La Guerra de Siria: Armas químicas y mentiras tóxicas

La Guerra de Siria: Armas químicas y mentiras tóxicas
Por:
  • naief_yehya

Fotos: Gabriel Tizón

 

CUENTOS DE GUERRA

Las teorías conspiratorias circulan, prosperan y proliferan en todo momento pero la bruma de la guerra es un formidable caldo de cultivo para historias falsas y maquinaciones siniestras, tanto aquellas creadas por los medios de comunicación para manipular a la opinión pública, como las manufacturadas por las partes e intereses involucrados en los conflictos para promover su causa. No hay guerras sin conspiraciones, sin alianzas oscuras ni planes nefastos fraguados en las sombras. Las teorías conspiratorias y la propaganda se funden en el caos de la desinformación y la confusión del combate. La guerra civil en Siria es un ejemplo notable de un conflicto que se pelea en el terreno y en las pantallas del mundo. Mientras este país es desgarrado desde adentro, desde afuera una variedad de grupos y naciones con intereses antagónicos conspiran en contra de la población y de cualquier posibilidad de paz, a veces por ambición y otras por ignorancia. Aliados y enemigos del gobierno difunden denuncias y acusaciones, a veces ciertas y otras manufacturadas, en una batalla por los “corazones y las mentes” de los cibernautas y de la comunidad internacional. Así tenemos que las operaciones militares del gobierno son presentadas por unos como la heroica lucha del ejército en contra de los fanáticos y por otros como sádicas campañas de exterminio. Esta es una guerra mediatizada, sin cuartel, en la que hasta los grupos humanitarios de rescatistas, como los White Helmets o Cascos blancos, son acusados no sólo de ser militantes yihadistas sino terroristas al servicio de al Qaeda y financiados por la CIA.

[caption id="attachment_646064" align="aligncenter" width="1068"] Sid,Serbia.[/caption]

Lo que comenzó como un movimiento popular, derivado de la Primavera Árabe de 2010, que exigía democracia, justicia y respeto a los derechos humanos, se convirtió en Siria, a partir de marzo de 2011, en una guerra sangrienta y brutal de alta intensidad, peleada entre muchos frentes y que ha costado más de 480 mil vidas hasta ahora.1 Entre la carnicería han destacado actos de barbarie inverosímiles, tanto los bombardeos inmoderados y el uso de artillería pesada por el gobierno en ciudades y zonas densamente pobladas, como las matanzas cometidas por diversos grupos rebeldes, especialmente el Estado Islámico (ISIS). Todas las guerras son colecciones de atrocidades, abusos y matanzas, pero en ésta el ex  presidente estadunidense, Barack Obama, impuso en 2012 una “línea roja” al gobierno de Bashar el Assad, un límite selectivo que de ser rebasado daría lugar a represalias: no sería tolerado el uso de armas químicas. Durante años en esa guerra el ejército ha empleado bombas de barril (explosivos improvisados que se tiran desde aviones o helicópteros y carecen de precisión) y toda clase de explosivos de alto poder. Los rebeldes tampoco han limitado su uso de armas y bombas. Mientras tanto, cientos de miles de civiles han sido despojados de sus bienes y hogares, forzados al exilio, torturados, mutilados, asesinados y decapitados con crueldad increíble, principal pero no únicamente por los rebeldes. Ciudades milenarias han sido arrasadas, hospitales y escuelas se encuentran en ruinas, el tejido social de tolerancia que existió en ese país desde sus orígenes ha sido desgarrado.

