EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO

Homenaje a Ozzy Osbourne

Homenaje a Ozzy Osbourne Foto: Cortesía del autor

Querido Oz: Hace treinta años, acababa de cumplir los trece, de noche y a oscuras en mi cuarto, puse el primer disco de Black Sabbath en mi walkman y te escuché cantar: “look into my eyes, you’ll see who I am / my name is Lucifer, please take my hand”. Y yo la tomé. Me aferré a tu mano, oh Príncipe de las Tinieblas, y entregué mi existencia al mal. Desde hace tres décadas he procurado regirme por tus enseñanzas. Y vaya que me he dejado cegar por la nieve.

Ayer, después de despertar de una siesta, revisé mi celular y tenía chingos de mensajes: “Ozzy ha muerto”. Comprendí entonces la belleza de tu salida. Hiciste, como Bowie, arte de tu muerte. Pero la tuya fue superior en grandeza, tuviste tu funeral eléctrico. Tu partida resultó maléficamente cronometrada. Tanto si son verdad los rumores de que te practicaron la eutanasia en Suiza o el maldito Parkinson te nos arrebató, ya habías cumplido la misión: literal te moriste cantando. Diecisiete días después de Back to the beginning, qué simbólico guiño. También diecisiete días después de su última actuación en vivo murió Lemmy.

¿Ves? Cómo no pensar en tu muerte como una pieza artística.

No sabes cómo me arrepiento de no haberme lanzado a Birmingham. En mi defensa diré que he visto el festival completo más de cuatro veces. Qué imágenes tan conmovedoras las del estadio entero agitando los brazos en “Mr. Crowley”. Cómo no llorar ante semejante muestra de amor. Y luego todavía hay idiotas que dicen que el rock está muerto. Tú ya no estás con nosotros, pero tu legado es la prueba irrefutable de que el rock continúa pervirtiendo almas.

Gracias Ozzy, por despedirte dándole una lección al mundo de la música. Mientras que la mayoría de los festivales gozan de mala fama por culpa de la desorganización, tú diste el ejemplo de cómo se hacen las cosas. Desde este lado de la pantalla lució perfecto. Hasta el final te saliste con la tuya. Tu huella de dinosaurio opacó todo alrededor. Y gracias también por el timing. Tu fiesta opacó el regreso de los odiosos hermanos Gallagher. A quienes con la noticia de tu muerte les has vuelto a aplicar el madruguete. El mundo continúa hablando de ti. Hasta el diputado Sergio Gutiérrez Luna expresó sus condolencias por tu muerte en un canal oficial. Ese tipo de detalles no le ocurren a Oasis.

No tengo nada que objetar de Back to the beggining, excepto una cosa: Billy Corgan. Sé, Ozzy, que el sonido de guitarra de Black Sabbath influyó en la manera de tocar del tío Lucas, pero lució desangelado y fuera de lugar. Lo hubieran puesto a tocar en lugar de cantar. No hubo grupo o solista que no despilfarrara pasión, sin embargo, la voz de Axl Rose dio pena. Sé que eso no es tu culpa, pero fue algo triste. Se extrañó la presencia de Marilyn Manson y de Mötley Crüe.

No estuve en Birmingham, pero nos vimos por última vez en 2018 en el Hell & Heaven. Cuando lloré hasta el ano de nieve. Nunca se me habían salido las lágrimas bajo los efectos del periflais. Nuevo logro desbloqueado. Algo ocurrió cuando comenzaste a cantar “Mama, I’m Coming Home”, de repente me di cuenta de que tenía el rostro empapado. Había esperado mucho tiempo para escucharla en vivo. Fue mi revancha. El desquite por no haber podido ir a verte en Monterrey en el 95. Ese día me bebí como tres litros de whisky. Que, si no me tumbaron, además de la ayuda de los polvos mágicos, fue por la adrenalina de verte en concierto. Una vez terminado el show sí que me sumé a los soldados caídos que estaban sembrados por todo el Foro Sol.

Nunca olvidaré el día que entré a Casa Wagner y vi los casets de Black Sabbath. Trabajé muy duro para comprarme toda la discografía disponible hasta el momento, junto con la tuya en solitario. Cómo me gustaban las cajas de los casets de Warner Bros. Eran negras, hasta en eso se advertían las tinieblas, todas las otras eran transparentes. Los escuchaba en una gabachilla pedorra de una sola bocina. Era suficiente para mí. Lo que necesitaba era escuchar tu voz, como fuera. El día que me llevé Sabbath Bloody Sabbath sufrí pesadillas. Es mi disco favorito después del primero. Ése con el que sellamos nuestro pacto que se mantiene vigente hasta el momento: sigo agarrado de “NIB”, la rola que más me gusta de todas en las que has imprimido el 666.

Veo escenas del Back to the Begginning, los gestos de tu rostro me aterrorizan. Ni en el último momento perdiste la malignidad. Sí, no eras el mismo que cuando te vi con Sabbath en el 2013, estabas diezmado por la enfermedad, pero me resultaste más imponente que nunca. Puto milagro que la ciencia nos tuvo que explicar. Cualquier otro ser humano no habría sido capaz de salir al escenario, pero recordemos que eres Ozzy. Y Ozzy siempre tiene que romper los moldes.

Eres para el heavy metal lo que Elvis Presley fue para el rock and roll. Y para las pastillas. Y la bebida. El diablo te tenga en el mejor palco del estadio.

Nunca olvidaré ese concierto de 2013. Por culpa de Daniel Guzmán. Uno de los fans de Sabbath más irredentos que he conocido. Le pasó algo que también a mí me ha ocurrido. Fue víctima de la emoción. Es que, Oz, imagínate, esperar la fecha durante meses, saborear las ansias, rumiarlas, malabarearlas, para que el mero día te pierdas en las tinieblas del alcohol. Daniel estaba tan entusiasmado que comenzó a beber desde temprano y cuando lo despertaron en el taxi para dejarlo en su casa, lo primero que preguntó fue ¿Ya llegamos a Black Sabbath? Sólo para que le dieran la noticia de que el concierto ya había acabado. O sea, Daniel estuvo en el foro, pero no se acordaba de absolutamente nada. Uno de esos borrones drásticos de caset propiciados por culpa del exceso de alcohol. De antología. Sublime.

Además de haberme educado sentimentalmente con tu música, Oz, eres el autor de la biografía de rock más chinguetas que he leído en mi vida. Es el libro más divertido que ha caído en mis manos. Imagínate que hubiera muerto el párroco que se pasoneó con tu pay de hachís. Ahí me di cuenta de que eres totalmente auténtico. De que no haces las cosas por el show biz, tú eres así y nada lo haces con la intención de molestar, aunque al final hayas incomodado a miles de personas. Pero hay millones que te amamos, Ozzy.

Gracias por haberme llevado al lado oscuro. God bless you. Descansa en rock.