Cita con la posteridad dos cartas

En la correspondencia con un amigo de la infancia, el filósofo del pesimismo recorre el trayecto de su vida,
lo sitúa por encima del que llamó “el peor de los mundos posibles” y se concentra en las tareas
del pensamiento, sin familia, con una fortuna mermada que le permite vivir sin mayores lujos.
Las dos misivas están fechadas en Frankfurt, la ciudad que eligió como residencia en los últimos años,
donde vivió casi tres décadas. La potencia, sinceridad y agudeza de sus palabras no permiten disimulos ni rodeos.

Alan Markov, retrato de Schopenhauer, óleo sobre tela, 2017, detalle.
Alan Markov, retrato de Schopenhauer, óleo sobre tela, 2017, detalle.Fuente: saatchiart.com
Por:

TRADUCCIÓN • GUILLERMO DE LA MORA

A ANTHIME GRÉGOIRE de Blésimaire

10 de diciembre, 1836 

¡Mi querido Anthime!

He recibido de mi hermana tu carta, que me ha provocado un placer enorme. Es como si una tonada dulce llegara desde lejos, de aquel país de la felicidad que fue la infancia. [...] Sospechaba lo mismo que tú sobre mí, que la muerte había venido a tu encuentro. La mayor parte de las personas que conocimos ya han muerto. Me da un gran gusto no sólo saberte vivo, sino llevando el estilo de vida que yo siempre he juzgado como el más bello de todos: vivir en el campo siendo señor de un castillo propio, rodeado de familia y comodidades. Sobre todo, con muchos libros y lejos, lejos de los hombres (con visitas ocasionales de algún cura simpático y dos o tres familiares lejanos), cazando conejos y perdices, leyendo libros y periódicos. También teniendo hijos e hijas. Haber pasado la vida heredando y procreando herederos, he allí una profesión magnífica.

—¡Cien veces feliz es aquél que tiene todo en un lugar discreto y puede observar al mundo de lejos!

Tal vez recuerdes que en nuestra primera visita a Trittau estábamos acostados bajo unos castaños en el bosque y te dije que la vida era tan corta, frágil y pasajera, que no valía la pena llevar a cabo nada que conllevara grandes esfuerzos. Me respondiste que pensabas lo mismo, que cuando pensabas en convertirte en negociante te parecía como emprender una faena inútil. Pues bien, lo que en ese momento teníamos delante de nosotros ahora lo tenemos detrás. Aquello que sospechábamos en ese entonces ahora lo corroboramos, puesto que ambos tenemos casi cincuenta años... Sin embargo, no creas que ya soy un viejito, al contrario. Mi cabellera me favorece, aunque he de confesar que es casi toda blanca (efecto del estudio y del sufrimiento) pero mi fisionomía es joven, sin arrugas, mis mejillas guardan buen color y (según me dicen) poseo una mirada poderosa, de ojos centelleantes. Cualidades que no poseía en mi juventud. Mi paso es firme y mi postura recta, camino con presteza y más rápido que la mayoría. También gozo de un pequeño amorío ¡lo cual es muy necesario! En fin, tengo buenas oportunidades de llegar hasta los setenta u ochenta años, si es que el cólera1 no interfiere.

Querrás saber la historia de mi vida y sus resultados. Será difícil ofrecerte una idea clara, pues me he desempeñado en labores que te son ajenas. No sé por dónde comenzar, pues está la parte exterior y ostensible y la real, que es interior. Aunque no seas un hombre de letras, sabes sin duda que en la ciencia ha habido hombres de gran importancia que en vida no han sido reconocidos, sino hasta después de su muerte. En ocasiones, si el destino es propicio, pueden gozar de algún reconocimiento en su vejez. Éste ha sido el destino de muchos hombres, en diferentes épocas y países. Yo formo parte de estos hombres. Seguramente tendrás alguna reticencia a creer lo que te digo, pues eres sensato y sabes que el mérito es una moneda escasa y la vanidad, una muy común. Debo decir las cosas como son, puesto que mi juicio es más poderoso que mi vanidad. A fin de cuentas creerás lo que te parezca apropiado, pero puedo decirte que he sufrido al ver mis obras ignoradas mientras se celebra lo inútil o falso [...]. Este fenómeno se combina con la pequeñez de espíritu, la envidia y el odio natural de lo mediocre por aquello que no lo es. Me han ignorado e inclusive se han unido para sofocarme. Sin embargo nuestro célebre Jean Paul me hizo un homenaje en su última obra y Goethe habló de mí con estima en sus memorias. También he recibido homenajes de algunos desconocidos, pero no han sido suficientes. Hace falta que pase más tiempo, éste se encarga de todo. Sin embargo, una injusticia de esta naturaleza no carece de sorpresas. Algunos copiones comienzan incluso a merodear mis obras, lo cual no puede tomarse más que por un elogio. Acabo de denunciar a uno públicamente y de alabar recelosamente al otro. Mi sistema filosófico publicado en 1819 [El mundo como voluntad y representación] y mi teoría de los colores [Sobre la visión y los colores] publicada en 1816 en alemán y aparecida en 1830 en latín marcó el centro de mi vida, el sentido de la misma. Quiero ser reconocido y sobre todo realizar una segunda edición para agregar los frutos de mis pensamientos desde hace dieciocho años. Estoy listo para iniciarla. Después de un silencio de dieciocho años, acabo de publicar este mismo año una pequeña obra que confirma mis conclusiones filosóficas. ¡El camino de la verdad es una labor larga y difícil! Los poetas y los músicos la tienen fácil, se dirigen a un público más vasto que quiere que lo diviertan. Nosotros, que buscamos enseñar, no tenemos gran público. Estamos limitados a individuos competentes y defendemos nuestra causa delante de un tribunal donde los jueces son corruptos o incluso han sido amenazados. La injusticia de la cual soy víctima será algún día citada como una gran infamia. [...]