La decisión de Obama fue polémica e hipócrita, sin embargo no carece de fundamento histórico. Las armas químicas fueron prohibidas por la ley internacional desde la Convención de la Haya de 1899, sin embargo se emplearon ampliamente durante la Primera Guerra Mundial, y volvieron a ser prohibidas por el Protocolo de Ginebra de 1925, así como la Convención de armas químicas de 1993, que actualmente es administrada por la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (en adelante OPCW, por sus siglas en inglés). Estas armas son en particular repugnantes por ser asesinos silenciosos que matan indiscriminadamente y con extrema crueldad. En gran medida, si las potencias han dejado de usarlas es por sus limitaciones, dependencia de las condiciones atmosféricas, falibilidad, alto costo de manejo y almacenamiento, así como por la facilidad de ser víctima de los propios agentes químicos, pero sobre todo, porque estos países cuentan en sus arsenales con una gran variedad de opciones más destructivas y eficientes. De cualquier modo, numerosos países tienen arsenales con este tipo de agentes o bien venden precursores para su fabricación, además de que algunos usan regularmente municiones que tienen efectos tóxicos mortales y consecuencias a largo plazo, como pueden ser las bombas de fósforo blanco y de uranio empobrecido.

"LA 'LÍNEA ROJA' DE OBAMA FUE VIOLADA CON EL ATAQUE AL SUBURBIO DE DAMASCO, GHOUTA ESTE. SE ESTIMA QUEN ALREDEDOR DE MIL QUINIENTAS PERSONAS MURIERON ESPANTOSAMENTE ENTRE CONVULSIONES Y ESPASMOS"

Desde el inicio de la guerra ha habido una veintena de presuntos ataques con armas químicas en los que el gobierno y los rebeldes se han acusado mutuamente. Los rebeldes tienen armas químicas, tal vez algunas de fabricación casera y otras que obtuvieron de los depósitos de armas gubernamentales que capturaron.2 Esto se confirmó en varios ataques con gas de cloro y gas mostaza, sin embargo aparentemente no tienen agentes nerviosos o VX y por tanto no tienen gas sarín, que ha sido el enfoque de las acusaciones de Occidente. Tras varios ataques que el gobierno adjudicó a los rebeldes, Assad invitó a observadores de la ONU a visitar los sitios de los ataques para recoger muestras. Mientras tanto, el régimen sirio, con el apoyo ruso, comenzaba a ganar terreno en la guerra y a reconquistar partes del país que habían caído en manos de los rebeldes. Parecía que el fin de la guerra se acercaba con sus triunfos sobre ISIS, al Nusra y otros grupos financiados principalmente por países de la península arábiga, Jordania, Estados Unidos e Israel.

TORPES PROVOCACIONES EN MOMENTOS MAL ESCOGIDOS

Pero de pronto, la “línea roja” de Obama fue violada el 21 de agosto de 2013 con el ataque al suburbio de Damasco, Ghouta este. Se estima que alrededor de mil quinientas personas (mientras algunos aseguran que no fueron más de 281, otras fuentes ponen la cifra en mil 729) murieron espantosamente entre convulsiones y espasmos, sin lesiones visibles, con anillos oscuros alrededor de la boca y los ojos. Familias enteras perecieron en sus casas. Docenas de videos del horror fueron posteados inmediatamente en sitios de internet y el mundo consternado condenó al gobierno sirio. En ese momento Assad acababa de recibir a los inspectores de armas de la OPCW. Es necesario hacerse la pregunta: ¿Por qué se expondría Assad a lanzar un ataque semejante en ese preciso momento en que deseaba deslindarse de los ataques con armas químicas y el mundo estaba atento? Por supuesto que podemos creer que lo ordenó precisamente por eso, para contar con la excusa de que sólo un idiota o un suicida haría algo semejante teniendo a los inspectores en casa. Esto dio lugar a una marejada de teorías conspiratorias.

Cuando todo mundo esperaba que comenzaran a caer las bombas estadunidenses sobre Siria, Obama anunció que buscaría otra manera de responder y esto dio lugar al acuerdo negociado por Rusia y firmado por el entonces secretario de estado John Kelly y el ministro Sergei Lavrov, con el que el gobierno sirio renunció a su arsenal químico “declarado” (mil 300 toneladas de agentes nerviosos y una variedad de sustancias tóxicas). Esta fue una mediación sin precedentes, en la que sin disparar una bala, Siria reconoció por fin tener armas químicas (después de negarlo por décadas) y las destruyó ante agentes de la OPCW. Sin embargo, prácticamente nadie festejó este triunfo pacífico y se volvió otro argumento más en contra de las políticas de conciliación de Obama, quien se resistía a involucrar a su país en otra guerra más en el Medio Oriente.

