Con crisis y sin Rulfo

Con crisis y sin Rulfo
Por:
  • francisco_hinojosa

Al parecer tenemos más cosas que temer para este 2017 que motivos para celebrar. Se cumplió la amenaza que nos habían hecho desde el año anterior y se consumó en la fecha establecida: el primero de enero amanecimos con una gasolina veinte por ciento más cara. El gasolinazo causó verdadera indignación y suscitó el vandalismo (real o inventado por el propio gobierno) y el cierre de carreteras, con la consecuente afectación a quienes tenían que transitar libremente por ellas. Las palabras del presidente para convencernos de su decisión fueron todo lo contrario: un nuevo motivo de sospecha. ¿La culpa es de Calderón y de las presiones que vienen del exterior? ¿No pudo Peña Nieto hacer algo más en los cuatro años que lleva al frente del ejecutivo para que el aumento a la gas fuera más espaciado y así el golpe menos brutal? Las respuestas van más lejos (o más cerca): la casa blanca, el departamento de Miami, el plagio de la tesis, el manejo de las investigaciones sobre Ayotzinapa, el atraco desmesurado de varios ex gobernadores (todos sabíamos que Javier Duarte había robado a manos llenas; claro, menos la pgr, que le permitió huir y que le permite ahora continuar en libertad, seguramente junto a una piscina y con un gin and tonic en la mano). ¿Cómo creerle?

Las amenazas que provienen de nuestro vecino del norte no son menos desalentadoras. A pesar de que aún no sabemos si será más el ruido que las nueces, lo cierto es que

Donald Trump tendrá que cumplir con algunas de las hostilidades que anunció en su campaña. Por lo pronto, ya hizo que nuestro peso se depreciara (y con la perspectiva de que caiga aún más en los próximos meses) y logró ahuyentar al menos a dos compañías que invertirían en México varios miles de millones de dólares. El muro que prometió y con el que ganó muchos votos se hará con dinero gringo, pero con la advertencia de que lo tendremos que reingresar a sus pobres arcas castigando las remesas que los trabajadores envían a sus familiares. Y para enfrentarlo estrenamos ahora a un canciller

que no sabe nada de diplomacia

y que tiene unos cuantos días para ponerse a aprender, según dijo él mismo, de sus subordinados. El crecimiento sin duda irá a la baja, si no es que una recesión está a la vuelta de la esquina. Y como siempre, en momentos de crisis, quienes más se verán afectados son los más pobres y muy después la clase media.

Dentro de este negro panorama, algunos motivos tendremos para celebrar, aunque aquí también hay algunas trabas. Por ejemplo, este año se cumplen cien del natalicio de Juan Rulfo. Sin embargo, el director de la fundación que lleva su nombre, Víctor Jiménez, ha pedido a la Presidencia, a la Secretaría de Cultura y a otras instancias que no se celebren homenajes públicos al autor de Pedro Páramo. Dice en su carta: “No queremos que el dinero siga justificando promoción de reflectores para un grupito de escritores de cuarta o quinta categoría que son expertos en hablar en homenajes y en figurar bajo el reflector como expertos en todo, que no lo son en nada”. Detrás de estas palabras se deja ver un evidente encono. ¿Contra quiénes? No creo conocer escritores de cuarta y menos de quinta categoría. Si los hubiera, simplemente no habría que considerarlos como tales. Además de todo actúan

en grupo y son “expertos en hablar en homenajes”: creo que eso ya los sube de categoría. Podríamos encontrar, por ejemplo, un estudioso de la obra de Jaime Torres Bodet, y de paso de toda la generación de Contemporáneos, que suela estar presente en los coloquios dedicados al tema. Pero que ese mismo ponente sea una autoridad para hablar de Rosario Castellanos, Margarito Ledesma o Ignacio Ramírez parecería inventado. Y dado el caso de que exista merecería no ser considerado un escritor de quinta y, con razón, ser exhibido con muchos reflectores. En todo caso, me quedo con el argumento de Jiménez de que la figura de Rulfo no sea utilizada con fines políticos.