Algunos copiones comienzan incluso a merodear mis obras, lo cual no puede tomarse más que por un elogio

No me falta nada, a pesar de estar convencido de que no recibí siquiera la cuarta parte de lo que mi padre me dejó. Desafortunadamente he tenido algunos reveses, sobre todo al haber invertido en 1826 una suma considerable en bonos mexicanos.2 En ello fui aconsejado por un amigo, incluso pedí consejo a Alexander von Humboldt y a Goldschmidt en Londres, cuyo padre posteriormente se arruinó en esta aventura. Ambos me aseguraban que no había una mejor inversión posible.

No hay en el mundo dos hombres más competentes que ellos en esta materia, pero al final fue un desastre.3 Este tema en particular es un secreto que te confío, pues incluso mi familia lo ignora. [...] Mi disminuida renta me es suficiente, vivo como un jovenzuelo en una pieza amueblada y como en los mesones, sin lujo, pero decentemente. Tengo lo necesario y nada más. Agradezco el hecho de no tener ni hijos ni mujer, aunque te contaré que procreé dos hijos fuera del matrimonio y murieron a temprana edad. [...] Mis estudios siempre absorbieron mi tiempo y la enseñanza quita demasiado. También me di cuenta de que yo no era aquello que el gobierno quería de un profesor, es decir, ser su instrumento. Mi vida ha sido un estudio completo, lo que es en sí mismo su propia recompensa. Me considero afortunado de haber podido seguir toda mi vida esta propensión natural, una especie de instinto que me lleva a los objetos para los cuales estoy constituido, así como ser dueño de mi tiempo. Si hubiera acumulado riquezas, éstas no podrían protegerme del aburrimiento y de la vejez. Sin embargo, amasé conocimientos y cultivé el interés por las grandes verdades, por la filosofía y por mis obras, que se convirtieron en la esencia de mi ser. Estos elementos que acabo de enumerar sí que me cobijan de las inconveniencias de la vejez y lo harán hasta el final. No conozco el aburrimiento y soy independiente de los hombres, en el sentido más amplio de la palabra. En 1831, el cólera me llevó a escapar de Berlín y me he refugiado aquí [Frankfurt]. En esa ciudad y durante diez años tuve una relación con una mujer que quise mucho. Ella me prometió que cuando yo dejara la capital vendría conmigo, lo cual no hizo. Entiendo que tenía compromisos familiares, pero en esos casos es mejor no prometer nada. Esta situación me fue muy penosa, pero el tiempo fue curando poco a poco esa herida. Sin embargo, en la vida nunca me he sentido tan cercano a otra persona, a pesar de que el tiempo nos haya separado. [...]

P. S. No es mi hermana quien escribe novelas, sino mi madre. Se ha vuelto muy famosa y le han editado sus obras completas en dos ocasiones, 24 volúmenes en total. Es buena novelista, pero muy mala madre. No la he visto desde 1814. Vive en Bonn con mi hermana, que no se ha casado.

Gennady Jerszow, escultura de Schopenhauer, 2014.
Gennady Jerszow, escultura de Schopenhauer, 2014.Fuente: wikiwand.com

A ANTHIME GRÉGOIRE de Blésimaire 

17 de junio, 1838

Mi querido Anthime:

Aprovecho la ocasión de que un viejo amigo viaja a París para responder de alguna manera tu carta de 1836. Me ha dado un gusto enorme leerla, sobre todo por el hecho de que a pesar de que la vida nos ofrece sufrimientos constantes (inherentes a la misma existencia) leo la carta de un hombre feliz, acaso como es posible serlo.

