EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO

Talentoso y maldito Pete Doherty vs. el mundo

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Existen libros adictivos. Que te aceleran el pulso. Que apenas los tocas, te muerde ese nerviosismo que antecede a los actos ilícitos. Un chaval prometedor (Alianza Editorial, 2023) pertenece a esa clase.

La historia comienza con la inocencia de los primeros años de su autor, pero apenas crece, no dejas de preguntarte: ¿ahora qué le va a pasar a este cabrón? Porque, además de faro sonoro de The Libertines, Doherty es un trouble maker profesional. Sus habilidades musicales son proporcionales a su capacidad para salir de sus broncas más o menos bien librado. Pero lo que más se agradece es que Pete podrá ser un vicioso, un libertino, un adicto, pero jamás un llorón. Algo que, en estos tiempos en que metaleros como James Hetfield se quiebran en el escenario, merece el mayor de los aplausos.

Doherty pertenece a la generación que hizo resurgir al rock a inicios de los dosmiles. Si en Estados Unidos The Strokes habían encendido la mecha, en el Reino Unido The Libertines recibieron la antorcha. Si algo lo caracteriza, desde siempre, es un hambre ejemplar. Por hacer música, pero sobre todo por consumir sustancias. Detrás de su facha de inglesito bien vestido anida uno de los heroinómanos más recalcitrantes que ha parido el rock. Un legítimo alumno de William Burroughs a la distancia.

POR MOMENTOS, LA HISTORIA DE PETE parece una escena sacada de The Deer Hunter con Robert De Niro. Hay cuchillos, hay jungla y hay guerra. Una interminable y a ratos ridícula guerra entre Pete y los otros miembros de la banda, capitaneados por Carl Barât. El temperamento salvaje de Doherty ha sido a lo largo de los años un problema para mucha gente. Y pese a haber creado dos álbumes inolvidables, la relación entre Pete y su banda ha sido por demás áspera. Se han separado en infinidad de ocasiones y, en la mejor tradición de las parejas tóxicas, incapaces de separarse de manera definitiva, han regresado una y otra vez.

Es imposible no simpatizar con la visión de Pete Doherty. Es admirable cómo ha puesto toda su energía al servicio de la música. Cómo sacrifica su propio pellejo con tal de tocar en vivo en donde sea, a la hora que sea y con quien sea. Y cómo ha renegado contra la profesionalización del rock. Considera el caos la verdadera aventura sonora. Además de los otros miembros de la banda, otro villano de esta novela de aventuras en clave de rock es Rough Trade, el sello que los catapultó. El molino de viento contra el que Pete lucha de manera incansable.

Imposible no sentir antipatía por Barât. Terminas odiándolo. Te dan ganas de meterte al libro y agarrarlo a madrazos. Pero Pete no necesita que nadie lo defienda. Sabe encajar los golpes como el mejor. Y lo más insólito, no importa cuánto lo dejen tirado, cuánto sea vejado por la policía o los paparazzi, jamás se tira al piso. No practica la autocompasión. Y lo más desconcertante. Nunca experimenta culpa. Por sus actos, por las consecuencias de su adicción o por sus fracasos amorosos. Como Terminator, se pone en pie y continúa con la misión: crear música.

POR MOMENTOS, LA HISTORIA DE PETE PARECE UNA ESCENA SACADA DE THE DEER HUNTER CON ROBERT DE NIRO

PERO HASTA EN LAS BATALLAS PERDIDAS, Doherty sale triunfador. De la disolución temporal de The Libertines nació Babyshambles, cuyo debut, Down in Albion, está a la altura de lo mejor de The Libertines. Con esta banda por fin cumplió su ambición de contar con un conjunto que homenajeara la vida nómada. Doherty se habría sentido a sus anchas con la Rolling Thunder Reveu de Dylan. Pero los deseos de Pete de vivir en comuna nada tienen que ver con el sueño jipi, es más bien la nostalgia por el circo y su carácter itinerante.

Doherty es un refugiado. Siempre lo estaban persiguiendo. Sobre todo, la policía, debido a su consumo de drogas duras. Por momentos nos recuerda al acoso que sufrió Billy Holiday por parte de la brigada de narcóticos. A la que la hostigaban inescrupulosamente. Lo mismo le ocurría a Pete. A quien cazaban sin descanso. Y se lo llevaban preso. Yo me pregunto, ¿cuántos músicos contemporáneos cumplirían condenas de doce o catorce meses y saldrían directo a tocar en cuanto concierto se les atravesara? Sin duda, casi ninguno. Lo que emparenta a Pete directamente con los guitarristas de blues del siglo pasado, quienes vivían a salto de mata entre la prisión por tocar música diabólica y la carretera.

La honestidad con la que Pete narra sus desventuras está exenta de cinismo. Y jamás se queja de su mala suerte. La cual no se cansa de fabricar. Pero su mala fortuna es menor que la buena. Cuántos yonquis pueden presumir el haber tenido una relación tempestuosa con Kate Moss o un affaire con Amy Winehouse. Quizá su mayor bendición haya sido encontrarse en su camino con Mick Jones, ex guitarrista de The Clash, quien produjo los primeros discos de The Libertines y el primero de Babyshambles. Esa asociación delictuosa continúa resonando hasta nuestros días.

Y COMO EN LAS MEJORES NOVELAS DE MISTERIO, aquí también hay una muerte. Un amigo de Pete que salta desde un balcón y muere. Doherty tiene que pasar por encima del cadáver para no volver a caer en la cárcel. Y hay también un amague de sobredosis. Y muchos momentos de autosaboteo, pero estos nunca llegan a definir el siguiente paso. Siempre hay un disco que grabar, una jeringa que inyectarse y un concierto que dar. Alumno también, cómo no, de Keith Richards, con quien tuvo la oportunidad de convivir.

Además de la cárcel, Doherty ha pasado su vida entrando y saliendo de rehabilitación. En una de esas ocasiones, intentó el tratamiento con ibogaína. Y cuenta que la pasó fatal. Un chaval prometedor se publicó originalmente en inglés en 2022. Y el libro cierra con un Pete limpio. Sin heroína. Cuesta creer que los excesos no le hubieran cobrado factura. Pero al final sí le llegó la cuenta. En febrero de 2024 se dio a conocer que padecía diabetes. Y estuvieron a punto de amputarle un par de dedos. Pero no ocurrió. La respuesta de Pete a su condición ha sido continuar girando. Al parecer se va a morir tocando.

Demos gracias a los dioses del karma de que siga entre nosotros, y de que nos haya regalado este pedazo de biografía. Un antídoto intravenoso contra el aburrimiento. Divertido, ágil y difícil de soltar. Que desde ya ha entrado en mi top ten de los mejores libros de música que he leído.