Pero el precavido escorpión comenzó a indagar sobre el transporte, la comunicación y la seguridad en aquel entorno.

María Candelaria está en el municipio de Huitzilac (junto con Tres Marías, Coajomulco, el parque Lagunas de Zempoala y otras comunidades). Allí, le informaron al escorpión, imperan el robo, el secuestro exprés, la tala clandestina, el asalto nocturno sobre la carretera, algunos homicidios. Hace poco se desplegó a la policía federal para atrapar a un grupo de atracadores de ciclistas y montañistas. Se habla de la banda Los Panales, cuyos delitos impunes obligaron a los pobladores de Huitzilac a bloquear en marzo pasado la autopista México-Cuernavaca para exigir se recuperara a un joven plagiado. El secretario de gobierno fue retenido en el lugar, lamentó la situación, reconoció la pérdida de control sobre la delincuencia y declaró la zona como un foco rojo del estado. El sueño había terminado...

El escorpión no cejará en su intento de retiro ni en su afán de lograr su tan ansiado outsourcing, aunque para poder establecerse pacíficamente deberá buscar un lugar más civilizado, menos aislado, donde no deba vivir con miedo. Recuerda entonces sus infantiles y regocijantes fines de semana en Cuernavaca en los sesenta y sus acampadas en el Izta, el Popo y La Marquesa en los setenta, pero no quiere exagerar su caso, pues lo sabemos bien: en poblados y comunidades menores, en ciudades medias y grandes, en vastos territorios de nuestro país, se vive con miedo.

Por lo pronto, para afrontar este nuevo año el venenoso se fortalece en su hendidura en lo alto del muro descarapelado, y les desea vivir sin miedo...