José Carlos Becerra como Batman

La eternidad comienza un sábado

José Carlos Becerra (1936-1970).
José Carlos Becerra (1936-1970).Foto: Archivo familiar
Por:

El pasado viernes 15 falleció de modo intempestivo Miguel Ángel Morales L. (1954-2022), pintor, investigador, bibliotecario, experto —entre otros temas— en literatura, arte y cultura popular mexicana. Con el pesar por su partida —y con la anuencia de su familia— publicamos de modo póstumo un texto que dejó escrito para este suplemento, del cual fue colaborador asiduo.

En junio de 1967, Ediciones Era terminó de imprimir, en la colección Alacena, el libro de poemas de José Carlos Becerra (21 de mayo, 1936-27 de mayo, 1970), Relación de los hechos, quien dedicó un ejemplar al director del Instituto Nacional de Bellas Artes: “Para José Luis Martínez, con un abrazo de José Carlos Becerra. Octubre de 1967”. Antes o después de ese mes otro volumen fue “Para el escritor José de la Colina, con el afecto y el reconocimiento por su talento”; se ha ofrecido en internet por 12 mil pesos.

El poeta tabasqueño publicó en 1968 un texto político y un poema en el suplemento La cultura en México, dirigido por Fernando Benítez, que aparecía en las páginas centrales del semanario Siempre!, dirigido por el periodista y editor —también tabasqueño— José Pagés Llergo, quien había congregado plumas editorialistas del espectro político. Fue seguramente Carlos Monsiváis, brazo derecho de Benítez, quien invitó al poeta escribir un texto, quizá para subsanar el no haberlo incluido en su amplia selección de La poesía mexicana del siglo XX (Empresas Editoriales, 1966).

Becerra publicó “La hermosa lección” en el número 340, del 21 de agosto de 1968. En esa edición Fernando Benítez escribe sobre “Los sucesos de julio” y abordan el movimiento estudiantil Pablo González Casanova, Juan García Ponce, Rosario Castellanos, el filósofo Ricardo Guerra, María Luisa La China Mendoza, y Monsiváis publica “La represión como ideología”; aparecen además numerosas fotos de soldados y estudiantes por Héctor García.

En su texto Becerra se lamentaba haber visto en Paseo de la Reforma “a los burgueses —señores de portafolios, ancianas respetables, secretarias bilingües— aplaudir el paso de los tanques y los transportes militares que marchaban hacia las zonas escolares...”. Al principio recuerda las palabras de Ulises, de James Joyce (“Ya que no podemos cambiar de país, cambiemos de tema”), y luego afirma: “La Historia, la historia de nuestro país, esa pesadilla en la que estamos inscritos, es la calle donde vivimos, querámoslo o no”.

El miércoles 2 de octubre ocurrió la matanza de estudiantes en la plaza de Tlatelolco. Como el suplemento salía con dos semanas de adelanto, fue hasta el día 16 que se comentaron los hechos de aquel día. El 30 de ese mes Octavio Paz dio a conocer —también en La cultura en México— su célebre poema “México: Olimpiada de 1968” y la decisión de dejar su cargo como embajador en la India.

El poeta se identifica con un Batman que desea embutirse en su traje y atender la batiseñal, pero el auto luce llantas ponchadas

BECERRA OBTUVO LA BECA GUGGENHEIM en 1969. En marzo dio a conocer su famoso poema “Batman” (Amaru: Revista de artes y ciencias, Universidad Nacional de Ingeniería, Lima, 1967-1971), publicación de formato cuadrado, que difundió adelantos literarios de Mario Vargas Llosa (corresponsal en París), Julio Ramón Ribeyro y Gabriel García Márquez. La dirigía Emilio Adolfo Westphalen y en la redacción estaba la poeta Blanca Varela. Uno de los asesores era el notable arquitecto y pintor Fernando de Szyszlo, quien también entregaba colaboraciones.