"LA INFORMACIÓN DE HERSH CONTRADICE A LA ORGANIZACIÓN PARA LA PROHIBICIÓN DE LAS ARMAS QUÍMICAS, LA CUAL REPORTÓ QUE ANALIZARON MUESTRAS DEL SITIO. ENCONTRARON RASTROS DE GAS SARÍN Y SUSTANCIAS SIMILARES"

El 4 de abril de 2017 el ejército sirio bombardeó posiciones rebeldes en las afueras de la localidad de Khan Sheikhoun y de nuevo comenzaron a circular en las redes sociales, medios especializados en internet y canales informativos, imágenes y videos de civiles que parecía morir asfixiados y envenenados por un arma química. Los medios del mundo no tardaron en acusar al gobierno de Siria por emplear armas químicas contra su propia población, en claro desafío a las advertencias de Washington y la comunidad internacional. No hay un número oficial de las víctimas de ese día, pero se ha especulado que fueron entre ochenta y noventa y dos. Curioso que tan sólo unos días antes del ataque, el 30 de marzo, la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, había declarado que el futuro de Assad debería decidirlo el pueblo sirio,3 con lo que el gobierno de Donald Trump parecía dar un giro a la política de cambio de régimen que apoyó Obama. Por su parte, el secretario de Estado, Rex Tillerson, dijo que Estados Unidos no había descartado cooperar con Assad para derrotar a ISIS,4 y el entonces secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, declaró que el gobierno de Trump había abandonado el objetivo de cambiar el régimen sirio.5

Otra vez parecía extremadamente sospechoso que Assad lanzara una provocación semejante, justo cuando el gobierno de Trump lo había reconocido y así traicionaban a Rusia, que buscaba la cooperación de Occidente para luchar contra ISIS. La corresponsal del New York Times, Anne Barnard, escribió que el uso de gas sarín encajaba perfectamente en la estrategia de “victoria total” de Assad, la cual buscaba hacer la vida imposible en las zonas rebeldes, intimidar a sus enemigos y mostrarles que están a merced del régimen, que nadie los puede proteger, ni los rebeldes ni la comunidad internacional.6 Los defensores de esta visión sostienen que Assad no tenía nada que temer, dada la relación en gran medida incomprensible (aunque quizás vinculada con intereses financieros o con la intervención electoral rusa en Estados Unidos) que Trump mantenía con Putin.

Varias fuentes señalan que Trump se convenció de la urgencia de actuar al ver fotos y quizás videos de los niños víctimas del ataque, que su hija Ivanka le mostró pidiéndole que hiciera algo. El ex protagonista del reality show “El aprendiz” aseguró que se había conmovido al ver bebés y niños, “beautiful babies”, asesinados con armas químicas, por lo que ordenó a sus jefes militares que se preparara un ataque punitivo y pidió a la CIA que presentara evidencias de que se había usado gas sarín. Tales pruebas, si existieron, no se hicieron públicas, pero de todos modos Trump ya había decidido bombardear, así que cuando se reunió con el secretario de la defensa, James “El perro loco” Mattis, Tillerson y parte de su gabinete, tan sólo se trataba de decidir el curso de acción de entre cuatro posibilidades que iban desde no hacer nada hasta lanzar un ataque de decapitación, bombardear el palacio de gobierno en Damasco y todos los sitios donde pudiera esconderse Assad, algo similar a lo que hicieron al inicio de la guerra de Iraq, con la fracasada campaña Shock and Awe. Al final eligieron la opción del “gorila”, que consistió en ofrecer un espectáculo vistoso para atemorizar al enemigo pero sin provocar en realidad el mínimo daño posible. Les preocupaban las posibles consecuencias, como podrían ser bajas rusas, lo cual podría tener un desenlace impredecible. Así, Trump pasó de la posición aislacionista que pregonó durante la campaña a una intervencionista, en la línea de sus predecesores republicanos y demócratas.

