Tarde de balompié

Tarde de balompié
Por:
  • larazon

Carlos Olivares Baró

Me declaro un neófito del balompié. Cuando escucho expresiones como “fuera de lugar”, “tiro de esquina”, “saque de banda”, “tiro libre” o “saque de meta” no entiendo absolutamente nada, doy oídos a la fonología de un idiolecto desconocido. Del balompié sólo sé que gana el equipo que meta más veces el balón en la portería de su contrincante. Sigo el color de las camisetas, y me gusta la vigilia espabilada del portero. En Cuba de niño jugué beisbol; por mi estatura me ponían en los jardines, atrás, en la posición de right fielder: no había bola que pasara por ahí. Creo que yo hubiera sido un buen portero. Hoy el Conejo tendría que vérselas conmigo.

Me senté con mis amigos mexicanos, de la empresa donde trabajo, a ver el juego de la selección mexicana frente a Francia. No sé nada, repito, pero advertí a un equipo arrojado desde que empezó el partido. Llegaban y no la metían. Me puse nervioso: las manos me sudaban. Un economista a mi lado me explicaba los pormenores. Cero a cero cuando concluyó el primer tiempo y yo sabía que íbamos a ganar. En el descanso me fui al baño y besé la virgen de La Caridad del Cobre que guardo en mi billetera. Segundo tiempo y el Chicharito metió el primer gol y grité ¡pingaaa!: le tuve que explicar entonces el significado de mi aullido a mi economista asesor futbolero. El penalti que cobró Temo me hizo repetir otra ¡¡¡pinga!!! que contagió a mi adjunto.

Dicen que Aguirre cobra 3 millones de euros al año. Nos sale cara la euforia. Pero, qué lindo vernos todos radiantes en la algarabía: ya nos tocaban estos instantes de gratitud compartida. Nos abrazamos. Aproveché y besé a una investigadora de mercado que tiene los ojos más lindos de todo México. El corazón se me tiñó de verde. Ya no soy tan ignorante: ayer por la tarde me di cuenta de lo mucho que amo a este país que me da cobijo hace más de 25 años.

¡Pinga! ¡Coño! ¡Ganamos!