Cuentos de la realidad entrevista a Yael Weiss

El corrido del eterno retorno

Los muros del aire
Los muros del aire
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Tras su debut como cuentista, Yael Weiss se inicia en la crónica con Los muros del aire (Debate, 2023), su personal indagación sobre el fenómeno de la migración. Como otros nacidos en los setenta, ha ingresado al género saltándose la cerca de la preparación periodística tradicional. Armada con poco más que su mirada, ella misma un amasijo de nacionalidades, mexicana descendiente de extranjeros que lo mismo ha vivido en Francia que en Israel, conoce el reto que significa transitar por otras tierras. El resultado: cinco reportes de varios de los lugares más inhóspitos de la nación mexicana.

¿Cómo fue el proceso de encarar la figura del cuentista-cronista? ¿Qué del género del cuento pusiste al servicio de la crónica?

Podría decirte que las crónicas, tal como las trabajo, son mis cuentos de la realidad.

En vez de inventar cosas y colocarlas sobre el papel para formar una ficción, extraigo de la realidad —que es inmensa y no cabe en un texto— los elementos que necesito para construir mi cuento. Es decir: quito grasa, pellejo, recorto, compacto y organizo lo que veo para que se pueda leer, que tenga sentido y belleza (o fealdad). La crónica es la realidad demacrada, reducida a fuego lento hasta alcanzar el tamaño y la densidad del cuento.

Empecé siendo cuentista y creo que lo sigo siendo, aun cuando escribo crónica. ¿Qué tomo del cuento para escribir crónica? Pues casi todo. Son muy parecidas mis estrategias narrativas.

En pocas palabras, he escrito cinco relatos de algunos momentos vividos en cinco ciudades de la frontera, ayudándome de toda la parafernalia de la literatura. A estos relatos extraídos de la realidad, o de lo que pude percibir de la realidad, los he llamado “crónicas”.

Hoy en día los géneros se utilizan sobre todo para ordenar los libros en las secciones de una librería y para su marketing. Lo que yo hago o intento hacer, que sea en un cuento o en una crónica, es literatura.

¿Qué fue lo que te imantó de la frontera como materia literaria?

Como lo he contado muchas veces, el asunto inició por azar. Me encontraba en Tijuana por circunstancias ajenas cuando empezaron a suceder todo tipo de eventos vinculados a los migrantes centroamericanos que en ese momento llegaban en caravana a la ciudad. Ahora es moda decir que la realidad “te atraviesa” (o las identidades, o la frontera, o la política, o lo que sea). A mí no me atravesó nada, al revés: me di de tope con un fenómeno enorme y difícil de comprender en sus miles de aristas. Despertó de inmediato mi interés, abrí bien mis ojos y oídos para sacar sentido de lo que ocurría en esta frontera.

Como es obvio, no logré comprender el fenómeno ni sacarle suficiente sentido en una sola estancia. Por eso decidí viajar a otros puntos fronterizos. Hay todavía mucho que escribir al respecto, es un tema inagotable. Espero que a los lectores les parezcan justos y quizá hasta reveladores de algo que no conocían.

Samuel Beckett, hombre de teatro, decía que basta con colocar a dos personas en un espacio cerrado para obtener un drama. Imagínate ahora a miles de personas provenientes de lugares remotos atoradas en un mismo lugar, sobreviviendo en condiciones extremas, con las emociones a flor de piel, con sueños y esperanzas que chocan con la realidad fronteriza. Ahí suceden miles de dramas todos los días. Y el drama humano es el motor de la literatura.

Digamos también que la frontera es tradicionalmente un lugar de peligro y de oportunidad, de trasiegos legales y clandestinos, de gran efervescencia. La literatura se alimenta de todo eso.

Desde siempre al centro le han seducido los márgenes.

Ahora que dices eso, me pregunto si el contrario también aplica, si a los márgenes también los seduce el centro. Supongo que sí. Por eso son inseparables: en el centro hay una fuerza orientada hacia el margen y en el margen una fuerza que apunta hacia el centro, como en un disco que gira y no se disgrega.

Como parte del centro, en un sentido geográfico —soy oriunda de la Ciudad de México y aquí vivo—, me acerco a la frontera desde la sorpresa, el descubrimiento del otro y las ganas de comprenderlo.

he escrito cinco relatos de algunos momentos vividos en
cinco ciudades de la frontera, ayudándome de toda la parafernalia de la literatura

Pese a la buena disposición de las autoridades, el ciudadano promedio ve al migrante en tránsito como una molestia. ¿Por qué crees que esté tan arraigada esta desconfianza?

Porque es instintiva. No sabemos quiénes son, quiénes son sus padres, qué hicieron en el pasado, qué quieren, qué piensan, de qué son capaces. Son extraños. Sin embargo, la civilización consiste en darle cabida al extranjero, en otorgarle cobijo si sólo va de paso o un lugar en la sociedad si no tiene adónde ir. En un texto tan antiguo como la Biblia se preconiza el recibimiento del extraño en casa y todas las civilizaciones tienen códigos de hospitalidad.

Una manera de que el extranjero no sea tan amenazante para nuestro instinto, consiste en conocerlo. Eso intentan las crónicas y la literatura enfocada en migrantes: retratarlos, dar a ver cómo son y qué piensan, cuáles son sus problemas, acercarnos a ellos y hasta encariñarnos.

¿Ves al México del futuro como un país multirracial?

Sí, y lo festejo. Las grandes naciones y los grandes imperios se han formado con la integración de múltiples pueblos. No digo que haya que convertirse en un imperio, ¡qué horror!, pero sí que la prosperidad y la fuerza vienen de los melting pots. Las aleaciones metálicas son más resistentes que cada uno de los metales por separado.

Los conocimientos particulares y el color que aporta cada pueblo son una verdadera riqueza.

¿La frontera es un fin en sí mismo?

La frontera entre países no busca nada. Es una línea ficticia que han imaginado algunos humanos para ordenar el territorio, y que para mi gusto no debería existir. Produce mucha violencia. Si acaso la frontera busca algo, es desaparecer. Ha de ser muy cansado ser una frontera, ser espejo de tantas proyecciones humanas, ver tantos conflictos y brutalidades.

¿Consideras que la crónica es el género ideal para narrar este periodo de migraciones que parece nunca tendrá fin?

No tendrá fin porque nunca tuvo inicio. Por más modernos que nos sintamos, por más tecnología e Inteligencia Artificial que poseamos, la cosa sigue siendo así de simple: si sube el nivel del agua o se seca la tierra, la gente se mueve. Asimismo, si algunos gandallas se apropian de todo lo que existe en un país, y hacen gala de violencia para quedárselo, la gente pacífica o sin recursos para armarse se mueve también, en busca de un pedacito de tierra donde poder vivir.

Como dije antes, todo sirve para retratar el movimiento migrante, que es lo que somos desde siempre: viajeros sobre la Tierra y —¡qué infortunio! — por tan cortos años.