Los cincuenta y nueve misiles Tomahawk de Trump fueron lanzados el 6 de abril a las 6:55 am (casi la medianoche en Washington), desde dos destroyers de la Marina, el Ross y el Porter, contra la base aérea de Shayrat, de la cual supuestamente despegó el avión que tiró la bomba química. Los primeros tomahawks, que llevaban una carga baja de explosivos (220 libras de HBX), destruyeron los depósitos de gasolina del aeropuerto, provocando enormes nubes que luego interfirieron con los sistemas de navegación de los siguientes misiles, por lo que veinticuatro de ellos no acertaron a su objetivo. En el ataque se destruyeron nueve aviones sirios, los cuales —según un informante— no estaban en condiciones operativas. La mayoría del personal, especialmente ruso, había sido desalojado horas antes, las pistas y los hangares destruidos fueron reparados en un periodo de alrededor de ocho horas. El 20 de julio siguiente, Trump accedió a una de las exigencias rusas que era la suspensión de los programas de la CIA, iniciados por Obama en 2013, para armar y entrenar a los rebeldes “moderados”.

[caption id="attachment_646066" align="aligncenter" width="1068"] Calais, Francia.[/caption]

De cualquier modo, esta acción bélica le dio un empujón sorprendente a los patéticos índices de popularidad de Trump, a pesar de contradecir sus promesas de dejar de ser el policía del mundo. Incluso entre la prensa “crítica” y no faltaron algunos demócratas quienes lo aplaudieron y declararon cosas como: “Hoy Donald Trump se convirtió en el presidente de Estados Unidos”. De cien editoriales de periódicos, treinta y nueve apoyaron el bombardeo y por varias semanas casi nadie habló de los interminables escándalos, torpezas y ridículos del magnate convertido en político. Trump fue tratado con respeto por los medios, con el espantoso mensaje de que incluso un presidente como él sería apoyado en caso de guerra. Resulta curioso e inquietante que los principales beneficiarios de este ataque fueron los salafistas, los yihadistas y Donald Trump. Con esta acción Trump quedó obligado a responder aún con más violencia a cualquier ataque futuro.

LA TEORÍA DE LAS EXPLOSIONES SECUNDARIAS

El ataque y la represalia dieron lugar a incontables historias y teorías. Entre ellas destaca la del famoso periodista Seymour Hersh, quien entre otras revelaciones y una carrera impresionante, denunció la masacre de My Lai en 1968 y la tortura en la prisión de Abu Ghraib. Hersh publicó un polémico y controvertido artículo en Die Welt,7 cuando al parecer ninguna de sus publicaciones usuales (The New Yorker, New York Review of Books, London Review of Books) quisieron correr con el riesgo de publicar ese material. El problema principal del artículo es que Hersh sólo contó con la información filtrada de un asesor anónimo de inteligencia del departamento de defensa y de la CIA. El periodista no ofrece documentos ni testimonio alguno que pueda ser corroborado, aparte de mencionar una conversación vía chat entre su fuente y un oficial del ejército también anónimo. En el periodismo de investigación no es tan raro documentar un artículo con una sola fuente y menos en un tiempo de persecución de los informantes como el que vivimos desde la era de Obama, quien instrumentó castigos ejemplares para los “whistleblowers” o filtradores internos de información. Sin embargo, las publicaciones han retomado la política de requerir confirmación de varias fuentes y en realidad es poco confiable un trabajo repleto de revelaciones explosivas que dependen únicamente de una versión.