Agradezca a sus astros que las cosas

[no van peor,

Lea su Biblia, caballero, y cuide

[su cartera.4

[LORD BYRON, Don Juan]

Sin embargo, aquello que desapruebo de todo corazón es el hecho de que te hayas marchado de Le Havre en 1819 y vendido las hermosas posesiones que se acumulaban sobre tu cabeza: ¡El jardín de la costa! ¡El hotel de la ciudad! ¡EL CASTILLO DEL MESNIL! Incluso Titreville [...]

No entiendo la estúpida manía de los franceses por creer que no se puede ser feliz más que en el amasijo de piedras, fango y canallas que es París. Me dices que tomaste esta decisión con el pretexto de darle una buena educación a tu hija, mientras que la educación de provincia sería mucho más apropiada para una niña que París. Monto en cólera al pensarlo y podría sermonear sobre el tema infinitamente... Sin embargo, me entero con satisfacción que has dejado París por el campo. No es el lugar que te legaron tus padres, sino uno comprado, como se hace con una prostituta. Sin embargo, al menos es el campo. Yo haría lo mismo si estuviera casado y tuviera los medios para hacerlo. No hice muchos esfuerzos para casarme, pero tampoco me arrepiento de estar solo. Mi tiempo libre es la fuente más importante de mi felicidad. [...]

Mi madre murió en abril, lo cual no parece haber afectado mucho a mi hermana y menos a mí. No diré nada más, que descanse en paz. Para darte una idea, no heredé nada de ella. Todo quedó a nombre de mi hermana, a quien mi madre nunca le había otorgado el patrimonio legado por mi padre y dejó en igual parte que a mí. Ya te hablé anteriormente de mi mala suerte con los bonos mexicanos. Puedes imaginarte cómo maldigo en este momento a los franceses por haber invadido México 5 con el fútil pretexto de proteger los intereses de algunos patanes, vendedores misceláneos y cafeteros franceses que viven y ganan su sustento en tierras mexicanas. Me dará gusto verlos de rodillas ante los americanos e ingleses: potrebbe darsi!  6

Desafortunadamente he tenido algunos reveses, sobre todo al haber invertido en 1826 una suma considerable en bonos mexicanos. En ello fui aconsejado por un amigo

Por tu carta puedo darme cuenta de que te has convertido en un hombre razonable y sensato, un poco como tu padre. Esto me da mucho gusto, incluso te perdono el hecho de ser cristiano. Cuando uno no es filósofo, uno puede acomodarse a una religión como ésta, una alegoría que no es carente de encanto. También tomo mucho en cuenta tu tolerancia, pues como pagano, me será necesaria. Es importante agregar que algunas cuestiones políticas en Alemania (en parte responsables de que mi filosofía no se tome en cuenta) me han agriado en contra del cristianismo. En verdad, y esto te lo escribo a ti en confianza, soy un hombre de la posteridad. No sólo estoy totalmente convencido y tengo una clara comprensión de ello, sino además tengo el placer de ver en mi cotidianidad cómo personas que no podrían de ninguna manera conocer mis obras, me toman por un hombre distinguido, sin otra razón que mi rostro y comportamiento. Me tratan con deferencia y un respeto raramente prodigado. Este fenómeno me parece bastante curioso. No creas que se me toma por una rara avis, ni que me esfuerzo en remarcar mi diferencia. Por el contrario, intento integrarme a los demás sin llamar mucho la atención, pero en cualquier cosa que haga, se nota con facilidad que soy muy diferente de los demás. Esto es un secreto que te cuento sólo a ti.

Mi amigo va a venir, así que escribo aprisa. Espero recibir noticias tuyas pronto. Cuando las vías de tren y el seguro patrimonial funcionen, espero verte de nuevo, antes de realizar el viaje a la posteridad que me espera con los brazos abiertos.

Notas

1 Schopenhauer abandonó Berlín en agosto de 1831, huyendo del cólera. Su rival, Hegel, sucumbió en aquel lugar por esta razón. [Nota de la edición francesa, Petits écrits français, Editions Payot & Rivages, París, 2010].

2 Se refiere a las acciones que podían comprarse en el mercado de Londres, conocidas como Consolidated annuities y que eran respaldadas por algún país. Los industrializados con economías estables pagaban alrededor de tres por ciento anual, mientras los emergentes podían dar tazas hasta de diez por ciento, como en el caso de México, debido al riesgo de apostar por una joven nación. [N. del T.].

3 Se refiere a la incapacidad del gobierno mexicano para pagar a sus acreedores, en parte por la Guerra de Texas (1835-1836). [N. del T.].

4 En inglés en el original: So thank your stars that matters are no worse, / And read your Bible, sir, and mind your purse. [N. del E.].

5 Se refiere a la Guerra de los Pasteles (1838-1839), entre Francia y México. [N. incluida en la edición francesa].

6 “Es posible que así sea”, en lengua italiana. [N. del T.].