Entre los mexicanos presentes en Amaru están Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco y José Luis Cuevas (número 5), Juan García Ponce (número 6) y Octavio Paz (número 8), con un ensayo sobre la poesía latinoamericana. Desde el número 5, enero de 1968, José Emilio Pacheco aparece como corresponsal. En esa entrega se publica su poema “Imitación de James Agee”. Es muy posible que el propio Pacheco haya solicitado una colaboración a Becerra para la revista peruana.

El número 9 de Amaru (marzo de 1969) está dedicado al poeta y pintor surrealista peruano César Moro (1903-1956). La carátula presenta una pintura abstracta al pastel de 1954 y en la contraportada hay un collage de 1935, en azul y amarillo. Se reproduce su poema “Renombre del amor”, hay páginas con sus pinturas y dibujos, mientras el colombiano Álvaro Mutis escribe su semblanza. En otras páginas hay líneas de la dibujante y crítica de arte republicana Elvira Gascón.

Sin ninguna imagen de Moro ni de Gascón, las líneas de “Batman” se despliegan en las páginas 67, 68 y 69. El apellido del autor aparece en la franja superior de la contraportada, con los otros colaboradores, y la última página de la revista incluye la siguiente ficha: “No hace mucho apareció el primer libro de José Carlos Becerra, joven poeta mexicano, bajo el título Relación de los hechos”.

EL POETA SE IDENTIFICA con un Batman que desea entrar en acción, embutirse en su traje (doblado en una silla) y atender el llamado de la batiseñal, pero el automóvil luce “llantas ponchadas”. En esa duermevela va de la Ciudad de México a las costas tabasqueñas. Espera el momento lumínico para entrar en la lidia amorosa, pero jamás llega porque despunta el día.

En su prólogo a El otoño recorre las islas (Era, 1973), Octavio Paz se refiere a “las imágenes radiantes —puro nylon” del “Batman” de Becerra, quien sería más bien un personaje de papel y de la televisión norteamericana, que experimenta un brinco temático abismal. El autor ya no está sobre Paseo de la Reforma, como en “La hermosa lección”. Al parecer ahora se encuentra en Río Guadalquivir 58, departamento 201, de la colonia Cuauhtémoc, donde vivía por ese entonces.

La historieta y la serie de televisión son referencias obligadas de Becerra. Es de notarse que no alude ni a Gatúbela ni a los otros villanos. Tampoco menciona al fiel Chico Maravilla, que provocaba las ironías de los jovenzuelos televidentes quien —afirmaban— hacía maravillas. Por esa vinculación, Burt Ward —quien interpreta a Dick Grayson, Robin— confesó en Boy Wonder: My Life in Tights (1995), que tanto él como Adam West —Bruce Wayne o Batman— recompensaban sus agotadoras filmaciones mediante intensos encuentros sexuales con decenas de admiradoras.

El dibujante Bob Kane y el argumentista Bill Finger crearon al encapuchado en mayo de 1939, para la revista Detective Comics. Años después apareció en historieta. En 1954, Ediciones Recreativas comenzó a circular Batman, el hombre vampiro, cada semana en los puestos de la Ciudad de México (posteriormente, Editorial Novaro retomó la publicación, a la que bautizó como Batman y Robin, y circuló hasta 1985, según cálculos del coleccionista Pedro Barrios). En 1969, la transmisión de la popular serie de la televisión norteamericana llevaba casi un año en el Canal 5 de Telesistema Mexicano (hoy, Televisa).

MENOS DRAMÁTICO QUE BECERRA, Carlos Monsiváis tomó a chunga los personajes de la historieta. Entre sus colaboraciones para el semanal Jueves de Excélsior utilizó un ramillete de seudónimos para sus comentarios cinematográficos. En 1966 firmó indistintamente como Bruno Díaz o Ricardo Tapia. Con este último alias dio a conocer una desenfadada semblanza de María Félix. Un redactor del periódico desencapuchó a Bruno Díaz al acotar que era un “seudónimo de Carlos Monsiváis”.

Pese a que fue publicado en marzo de 1969, el poema de Becerra aún estremece. Todos, en nuestro perpetuo insomnio, somos Batman a la espera de la señal.