El informante le aseguró a Hersh que un bombardero sirio SU-22 (en el texto señala erróneamente que fue un SU-24), lanzó una bomba dirigida por láser, con explosivos convencionales, contra un edificio de tabicón de dos pisos que servía de base de operaciones rebeldes, en el norte de la ciudad, donde tenía lugar una presunta reu-

nión de yihadistas en la que participaban miembros de Ahrar al-Sham y Jabhat al-Nusra (la filial de al Qaida en Siria), dos grupos que acaban de unir fuerzas en la zona. En el edificio también había una verdulería, una tienda de electrónica y una de telas, entre otros comercios, y en el sótano de esa construcción había armas y municiones, así como productos que los rebeldes distribuían a la población para controlarla, como medicinas, limpiadores, gas propano, pesticidas y fertilizantes. Los rusos habían vigilado ese sitio con drones por algún tiempo y conocían los “patrones de vida” de los ocupantes. La versión de Damasco es que la explosión de una bomba convencional, que mató, por lo menos, a cuatro líderes yihadistas y un número indeterminado de choferes, agentes de seguridad, militantes y agentes diversos, activó también una serie explosiones secundarias que liberaron y generaron gases tóxicos. Según Hersh, Trump ignoró que, desde el principio, sus servicios de inteligencia desconfiaron de las evidencias presentadas. Por otra parte, escribe que el ejército ruso había anunciado días antes del ataque a la alianza militar en Doha, encargada de coordinar las operaciones militares sobre Siria y evitar que los bombarderos, cazas y demás aeronaves pudieran tener percances o colisiones sobre el espacio sirio. Todas las partes involucradas en vigilar los cielos y bombardear objetivos en la zona estaban enteradas de lo que harían los sirios el 4 de abril. De ser cierto, los sirios hubieran estado bajo escrutinio y quizás algún observador hubiera notado los preparativos para usar una bomba química. El informante dice respecto del ataque químico:

Eso es un cuento de hadas. Si eso hubiera sido, todos los involucrados en el transporte, carga y armado de la bomba —tienes que hacer que el arma parezca una bomba convencional de 500 libras— estarían usando trajes protectores de hazmat [materiales peligrosos] en caso de una fuga. Habría muy pocas posibilidades de sobrevivir sin equipo como ése. El gas sarín de grado militar incluye aditivos diseñados para incrementar la toxicidad y letalidad. Cada lote que se fabrica tiene un poder de matar maximizado. Es para eso que se produce.

La información de Hersh contradice a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas, la cual reportó que analizaron muestras del sitio y encontraron rastros de gas sarín y sustancias similares o sus derivados.8  El gas sarín tiene la particularidad de que puede penetrar en la pintura, por lo que es posible encontrar muestras con tan sólo raspar la pintura de las casas. Asimismo, tomaron muestras de sangre y orina de varias víctimas, recogieron un ave muerta y muestras del pelambre de animales. El reporte de la OPCW señala que algunas muestras fueron recogidas por su propio equipo, mientras que otras fueron obtenidas por “personal médico operando en las áreas controladas por la oposición”. Aun con la mejor voluntad, es claro que esto puede implicar un conflicto de intereses que podría comprometer la neutralidad del reporte.

[caption id="attachment_646065" align="alignleft" width="682"] Isla de Lesbos, Grecia[/caption]

Doctores de la organización Médecins sans frontières que trataron a las víctimas encontraron que ocho pacientes mostraban síntomas consistentes con la exposición a un agente neurotóxico como el gas sarín o una sustancia similar. Algunos doctores de esa organización reportaron que las víctimas olían a cloro, por lo tanto era posible que se hubieran expuesto a una variedad de agentes químicos. Quienes niegan la teoría de que se usó gas sarín señalan que una bomba con un arma química no tendría suficiente poder explosivo para activar explosiones secundarias, sino apenas suficiente para romper el casco del arma, sin quemar el gas y liberarlo. Por tanto los síntomas serían exclusivamente de gas sarín, y este no es el caso. El rango de síntomas que presentaban las víctimas era consistente con la inhalación de una mezcla de sustancias químicas como cloro, organofosfatos (que se usan en fertilizantes) y que tienen efectos semejantes al gas sarín: pupilas dilatadas, espasmos musculares, sofocación, labios azules, espuma blanca y defecación involuntaria. El gobierno de Francia presentó un reporte, el cual concluye también que se empleó gas sarín y que sin lugar a dudas éste fue producido por el gobierno sirio. Su principal evidencia es la presencia de hexamina, que usa el gobierno —según el reporte9 — para fabricar gas sarín, pero varios expertos aseguran que esa sustancia es muy usada en una variedad de procesos químicos. De cualquier manera, es difícil cuestionar a quienes ven, en la estrategia estadunidense contra Assad, ecos y resonancias de lo que hicieron contra Saddam Hussein.

