Hacer una casa; poesía y arquitectura

Hacer una casa; poesía y arquitectura
Hacer una casa; poesía y arquitecturaFoto: Especial
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Pensemos, arquitectónicamente, que la literatura es la casa donde vive el lenguaje, donde la lengua se refugia y se alimenta, descansa y se renueva, se desviste y goza, se recuesta —adolorida— y luego duerme, sueña, despierta y vuelve a levantarse —fresca, renovada—, se baña, se perfuma, sale a trabajar —a desgastarse en memorandos y sentencias, panfletos y contratos—y por la noche vuelve. Durante el día, las palabras nuevas juegan en el patio y las que ya están jubiladas se sientan a la ventana de los anacronismos a recordar sus tiempos. En esta vivienda hecha de novelas, cuentos, ensayos, dramas y comedias, la poesía es el hogar: el fuego central, la cocina, el espacio calorífico donde se prepara el alimento de nuestras voces.

Por eso, al hablar de arquitectura y literatura rindo homenaje a dos poetas que también fueron arquitectos, de maneras diferentes. Robinson Jeffers, estadunidense nacido en 1887, y Joan Margarit, catalán nacido en 1938. Su trabajo, construido con solidez y llaneza hospitalarias, me acompaña desde hace mucho. 

JEFFERS FUE ARQUITECTO autodidacta —y constructor— de una sola obra: su propia casa, ubicada frente al océano Pacífico, al sur de Carmel, California, donde vivió la mayor parte de su vida. La llamó Tor House, en honor de esos collados rocosos que en Inglaterra llaman tors. Margarit, por el contrario, se tituló por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, donde fue catedrático de Cálculo de Estructuras; tuvo un despacho y trabajó muchos años en el equipo director de las obras de la Sagrada Familia, la basílica diseñada originalmente por Antoni Gaudí. Hay algunas fotografías de Jeffers trabajando en la construcción de su casa, moviendo bloques de granito en carretilla. En la portada de la antología Arquitecturas de la memoria aparece Margarit con un casco blanco de constructor, enfrente de las grúas y las torres de esa extravagante iglesia barcelonesa. 

Portada del libro "Las mil y unas noches"
Portada del libro "Las mil y unas noches"Foto: Especial
Portada del libro "Brontë"
Portada del libro "Brontë"Foto: Especial
Portada del libro "Jardín"
Portada del libro "Jardín"Foto: Especial

En un discurso un tanto cascarrabias sobre la “Miseria de la arquitectura”, Margarit se queja de los caprichos del modernismo en su disciplina: “La libertad consistió en que las Escuelas de Arquitectura dejaron de enseñar cómo se hacía una casa”. Para su padre, quien también fue arquitecto, hacer una significaba poner el oficio a trabajar para la gente, para la vida práctica, sin alejarse demasiado de las necesidades genuinas del ser humano. Los poemas de Margarit se apegan también a este rigor doméstico: son acogedores, llanos, firmes y muy íntimos. En “Las luces de las obras”, dice:

Próximos a las obras siempre

[hay bares de barrio

con vino, carajillos, desayunos

de albañiles que gritan. Ahí

[he escrito

muchos de mis poemas.

Alejado de las musas y cerca de los obreros, entre el bullicio matinal del desayuno, antes de llegar a la construcción donde trabajaba, el poeta encontró la inspiración. Las palabras se dejan entender sin tanto esfuerzo ni erudición. Los poemas son, como los desayunos de esos bares, modestos y nutritivos. 

La poesía de Jeffers también tiene afinidades con su obra arquitectónica. El diseño de Tor House obedece a las necesidades de una pequeña familia lectora y las exigencias de construir con el granito extraído del propio terreno. En 1951, cuando ya era un escritor condenado por su pacifismo un tanto misántropo, Jeffers publicó aquel poema donde habla del mar y de sí mismo como un “viejo cantero” (old stone-mason), que ayudado por el golpe de las olas preparó el granito para formar los muros de su hogar. Jeffers le dedicó varios poemas a Tor House, a la primera piedra que colocó en los cimientos, y a la torre que levantó en el jardín para su esposa Una, que adoraba las ruinas medievales de Irlanda. La llamó Hawk Tower y en un poema dedicado a ella, declaró:

Portada del libro "Los recuerdos del porvenir"
Portada del libro "Los recuerdos del porvenir"Foto: Especial
Portada del libro "Arquitecturas de la memoria"
Portada del libro "Arquitecturas de la memoria"Foto: Especial

I built her a tower when I

[was young—

Sometime she will die—

I built it with my hands, I hung

Stones in the sky.

“Colgar piedras en el cielo”: una sencilla imagen que vincula poesía y arquitectura, artes que desafían la muerte y reconcilian lo terreno con lo aéreo, lo pasajero con lo eterno.