Una comunicación militar siria que fue intervenida por algún gobierno aliado, reveló que los mandos militares hablaban de un arma especial que requería de un piloto veterano y experto. Al parecer nunca se habló de gas sarín ni de armas químicas, pero la mayoría de los gobiernos occidentales citaron esa grabación como prueba incontrovertible. Haley habló apasionadamente ante la ONU de la complicidad rusa: “¿Cuántos niños más tienen que morir para que a Rusia le importe?” Por otro lado, cualquier teoría que trate de defender la posición rusa y siria tiene que contender con las inconsistencias entre ambas versiones, ya que ni siquiera coinciden en el sitio exacto del ataque ni la hora. No es lo mismo si destruyeron una bodega de productos como dicen los sirios o una fábrica de armas químicas como dijeron los rusos.

Hersh no niega que haya habido un ataque, sino que éste haya sido con armas químicas. ¿Se trató de una operación false flag y, si fue así, en qué consistió? ¿Fue éste un ataque real o una puesta en escena por parte de salafistas y yihadistas? ¿Los rebeldes fueron responsables del ataque o bien se apropiaron de la narrativa y convirtieron un ataque convencional en uno químico? ¿Para esto tuvieron la complicidad de Occidente o engañaron a organizaciones humanitarias y a los expertos en armas químicas?

INCONSISTENCIAS VENENOSAS

Por el otro lado tenemos las evidencias contrarias que comienzan con el tamaño del agujero que dejó el misil, el cual según expertos entrevistados por Gareth Porter de Truthdig 10 no pudo ser causado por una bomba de 250 kilos. Ahí se encontraron, de acuerdo con la propia documentación del grupo de rescatistas White Helmets (quienes son también activistas rebeldes), tan sólo dos pedazos de metal, mientras que el resto del material de la bomba desapareció. La organización Human Rights Watch elaboró un reporte en el que propone que la bomba utilizada fue una KhA3-250 soviética,11 pero de acuerdo con Porter esta arma, que fue descontinuada hace cincuenta años, no fue exportada a los demás países del bloque comunista ni a los del Medio Oriente. Además, las dos pruebas aplicadas por la OPCW para detectar gas sarín pueden dar falsos positivos. El experto en armas y profesor emérito de MIT, Theodore A. Postol, descalificó en un artículo el reporte de inteligencia de la Casa Blanca, y concluyó de modo categórico que el supuesto sitio donde cayó la bomba con gas sarín no pudo ser físicamente el origen de una dispersión de un gas nervioso.12 Para esto, estudió cientos de videos posteados en línea por el personal de emergencia, periodistas y gente común, empleó datos climáticos, meteorológicos y geográficos, así como geometría del ángulo solar.13 Postol dice que bien pudo haber víctimas de un ataque pero no de lo que describe la Casa Blanca, y propone que el reporte en cuestión no siguió las metodologías usadas por los servicios de inteligencia. “Ningún profesional de inteligencia hubiera podido hacer tantas afirmaciones falsas que son inconsistentes con las evidencias”. Es fundamental preguntarnos si las organizaciones humanitarias así como el gobierno de Francia mentirían, y por qué; asimismo, hay que considerar si el general Mattis comprometería su prestigio y posición afirmando una mentira y debemos dudar del hecho de que no hay más filtradores de esta información, dado que el gobierno de Trump se ha caracterizado por sus incontrolables fugas de información.

"LA GUERRA ES SIEMPRE UNA MONSTRUOSIDAD Y EL HECHO DE DECIDIR QUE UN ARMA ES INACEPTABLE Y OTRA NO, CUANDO SE OBTIENEN RESULTADOS IGUALMENTE ESPANTOSOS CON AMBAS, PARECE UN JUEGO PERVERSO"

¿LA MEJOR ENTRE LAS PEORES OPCIONES?

La guerra es siempre una monstruosidad y el hecho de decidir que un arma es inaceptable y otra no, cuando se obtienen resultados igualmente espantosos con ambas, parece un juego perverso, una estrategia absurda para perpetuar el control de la geopolítica y el intervencionismo. Tratar de defender a Assad es ocioso, no es un líder que se pueda concebir como el protector de su pueblo. Pero la campaña que Occidente lanza contra él consiste en señalarlo como un asesino y un verdugo, que usó armas químicas en contra de su propio pueblo, de manera semejante a Saddam Hussein. Es paradójico que lo que convierte a Assad en el “carnicero de Damasco” es el uso de armas químicas y no la magnitud de sus crímenes de guerra, los cuales son comparables a las atrocidades cometidas regularmente por los rebeldes, Estados Unidos, Rusia y otras de las partes involucradas en esta guerra. Al establecer que Assad usó estas armas se está creando un casus belli, la justificación para una próxima invasión y ocupación de Siria. Ante la certeza de que semejante acción tendría un costo humano enorme, como han puesto en evidencia las invasiones de Afganistán e Irak, es claro que apoyar la idea de cambio de régimen es ser cómplice de una catástrofe de aún mayor proporción que la que ha vivido Siria. Dada la presión saudita, jordana, estadounidense e israelí, no existe una sola evidencia de que una intervención sea de cualquier manera una mejor alternativa para el pueblo sirio o pueda ofrecer la oportunidad del establecimiento de un gobierno democrático, digno y justo. Muchos sirios sueñan con ser salvados de este calvario por la comunidad internacional, lamentablemente quienes tienen los recursos y las armas para intervenir no tienen el interés y bienestar de los sirios entre sus planes.

Notas

http://www.iamsyria.org/death-tolls.html

http://www.reuters.com/article/us-mideast-crisis-syria-chemicalweapons/exclusive-chemical-weapons-used-by-rebels-in-syria-sources-idUSKCN0SU2PZ20151105

http://www.reuters.com/article/us-mideast-crisis-syria-usa-haley/u-s-priority-on-syria-no-longer-focused-on-getting-assad-out-haley-idUSKBN1712QL

http://www.cnn.com/2017/03/30/politics/tillerson-haley-syria-assad-turkey/index.html

http://www.nytimes.com/2017/03/31/us/politics/trump-bashar-assad-syria.html?mcubz=3

http://www.nytimes.com/2017/04/06/world/middleeast/syria-bashar-al-assad-russia-sarin-attack.html

http://www.welt.de/politik/ausland/article165905578/Trump-s-Red-Line.html

http://reliefweb.int/sites/reliefweb.int/files/resources/N1714412.pdf

http://www.diplomatie.gouv.fr/en/country-files/syria/events/article/chemical-attack-in-syria-national-evaluation-presented-by-jean-marc-ayrault

http://www.truthdig.com/articles/deceived-syrian-sarin-attack/

http://www.hrw.org/report/2017/05/01/death-chemicals/syrian-governments-widespread-and-systematic-use-chemical-weapons

http://www.truthdig.com/articles/the-nerve-gas-attack-described-in-white-house-report-did-not-occur-expert-says-of-syria-incident-2/

En un segundo artículo corrigió datos acerca de la dirección del viento: http://www.truthdig.com/articles/with-error-fixed-evidence-against-sarin-attack-remains-convincing-2/.